"Elecciones"

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Sale el sol, es domingo 14 de abril de 2013, Venezuela está lista para afrontar unas nuevas elecciones, las primeras sin el "Comandante", y yo estaba preparado para acompañar a mi papá a votar. Era un poco antes de las 6 de la mañana, según mi papá había que irse a esa hora para evitar las largas filas de personas que esperaban realizar su derecho al voto, pero no me importaba madrugar.

Nos vestíamos mientras encendíamos el televisor, todos los canales a nivel nacional apuntaban que algunos centros de votación comenzaban a abrir en Caracas y el interior. Salimos de la casa hacia la calle, que aún estaba anegada de oscuridad de la madrugada, se sentía el frío pero el entusiasmo calmaba.

-¿Crees que haya ya gente en la fila?- le preguntaba a mi papá mientras nos dirigíamos al centro de votación que le tocaba.

-Pues, sí, pero poca -me respondió

En menos de 20 minutos ya habíamos llegado, y las sospechas de mi papá eran ciertas, habían personas esperando en la fila aunque no eran muchas. El centro de votación, que era un liceo, no había abierto para que los ciudadanos votaran, todo era silencio ante los militares que custodiaban el lugar, como cada centro de votación en el país formando parte de un operativo de custodia para las elecciones y los electores.

Al rato, dividieron la fila en 4, organizados por terminal de número de cédula de identidad (C.I), mi papá era uno de los primeros en su fila, pero todavía no habían abierto el centro de votación. Las personas murmuraban, se decían unos a los otros sus opiniones de la temprana jornada mientras que otros leían el periódico para analizar las noticias del día y del escrutinio. 

El reloj ya marcaba las 8 de la mañana, las filas que habían organizado los efectivos de seguridad en conjunto de los organizadores del centro de votación ya estaban largas, los murmureos eran más estruendosos, y cada cierto momento llegaban corresponsales de diversos medios de comunicación para observar la actividad en el lugar. 

-¿Y cuando abren esto? - le dije a mi papá, aunque las personas que estaban alrededor de mí también escucharon, reaccionaron con cara de empatía.

-No lo sé- me respondió.

Al fin decidieron abrir el centro, no pasó mucho tiempo cuando nos dejaron entrar, mi papá realizó otra fila para identificarse y ubicarlo en un salón, para luego hacer una fila más para ingresar a ese salón (o mesa) y así poder votar. Rápidamente, hicimos una fila más para entrar al salón, mientras yo observaba a las personas.

-Mira, hasta los ancianos están activos a esta hora de la mañana -le digo a mi papá

Mi papá observa y ríe, luego lo llaman para que ingresara al salón, y yo sin miedo pasé con el. Los miembros de mesa (los organizadores electorales de cada salón) le indicaban como mi papá como votar, luego los dos nos encontrábamos frente a la máquina donde se votaba, mi papá seleccionó su opción y dejó el voto en la papeleta. Para confirmar su voto, le hicieron firmar y mojar su dedo en tinta morada, la cual es un símbolo democrático en Venezuela y otros países; los miembros de mesa me observan y me invitan a mojar mi dedo, a lo que accedí sin mediar palabras.

Nos regresamos a casa, no eran ni las 10 de la mañana, cuando llegamos mis abuelos desayunaban y no dejaban de preguntaban como estaba la situación en la calle. Yo subí a la habitación y me acosté, tenía sueño, esa fila más que emocionante, era aburrida y agotadora. Mis ojos se cerraban ante el ruido del televisor, los canales nacionales anunciaban una moderada cantidad de electores, lo demás quedó en el vacío, me había quedado dormido.

Abrí mis ojos, eran las 12 del mediodía así que bajé a almorzar, habían llegado mis tíos los cuales se sentaban a conversar sobre su experiencia al votar y los inconvenientes que notaban. La tarde se había pasado muy rápido, yo estaba con mis primos, debíamos sacarnos de la cabeza por un momento la tensión electoral, mis tíos habían cambiado el tema de conversación, pero no habíamos cambiado el canal que informaba sobre como se encontraba el país.

Se hizo de noche, en la calle reinaba la incertidumbre, mis tíos se habían ido llevándose a mis primos además de mi papá; sólo estaba con mis abuelos, sentados en el recibidor dando la opinión sobre los resultados.

-Harán trampa de nuevo -nos decía mi abuelo

-Esperen, todavía falta -decía mi abuela con firmeza y tranquilidad.

Pasaba la noche, cada bando político transmitía su mensaje de felicitación al país por haber demostrado su interés por la democracia, pero en las casas todo era silencio y espera. Ya era muy tarde, estaba en la habitación con mi abuela, viendo un canal nacional que transmitía una película para relajar a los espectadores, pero cada cierto tiempo hacían pase a la sede del Consejo Nacional Electoral, específicamente a las barandas del segundo piso.

-Ay, esas benditas barandas...! -Exclamaba

Mi abuela respondió con un suspiro, el sueño nos atraía, pero teníamos que estar muy despiertos al momento de los resultados. En la calle escucho personas entonando el himno nacional, pero sólo era un grupo, los demás vecinos estaban probablemente durmiendo junto al televisor.

Los canales se activan, baja la junta directiva del Consejo, se aproximan los resultados, ha llegado el momento que Venezuela había estado esperando: el nombre de un nuevo presidente. Después de sentarse, y dar el control de las elecciones, se preparó para decir el nombre del triunfador.

Mi abuela y yo nos miramos antes de agarrarnos de las manos.

- El ciudadano.... -Decía la rectora del consejo, dando entender que el primero en nombrar es el que se ha llevado la mayoría de votos

El corazón me latía tan fuerte que pareciera que se me iba a salir.

-Nicolás Maduro Moros, con el ..... -Decía finalmente la rectora

Todo mi mundo quedó en silencio, mi abuela me dijo algunas palabras que no pude escuchar y se fue, mi confusión se mezclaba con el ritmo de la icónica marcha del canal que tenía puesto en el televisor, esa marcha estaba presente en cada elección del país.

Lo cambié, decidí dormirme, ¿Continua el legado? ¿Ahora que pasará? despedía con preguntas a una noche que no iba a olvidar. Cerré los ojos escuchando los ruidos de los fuegos artificiales, que aunque no eran muchos, eran como un golpe a los que no esperaban la victoria del vicepresidente. 

Lentejuelas RojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora