"Descarguen toda esa arrechera"

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Abro mis ojos, todavía me siento confundido por lo ocurrido ayer, busco mis lentes pero no están y al buscarlos no dejo de escuchar un frenético sonido que viene de afuera.  Bajo las escaleras y me consigo un montón de periódicos que titulaban el triunfo del vicepresidente, eso es lo que alcanzo a ver ya que no tenía lentes puestos.

-¿Y mis lentes? - Le pregunto a mi abuela, que se encontraba limpiando la casa.

-Tu papá se los llevó -Me dice.

Trato de imaginar la razón del por qué mi papá se había llevado mis lentes, mientras pienso todavía se escucha el ruido a lo que subo a mi habitación y abro las cortinas para observar que era lo que estaba sucediendo, pero la calle estaba sola por lo que quizás venía de la avenida Venezuela, que quedaba a dos cuadras. 

Mi papá llega un poco exaltado, y me parecía extraño por la razón de que estaba convencido del triunfo opositor en las elecciones, eso era lo que estaba en mi cabeza, pero lo que salió de mi boca era algo muy diferente, aunque obvio:

-¿Donde están mis lentes? -Pregunto.

+Mandé a cambiar la montura -Me contestó algo cansado.

-¿Que es lo que está pasando en la calle? desde que desperté he estado escuchando un ruido estremecedor -pregunté de nuevo

+Personas protestando, unos gritando y otros con vuvuzuelas, se están dirigiendo a la sede del CNE -Nos dijo de forma general, como si fuera una primicia - Y tú, vístete que vamos a buscar tus lentes -me dijo.

Me vestí, de forma incómoda ya que no veía a la perfección, bajé las escaleras con cuidado y subimos al auto para ir a un pequeño almacén donde mi papá tenía unas amistades que se dedicaban a la venta de monturas y cristales de lentes. Pero perdimos viaje porque aún no habían revisado mis anteojos, y decidimos volver a casa. Mi papá tomó la avenida Venezuela, donde se estaba originando el ruido que me acompañó en mi despertar de ese día, a lo que observamos las personas manifestando de forma muy animada, pero en un dos por tres empezaron a correr despavoridos, de forma contraria a la que estábamos.

Alcanzo a medio subir el vidrio mientras preguntaba a gritos lo que pasaba a las personas que pasaban cerca del auto.

-¡Bombas! ¡Bombas lacrimógenas! -exclamaba una muchacha sin mirarme, solo corría y gritaba.

Mi papá desesperado por la situación logra retroceder el auto y conducimos hacia la calle más cercana, estábamos impactados por el repentino cambio de la movilización, así que llegamos a casa y entramos rápido, pero de un momento a otro mi papá me dice:

+Quédate aquí con tus abuelos, yo iré a la avenida.

-¡¿Estás loco?! ¿no viste a las personas corriendo? -Le contesté alterado.

+Sí, hijo, pero debo luchar por ti, este es el momento y debo ir -Insistió.

-No estoy de acuerdo, pero si quieres ir, adelante - Dije entre dientes. 

Mi papá se dirigió a la avenida mientras que yo subí a la habitación, era lo único que podía hacer ya que no tenía lentes, mis abuelos andaban ocupados y mi progenitor salió a que probablemente lo asustaran los policías represores. 

Poco tiempo después, llegan mis primos, y decidí entretenerme con ellos hasta que llegara mi papá de aquella guerra campal y fuéramos a buscar los lentes; me había relajado luego de un rato, pero de repente se me vuelve a salir con el corazón: sonidos de disparos y gritos cada vez más fuertes. 

Fui corriendo a la puerta, y en ese instante me ve un grupo de personas que se les notaba que habían corrido desesperadamente, y me dicen:

-Niño, ¿que haces ahí?, los guardias andan disparando a todo lo que vea y mueva -con un tono de susto, pero de tranquilidad, probablemente porque se habían alejado lo suficiente del maratón de represión que se había instalado en la avenida.

Todo era terror y nervios, sonidos de ambulancias y ráfagas era lo que más aterraba en un día al que creíamos que el "socialismo del siglo XXI" terminaba, pero no estábamos en lo cierto, pero en lo que sí es que empezaba una larga jornada de descontento popular hacia un gobierno que ya tenía tiempo suficiente pero no le pareció irse. 

Luego, mi papá llega de forma pacífica, como si no hubiera ido a ningún lado:

+ Hijo, vamos a buscar tus lentes -me dice

- ¿Como llegas así de tranquilo? ¡escucha tus alrededores! -Le dije

No me contestó y rápidamente encendió el auto, me metí en el y fuimos a buscar los lentes, mientras yo miraba (apenas) lo que pasaba en las calles y sus vecinos, que sin importar su ideología política, sabían que la elección de ayer provocaría ese tipo de consecuencias.

Después de buscar mis lentes, mi papá me dejó en casa, mientras que el se fue a la suya, cuando entré a la sala estaba mi abuela escuchando una rueda de prensa del candidato Capriles, el opositor que había perdido los comicios, quien estaba diciendo:

-¡A las 8 PM que retumben las ollas y cacerolas con fuerza, descarguen toda esa arrechera!

Me sentía ansioso, quería que llegara la hora para ver y escuchar la reacción de los venezolanos, me preguntaba si pasaría, si las personas acatarían o solo se quedarían en sus casas, pues ese día muchas personas de mi cuadra estaban ahogadas en pena y en desilusión. A medida de que acercaba la hora miraba una cacerola que tenía cerca, al igual que mi abuela, que al igual que yo sabía que estaba por pasar algo.

Un silencio anuncia las 8 de la noche, yo iba a la puerta y veía a los lados pensando ¿Será que no sabían? o ¿Tienen miedo?, pero yo tenía una cacerola a mi lado, esperando cualquier cosa.

Clinc, clinc, clinc.. Se oye lejanas unas ollas a las cuales les estaban golpeando con furia, al pasar el tiempo, el ruido ya era estremecedor, la participación de los vecinos era inminente, quienes expresaban su preocupación por los resultados y compartían el deseo del candidato opositor: hagamos ruido para que nos escuchen.

Salí a la calle sonando mi cacerola, toda la calle estaba llena de ánimos, parecía año nuevo ya que los vecinos salían de sus casas a encontrarse los unos a los otros, se escuchaba el sonido del pueblo, el sonido de la rabia, de las cacerolas que daban un claro mensaje de "arrechera" social. Después de una hora a la convocada, todo se había convertido en una fiesta, por lo menos por mi cuadra, personas animaban desde sus autos, otros con sus vuvuzuelas y el sonido de las ollas seguía sonando.

Mientras estaba con mi prima en la esquina viendo pasar a los demás en caravanas y pequeñas marchas, vemos el origen de una llama y a continuación se sentía el olor a quemado: empezaba el caos, estaban quemando neumáticos. Regresé a mi casa para descansar y para ver las noticias que anunciaban violencia en algunas ciudades del país.

- Venezuela está ardiendo, esta noche es histórica -me dije.


Lentejuelas RojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora