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Fiel a sus encuentros de una vez a la semana, Ian y Miles estaban en el departamento de Corbin.

El lugar estaba impregnado de alcohol, pizza y hamburguesas que habían comprado para pasar la tarde y mientras Ian narraba todo lo sucedido en el viaje y al llegar al departamento, el televisor que estaba a un volumen soportable, parecía quedar en un segundo plano por el tema de conversación.

Ya había pasado un día desde que se habían encontrado a la misteriosa mujer y aún ninguno había podido coincidir con ella, cosa que definitivamente los tenía frustrados porque habían quedado como tontos en el ascensor.

-Y entonces ninguno pudo decir algo inteligente cuando nos enteramos que, en realidad, era piloto -le comentó Ian a Miles, quién no había dejado de burlarse de ellos.

-No es como si ella nos hubiese dado alguna oportunidad de responderle. Ella sólo dijo adiós y se fue -gruñó Corbin, intentando salvar su honor y el de Ian.

-¿Por qué no le llevan algo de bienvenida? -sugirió, mirando a Ian y luego a Corbin-. Al menos así tendrían una excusa para hablarle ¿no? 

-Pero y si... -comenzó a decir Ian.
-Eso, o esperamos a verla en la aerolínea -intervino Corbin, ladeando la cabeza sin estar de acuerdo con el plan de Miles.

-Creo que el plan de Miles me gusta más -murmuró Ian frunciendo el ceño mientras alcanzaba lo que quedaba de su hamburguesa de carne.

-¿Y qué le vas a llevar? ¿Esa hamburguesa babeada por ti? -preguntó Corbin alzando una de sus cejas en un gesto cargado de sarcasmo, señalando con un dedo la comida.

Miles rió a carcajadas, sacudiendo la cabeza en negación.

-Llévale eso, así podremos ver cómo te la lanza en la cara -dijo.

Inmediatamente Ian entrecerró los ojos observando a sus amigos y negó con la cabeza, con el rostro mortalmente serio aunque por dentro también se reía con sus amigos.

-Ustedes son imposibles -gruñó levantándose del sillón para después perderse en la cocina.

Esa vez, Corbin se concentró innecesariamente en la botella que tenía a medio llenar de alcohol intentando no fijar la mirada en Miles porque sabría qué pasaría.
Pero que Corbin lo mirara no hacía falta para saber que había algo más en la mente del moreno.

-¿Y? ¿Por qué no quieres que él vaya a verla? -le preguntó Miles a Corbin aprovechando que estaban casi solos ahora.

Corbin posó la mirada sobre su amigo y se encogió de hombros, aunque algo en su mirada le dijo más a Miles de lo que Corbin pensaba.

-Te gusta -resolvió, dejando a Corbin con las palabras en la boca.

-No, es diferente. Yo... -se calló al pensar que definitivamente su mejor amigo pensaría que estaba loco si le contaba el sueño.

-Vamos, no me iré hasta que me digas todo.

-Es extraño, eso es todo -Corbin negó con la cabeza, queriendo no hablar más del tema por el momento.

-Corbin... Ya di lo que pensabas decir -insistió Miles, con expresión seria.

Pero él realmente no quería. A pesar de la confianza que se tenía a sí mismo pensaba que todo aquello era una locura, y sí, tal vez también se estaba volviendo loco y todo era su imaginación.

Tomándose su tiempo, alcanzó su botella y dio un largo sorbo antes de tomar el coraje que le había faltado para luego decir las palabras que tanto se había guardado, sin mirar a su amigo.

-La vi en un sueño -confesó.

-Ya sabía yo que algo más había pasado -comentó Ian acercándose hasta ellos, mientras Miles observaba a Corbin con una sonrisa divertida.

Extraño AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora