CAPITULO 4

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Sigo en el mismo sitio de hace 2 minutos y mi padre también, estamos quietos, callados, solo nos observamos; sigue igual a hace tres años, solo cambia que ahora su pelo negro impecable de hace tres años está lleno de canas y mucho más corto, y se nota bastante que ha estado hiendo al gimnasio, y ahora con esos brazos musculados asusta más que antes.
Veo que aparta la mirada y susurra:
-Eleonor...
Cuando susurra mi nombre levanta otra vez la vista y me mira los ojos y me quedo callada un momento ya que no sé que contestarle, hasta que le contesto:
-Papá –Al formular esta palabra se me hace un nudo en la garganta ya que hace mucho tiempo que no se la digo a nadie y no se la tendría que estar diciendo ni a él ya que dejó de ser mi padre hace mucho tiempo.
Se va acercando a mi cada vez más y a mime empieza a entrar el pánico, cuando está a centímetros de mi capto lo que quiere hacer: darme un abrazo, y si cree que voy a dejar que lo tóquelo lleva claro, así que cuando se dispone a dármelo me aparto bruscamente, él se me queda mirando y escucho decir a mi madre:
-¡Eleonor! Dale un abrazo a tu padre –Me dice fulminándome con la mirada.
-Él no es mi padre, y no voy a dejar que me toque. –Le contesto a mi madre sin pensarlo.
-No pasa nada, es normal que se ponga así por todo lo que hice, pero quiero que sepas Eleonor que he cambiado –me dice apartándose y mirándome de arriba abajo.
-Eso se tiene que ver. –Le contesto fríamente.
Me mira con una sonrisa pero alcanzo a ver como su puño lo va cerrando cada vez más fuerte hasta que se le quedan los nudillos blancos, se lo que significa, en este mismo momento está luchando por no darme un puñetazo en toda la cara, lo cual significa que no ha cambiad, y un leve escalofrío me recorre todo el cuerpo, la última vez que sentí un escalofrío fue cuando lo vi por última vez, cuando me dijo que si dijera algo de lo de Asher me mataría, me acuerdo que sentía ese escalofrío cuando me miraba a los ojos, cuando llegaba a casa después del trabajo y sobretodo, cuando entraba en mi habitación, que es cuando ya sabía al 100% a lo que iba.
Mi padre se percata de que le estoy mirando el puño, el cual todavía sigue con los nudillos blancos, abre la mano de golpe, me susurra algo que no logro entender  y se va con mi madre a ayudarla a servir la comida, aprovecho el haberme quedado sola y voy a ver a pinxo, está encerrado en un baúl de mi habitación, no quiero que mi padre lo vea, él siempre ha odiado a pinxo, estuvo bien con él unos años, hasta que se empezó a hacer sus necesidades en casa y a comerse sus zapatillas, un día cuando llegué de la escuela me encontré a mi padre sonriendo, me lo quedé mirando y le pregunté qué porqué sonreía, ya que no era propio de él, y fue cuando me contestó:
-Le he enseñado una lección a tu perro, ahora se está quieto y no me molesta, y creo que nunca más lo hará.
En ese momento me di cuenta de que no había venido corriendo y ladrando a recibirme, siempre lo hacía y era raro que no lo hiciese, así que le empecé a chillar que donde estaba que qué le había hecho y sonriendo me señaló hacia las escaleras. Me dirigí corriendo hacia ellas, y fue cuando vi a pinxo estirado en el sueño emitiendo un sonido raro y con sangre a su alrededor, empecé a chillar y a llorar y a chillarle a mi padre que era un monstruo, como era de esperar me hizo lo mismo que al perro, y como siempre que me pegaba se iba al bar, esperé hasta escuchar la puerta para poder ir a pedir ayuda, estuve pensando a quien llamar, ya que mi madre estaba trabajando y no la podía llamar, mi mejor amiga estaba de campamento y no tenía a nadie más a quien llamar, como no me quedaba otra opción fui a pedirle ayuda ami vecino, el cual tenía un año más que yo, pero antes tenía que inventarme porqué tenía moratones por todo el cuerpo y porque mi perro estaba en ese estado. Cuando se me ocurrió que decirle cogí a pinxo entre mis brazos y fui corriendo a la casa de enfrente, en la que vivía mi vecino Chase, yo en ese momento tenía 14 años y él 15, sabía que no me iba a poder ayudar mucho pero su hermano tenía 19 años y si que me podría llevar a una clínica veterinaria, cuando estaba delante de su puerta llamé impacientemente al timbre, escuchaba gritos provenientes de dentro de la casa, cuando Chase abrió la puerta se quedó parado al verme ya que solo habíamos hablado alguna vez contada aunque fuésemos a la misma clase ya que él era un repetidor, y al bajar la vista y ver así al perro dijo:
-Dios mío Eleonor... ¿Que ha pasado?
-Chase por favor necesito ayuda, mi perro se ha caído desde lo alto de las escaleras y está muy mal, no tengo a nadie que me pueda llevar a una clínica veterinaria. –Le contesté llorando, y él se me quedó mirando con cara de pena y respondió:
-Yo... Yo no te puedo ayudar, aún no tengo el carnet de moto y la clínica está muy lejos.
-Losé...  ¿Tu hermano me puede llevar? –Le dije en tono de súplica.
-Voy a decírselo, quédate aquí, ahora vuelvo –Me contestó mientras se adentraba en la casa.
Pasaron unos 5 minutos hasta que por la puerta salieron él y su hermano, los cuales me dijeron que los siguiera, nos dirigimos hacia el coche y Chase me dijo que me sentara delante para indicarle a su hermano como llegar a la clínica, le hice caso y estuve todo el trayecto diciendo por donde ir hasta que después de 20 minutos lleguemos, justo antes de bajarnos Chase y yo su hermano nos dijo que él se iba a hacer una compras y que cuando saliéramos que le llamásemos al móvil, le dijimos que vale y fuimos corriendo hasta el recibidor de la clínica y le expliqué a la chica la historia falsa de lo que le había pasado a pinxo, se lo llevaron corriendo y Chase y yo nos fuimos a la sala de espera, al sentarnos le di las gracias y cuando me iba a decir algo se quedó mirando los moratones de mi cara y siguió mirando el resto de moratones visibles en mi cuerpo, entonces cogí la chaqueta que con la que había traído a pinxo y me la puse para que no los pudiese ver y entonces fue cuando me miró a los ojos y me preguntó que que me había pasado y le respondí:
-No es nada, caídas tontas con los patines, soy patosa –Le respondí con la mejor sonrisa que pude poner.
-Esos moratones no salen por caídas, tendrías rasguños eso es como si alguien te hubiese pegado... -Vio que me quedé callada y mirando al suelo y contestó rápidamente.
-¿Te pegan? Eleonor, quien te pega –Me dijo muy serio.
Fue cuando le iba a contestar cuando la veterinaria se acercó a nosotros y nos dijo:
-Por las fracturas que tiene tu perro es imposible que se haya caído, le han tenido que pegar y bastante fuerte por el estando en el que está, ¿Sabes de alguien que haya querido matarlo?
En ese momento Chase me fulminó con la mirada y me agarró de la mano, y cuando se me fue el nudo de la garganta le contesté:
-No... no se de quien podría haberle hecho eso, ¿Cómo está?
-Está muy mal no creo que pueda superar esto, todo depende de estas primeras 24 horas, si vemos que solo hace que empeorar habrá que sacrificarlo para que no sufra, en cambio si logra superarlo tendrá que llevar vendadas las dos patas delanteras y estará ciego de un ojo.
Se me nubló la vista por varios segundo, y con la mejor voz que pude poner le pregunté que si podía pasar a verlo.
-Puedes pasar, pero muy poco tiempo ya que se podría alterar al verte y empeorar las cosas- Me contestó.
-Si, estaré solo medio minuto solo necesito tocarlo –Le contesté, me fui a levantar y algo me retuvo, era la mano de Chase, me tenía sujeta por la cintura y no me di cuenta, entonces lo miré y miré su mano, y sonrojado la apartó y se enderezó en la silla.
Me levanté y me dirigí con la chica hacia la sala donde estaba pinxo, lo vi tumbado en una camilla con cables saliendo de él y me quedé parada, entonces fue cuando la chica me dijo que uno de esos cables le inyectaba calmantes, otro le ayudaba a respirar y otro entre muchos le servían a ellos para controlar sus pulsaciones. Me acerqué a él y le acaricié la cabeza, en cuanto sintió mi tacto abrió un poco más los ojos y empezó a mover su cola y a quererse levantar, la veterinaria le tuvo que inyectar más calmantes y me dijo que me tenía que ir ya, le hice caso y me dirigí hacia la sala de espera donde me estaba esperando Chase, al sentarme a su lado me derrumbé y empecé a llorar a mares, él se quedó parado, se me quedó mirando y a continuación me dio un abrazo y me dijo:
-Sé que tu perro no se ha caído por las escaleras ni que los patines son los causantes de tus moratones, no puedes engañar a alguien que está pasando por lo mismo que tú.


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