#4. J

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Lo más curioso del tiempo en Inglaterra es que, cuando un día promete ser brillante y caluroso, solo tienes que esperar cinco minutos para que empiece un nuevo diluvio universal.

Bueno, vale, tal vez me esté poniendo un poco dramático. Cuando me desperté esta mañana en el internado tenía ganas de tranquilidad y tomar un poco de sol mientras hordas de estudiantes uniformados volvían al internado después de unas pequeñas vacaciones de semestre. Es lo que más mola de este sitio: festivos por doquier. Festivos en los que puedes volver a tu casa, si tus padres tienen ganas de aguantarte o puedes quedarte en Surval Montreux. Dejad volar la imaginación: una mansión de años de antigüedad para ocho o diez pringados y poder hacer lo que te dé la gana. ¡Es un chollo!

He conseguido bastante tranquilidad, eso sí, pero el cielo sigue algo plomizo aunque no amenaza lluvia, así que me dejo caer otra vez en el prado cerca del colegio y cierro los ojos mientras tarareo entre susurros una canción inventada. Con los brazos detrás de la nuca, disfruto agradablemente de los pocos rayos de sol que consiguen atravesar la mata de nubes grises. Últimamente siento una cotidianidad monótona y sin fin; los días se vuelven semanas, las semanas se vuelven meses... Y nada cambia. Dormir, comer, aprender, estudiar. Solo estos pequeños festivos cortan un poco toda la rutina. Que sí, que podría haberme ido a Oxford con mi familia pero mi hermana mayor está a punto de casarse. Estoy un poco harto de que me pidan decisiones para que después me digan que tengo el gusto en el culo. Así que pasaré bastante del asunto hasta que pueda ver a Elsa vestida de blanco. Entiendo que haya una explosión de emoción alrededor de la ceremonia. Joder, yo también estoy emocionado. Pero supongo que es un sentimiento que llevo más por dentro...

De repente, siento como si una nube un tanto densa tapara el sol y abro los ojos algo molesto. ¡Maldito clima inglés! Pero antes de soltar alguna palabra subida de tono, me quedo sin habla, sorprendido. Tengo una chica detrás de mi cabeza, que me mira curiosa con los brazos cruzados. Ella es la que me ha tapado el sol. Lleva unos tejanos algo deshilados por la altura de las rodillas y una sudadera negra que le debe ir como dos tallas más grande. Pero lo que me sorprende más de su aspecto es ese pelo rizado y salvaje que parece puro fuego.

—¿Sabes? Si llevaras falda ahora mismo te vería las bragas.

Jack Frost, soltando estupideces por la boca desde tiempos inmemorables. Ese soy yo. Pero para mi sorpresa, la chica esboza una sonrisa torcida que desde mi ángulo de visión, le da una expresión graciosa.

—Por favor, dime que no has soltado una chorrada similar antes para intentar ligar con una chica —me la devuelve.

—Vaya, eso ha dolido —bromeo, incorporándome para verla mejor. No parece muy alta y me sorprende ver a alguien por aquí vestido de una forma tan... sencilla. ¿De dónde habrá salido?—. ¿Cómo te quedaría si te dijera que sí?

La pelirroja abre los ojos celestes, sorprendida. Descruza lo brazos y esconde las manos en los bolsillos de su jersey. Una vez mi padre me dijo que nunca juzgara a las personas por su forma de hablar o su forma de vestir. Sino por sus ojos. Los ojos de una persona esconden muchas cosas, pero muestran otras. Muestran si son tranquilos o inquietos, si son confiados o inseguros. Me dijo que, en un internado como el Surval, tenía que aprender a descifrar ese matiz en mis compañeros y confiar en mi instinto. La chica que tengo delante de mí parece vulnerable pero a la vez segura y feroz. Y eso me crea curiosidad

—Uau. O eres un fanfarrón de mucho cuidado o las chicas de este internado son muy facilonas.

—Vas a romperme el corazón y no hace ni cinco minutos que nos conocemos —sigo bromeando. Ella se encoge de hombros pero sigue sonriendo—. ¿De dónde has salido, por cierto?

De pronto, su expresión cambia radicalmente y gira los ojos en blanco, resoplando. Ha empezado una ligera y fría brisa que hace que su cabello luzca más indomable.

—En teoría me han transferido han este internado.

—¿En serio? ¿En medio del curso? —no puedo evitar curiosear—. ¿Espera, por qué en teoría?

—Porque en la práctica estaba huyendo de aquí con la intención de volver a Londres cuando me he topado contigo. ¿Sabes cuál es el camino más corto para llegar a Winchester?

—¿Escaparte? ¿Estás loca? Este colegio tiene cámaras de seguridad por todas partes además de un bonito muro infranqueable... La directora Gothel se va a llevar una pésima primera impresión tuya.

—Ah, no te preocupes por eso. Ya se la he dado —suelta, sentándose a mi lado.

No puedo evitar soltar una carcajada con su último comentario. Me cae bien esta chica. Es lista y tiene sentido del humor. Me gustaría saber más sobre ella. De pronto, se estira a mi lado, con las manos encima de su vientre y cierra los ojos. Eso me daría una buena oportunidad para contemplarla, pero soy débil, y seguir soltando bromas estúpidas y subidas de tono me tienta más.

—Te veo un tanto confiada, señorita. Podría ser un pervertido y aprovechar que estás con la guardia baja para meterte mano.

—Tú intenta tocarme que te corto los huevos.

Antes de que pueda replicar con una frase mordaz, la chica se levanta cual monstro de Frankenstein, dándome un buen susto. De pronto su mirada brilla de tal forma que me pongo un pelín nervioso.

—¡Espera, es una idea fantástica! —entonces se gira hacía y justo ahora soy consciente de la poca distancia que hay entre los dos—. Si te doy una paliza... ¡Me van a expulsar! ¡Es brillante!

—¡Espera, alto! —rápido como el viento, me levanto para poner distancia con ella. No sé porqué pero me da que ha dejado de bromear—. ¿No hemos tenido ni una primera cita y ya me quieres abofetear?

—¡Venga! —la pelirroja se levanta, poniendo su mejor cara de cachorrillo —Te prometo que no te pegaré fuerte. Hazlo por la bonita y profunda amistad que podríamos haber tenido en un futuro.

—Sé que sonará muy egocéntrico por mi parte, pero me gusta mi cara tal y como está.

Veo su intención de abalanzarse sobre mí y empiezo a tener miedo de verdad. Trago saliva con fuerza cuando de pronto, la chica se para y coge el móvil.

—¿Sí...? ...Estoy inspeccionado el terreno, tal y como me pidió la directora. ¿No es eso lo que debía hacer?... ¿Escaparme yo? ¿Cómo puedes pensar eso de mí? —rio por lo bajo al escuchar hacerse la ofendido. Ella me fulmina con la mirada y me enseña el dedo corazón—. Oye, no necesito niñera, ¿vale? No es como si esto fuera el Buckingham Palace... ¡Agh! ¡Está bien! Ya vengo.

Descuelga y vuelve a guardarse el móvil en los tejanos. Esa ha sido, con diferencia, la conversación telefónica más rara que he escuchado. Lo digo en serio, esta chica es una caja de sorpresas. A diferencia de las niñas bien del internado, es como ver una fuerza de la naturaleza. Tal vez este curso deje de ser aburrido y todo.

—Bueno, ha sido un placer hablar contigo, pero mi confinamiento me espera —me dice con una mueca de disgusto—. Supongo que la próxima vez que nos veamos iré con un uniforme repipi y tendrás oportunidad de verme las bragas.

—No sabes cuánto deseo que llegué este día.

—Que te den.

El viento ha empezado a pegar más fuerte y mientras la pelirroja empieza a subir por la colina que lleva al colegio, esconde su rostro bajo la capucha de la sudadera negra.

Sí, definitivamente este año va a ser muy entretenido.


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⏰ Última actualización: Aug 20, 2016 ⏰

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