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    Desde la ventana de su habitación, podía observar perfectamente a la mujer en el edificio de al frente.

Tal vez se debía a que ambos edificios estaban cerca porque correspondían a la misma residencia, o sólo porque los arquitectos habían tenido una mente dañada a la hora de crear los edificios.

Mientras la observaba, Corbin Collins le agradecía a cualquier humano que tuvo que ver con ese error porque gracias a eso podía tener el espectáculo de ahora frente a él. Se trataba de una mujer de cabello marrón, que a la luz del sol que entraba por la ventana parecía tener algunos reflejos amarillos o al menos un tono más claro de lo que era su cabello, ella estaba de pie frente a la cama dándole la espalda a la ventana y con su cuerpo cubierto solo por ropa interior mientras su cabello y su cuerpo se movían al compás de alguna canción desconocida para Corbin.

No tenía un cuerpo cargado de cirugías como las candidatas con las que Corbin solía pasar alguna noche pero era esbelta y que su tez tuviese algo de color aunque sin llegar a ser moreno como él le había gustado, porque aquella característica contrastaba perfectamente con su cabello.

¿Quién eres?, se preguntó él mientras descansaba su propio cuerpo contra la ventana, que ahora, inexplicablemente parecía ser la de ella.

Aprovechando la poca distancia movió sus pies hacia ella sintiéndose completamente hipnotizado por sus movimientos y cuando estuvo lo suficientemente cerca de la mujer alzó una de sus manos y con delicadeza hizo que la chica fuese girando poco a poco para poder mirar por completo aquél rostro que se le había negado al mirarla desde su perspectiva.

Extraño AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora