Limbo de Aflicciones

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Esta no es de mi autoria... es de un amigo.

La armonía profana, silencia sus pasos,
el estruendo estremece el infiel manzano que alberga a esa alhaja celeste.
Su piel tostada y sus cabellos centelleantes,
era el honor que se permitía a la vista del magnánimo y su prole;
incluso mayor belleza irradiaba que el jardín virginal que le rodeaba.

Entre tanto, la brisa le mecía tímidamente sin tratar de turbar su sueño...
¡Tanto era el deleite!... que el rocío incluso rozaba sus pómulos con extrema vergüenza
y ni una criatura a su alrededor se apreciaba, temerosas de ser rechazadas. 

El lecho de flores que le albergaba sollozaba tristemente por ser de arpías viles...
¿Cómo osar tocar su cuerpo?... nadie podía aceptarlo.
Todos los ojos y así ninguno se posaban en su efigie,
todas las almas de ese oasis perecían por sus labios.

No llovía... no se perdía el día...
su sonrisa apenas vislumbrada
era opaca y sus dos luceros
ámbar tan profundos que
admiraban la alameda... esperaban; la triste llegada de la apacible diosa de plata y su sequito de huérfanas.

La esperanza y la dicha de tenerle en sus dominios era lo que ansiaba el único habitante de esta tierra. 
Continuaba atascado el tiempo mientras aun corría ágilmente 
y con suntuoso apuro,
ese ser yacía inerte y una lágrima, era el único rastro de vida en ese rostro lleno de espejismos y misterios,
donde se relataba la historia del universo y sus frágiles manos poseían la dulce magia del destino,
con ellas lo tejía en un tapiz que no se ha de concluir.
Su corazón aun latiente no sabe si lo ha perdido o siempre lo había estado.

Todo el cosmos era su madre porque aun así era hijo de la nada.
Llego a ese lugar de la mano de los ángeles y se queda por obra de demonios…
¿O acaso ha sido al revés?... no recuerda nadie ese fatídico o glorioso día que no ha concluido jamás desde hace un siglo.  

El agua susurraba algo que no podía ignorar, ella sabe su verdad y ha preferido callar,
y formando una delicada hebra corre por el prado; surcando su suave y blando cuerpo buscando estigmas,
tomando lo último que podía dar, su inocencia.
Sin posar sus sutiles pensamientos en ninguna otra cosa, ante la ceguera a la que le sometían sus sentidos,
lo permite; tratando de encontrar el recuerdo más hermoso,
sigue quieto… ¿se esfuerza?... aunque en vano; la penumbra y la bruma en su conciencia no le darán para el hallarle,
desde que arrancado del nido fue el fénix nada más que miseria se le atribuye,
hasta que renace entre las brasas.

¡Pobre triste e inocente espíritu!...
su fragancia almizclada y perfumada;
casi indescriptible pero clara asesina,
encadenaba su espectro a la lejanía, a quien había abandonado,
junto a lo que había perdido, a esto se le atribuía su estar inanimado.

Sus dones eran pocos pero sus virtudes muchas,
ellas fueron causa de su caída,
los errores cometidos en su nombre fueron muchos,
a ellos debe su ascensión,
pero nunca se ha de catalogar de bondadoso o perverso,
ya que todo lo que ha hecho ha sido por ese sentimiento insano que arropa entre las espinas y defiende con su nobleza.
Solo hasta que la perpetuidad de la estancia sea irrumpida el chico dirá el término de esta leyenda.

Cuando las párvulas verjas se hallan caído y la resistencia de sus vigías sea en vano,
el enemigo de la ilusión haga su entrada al campo,
se rompa el cristal de la cúpula y el último regalo de la naturaleza halle su más grande suerte.
Se despertara del sueño para volver a él…
¡la profecía se cumplirá!...
al fin acabara el ritual con la caída del ocaso,
y en esta hermosa fosa se encenderá la hoguera nocturna donde ese cadáver al fin arderá. 

Dos gotas de agua idénticas y aun así distintas se encuentran, observan y petrifican.
En aquella pila de cadáveres que se incineran por la eternidad, está el reflejo de su antonimia.

Bajo el cerezo, las gotas toman forma, ahora llueve sin cesar,
la noche se ha perpetuado y un muro vítreo separa a ambos nuevos moradores… 
¿La historia se repite o se reescribe?... eso nadie lo sabrá.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2016 ⏰

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Poemas: La Manzana DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora