Demos una retrospectiva, volvamos a 3 años en el pasado; recuerdo estudiar la primaria y que la vida en este país no era tan problemático que digamos. El presidente estaba muy enfermo, cada día nos informaban acerca de su salud y sus simpatizantes tenían fe de que mejoraría; habían pasado como unos 5 meses de haber ganado las elecciones y para esos momentos estaba debilitado en una cama, para eso había dejado como vicepresidente a un señor cuyo nombre era conocido pero no tanto por haber tenido cargos de relevancia.
Unos decían que el presidente moriría mientras que otros que su enfermedad iba a mejorar, para aquél entonces la vida en Venezuela era normal, claro, no era la nación más normal ni el más desarrollado de América Latina, muchos menos del mundo pero vivíamos bien.
Un martes en la tarde, recibíamos un nuevo mensaje del gobierno, -De seguro nos dirán que el presidente está mucho mejor que ayer - me decía a mi mismo, mi padrastro estaba ahí, junto a mi, esperando la "buena nueva".
El portavoz de aquel mensaje era ese hombre que le habían encargado la vicepresidencia; yo, como había escuchado tantas noticias sobre su salud me decidí alejar, pero antes de ir a mi cuarto escucho decir que el vicepresidente, de tono apagado, decía unas horas, -Será que saldrá del hospital?- exclamé. De pronto, ese hombre lloraba y decía "El presidente ha muerto".
Todos en la casa estábamos confundidos, nos preguntábamos si todo era cierto ¿Y como no serlo si el mismísimo vicepresidente lo ha dicho?, pero todo seguía calmado. Mi padrastro abría la puerta para contemplar las reacciones de los transeúntes y de los vecinos, cuando de pronto, una señora de tercera edad nos pregunta si todo era verdad a lo que asentimos y se alejó con una cara de tristeza.
Esa noche se nos fue la luz, las personas estaban aterradas de lo que pudiera pasar, reinaba la incertidumbre de un pueblo ante lo desconocido. Como familia opositora al fallecido presidente nos alegrábamos ya que su largo periodo presidencial había terminado, pero no dejábamos de hacernos preguntas ¿Habrá transición? ¿Ahora que pasará? ¿Que será de nosotros?, esa última pregunta me marca cada vez que la recuerdo.
Los días posteriores a la muerte fueron de tranquilidad para aquellas ciudades fuera de Caracas, mi ciudad, Barquisimeto era un valle de murmureos, mientras se veía en televisión lo que era el funeral de Hugo Chávez, el hombre más poderoso y polémico de nuestro país por más de 15 años. Me mandaban a comprar los periódicos cuyos encabezados eran de despedida al líder socialista, victima de un cáncer, fruto del rencor que había sido guardado en el por mucho tiempo.
El CNE anunciaba elecciones para mediados del siguiente mes, nos mirábamos con cara de felicidad, habíamos logrado una segunda oportunidad y no queríamos volverla a perder como ese noche de octubre. El vicepresidente había sido nombrado como presidente provisional y obviamente sería el candidato del partido de su predecesor.
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Lentejuelas Rojas
Non-FictionATENCIÓN: Todo está basado en mis memorias, nada es ficción, solo los nombres para evitar problemas. Que se siente ser un adolescente al ser testigo de la peor crisis que ha azotado Venezuela? La inseguridad, las colas, la escasez y por supuesto, e...