Olvide La Tarea; "El cuento de Rafaela".

parte 7 el tesoro

Rafaela como he dicho antes, era nuna niña muy peculiar, a quien le encantaba leer más que cualquier otra cosa en el mundo y jugar con sus tres amigos, una niña bastante extraña para los demás niños que envueltos en el sin fin de series que presenta la tele de hoy y los miles de millones de juegos en sus teléfonos inteligentes se alejan cada vez más de la belleza y la autentica diversión que representa ser niños.

Rafaela una pequeña niña muy especial que al haber olvidado la tarea durante el receso, estaba creando con apenas siete años de edad una maravillosa historia, una historia inédita, una historia que tenía a todo un grupo de niños y niñas entretenidos y a su maestra encantada.

-y entonces... -proseguía su narración Rafaela. - entonces luego de unos segundos de silencio, y luego de que Loreto y el viejo Rafael se calmaran, el elegante señor ratón Pan Con Mermelada rompió el silencio diciendo:

- Chirosa, ¿que tanto deseas convertirte en un mimo?.

- eh?, pues ese es mi más grande deseo, haría lo que fuera para que mi abuelo se olvide de convertirme en panadera y me dejé ser mimo.

Rafaela estaba ahora sumamente seria mientras interpretaba al señor Pan Con Mermelada, hablaba pausadamente.

- bien Chirosa, veo que estas siendo sincera con nosotros, ustedes han demostrado ser muy valientes al arriesgarse a venir solos a los jardines.

- bueno ya Pan diles de una vez por todas! -(ante el repentino cambio de voz de Rafaela, la posición de sus manos en la cintura y el guiño de uno de sus ojos, no hizo falta explicación alguna, todo el salón entendió que se trataba del gallo cascarrabias Rafael).

- y a ver si quieren! , si no dejemos de perder tiempo y busquemos a alguien más.

- calmate Rafael, déjame terminar por favor. -muy molesto pero educado como siempre replicó Pan Con Mermelada.

- que es lo que nos quiere decir señor Pan?, ya diganos.-dijo ansiosa Chirosa.

- me-mejor vá-monos Chirosa- le susurró al oído su amigo Loreto a quien le des agradaba la presencia del viejo Rafael. Pero Chirosa no le presto atención e insistió al elegante señor ratón que prosiguiera.

-bueno existe un rumor aquí en los jardines, se dice que en lo profundo del jardín de las dalias rojas existe una fuente de los deseos y que basta con arrojar una moneda en la fuente para que los deseos de tu corazón se hagan realidad- muy misterioso en su hablar y mirando de un lado a otro que nadie espiara les contó el elegante Pan Con Mermelada.

Que inteligente que era Rafaela, en realidad, aquello del jardín rojo era un recuerdo hermoso que había venido a su mente como un rayo mientras hablaba; una vez mientras la madre de Rafaela a quien le encantaban las flores podaba el hermoso jardín que tenían en casa y abonaba la tierra, Rafaela y su papá hacían arte con pintura en cartulinas blancas, cuando de pronto el padre de Rafaela le pidió que trajera pintura roja que había en el cuarto de los checheres a un lado del jardín, la pequeña estaba emocionada por tener este día con sus padres y mientras cargaba el pote de pintura el cual por cierto no tenía la tapa ajustada se distrajo por un segundo y tropezó, el pote de pintura resbaló de sus manos y dio a parar sobre las hermosas dalias blancas que tanto amaba su mamá, tiñendo sus pétalos de rojo intenso.
Rafaela sólo se quedó estupefacta al igual que su padre, ambos con los hombros escogidos y los ojos muy abiertos a la espera de que la madre se exaltara, las dalias eran sus favoritas, pero en cambio ella al verles la preocupada expresión en los rostros sólo pudo echarse a reír, padre e hija confundidos se acercaron a ella y cuando paró de reír miró a sus dalias y dijo:
-mi hermosa Rafaela, mira, que tan bello sería el jardín si ponemos algunas dalias rojas también. Luego Rafaela y sus padres limpiaron cuidadosamente la pintura de las dalias y unos días más tarde la madre de Rafaela sembró otro pequeño jardín solo con dalias rojas al rededor de una pequeña fuente donde Rafaela solía jugar y tirar una que otra moneda ya que en los libros que tanto leía las fuentes cumplían deseos.