La última lección.

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Ubicado durante la escena de Twisted Every Way, antes de Don Juan Trinfante. Es algo más corta, pero espero que les guste :) -R


—Él me encontrará, y no me dejará ir. Nunca se acabará.

—Christine...

—Siempre está ahí, Raoul, cantando en mi cabeza... ¿es que tú no lo escuchas? —la soprano reprimió un escalofrío y se obligó a serenarse un poco.

La pequeña capilla en la que ella y Raoul se encontraban estaba fría y sólo se escuchaba el eco de sus voces, y Christine no podía acostumbrarse a esa nueva sensación que le producía, totalmente distinta a la de antaño.

La chica había pasado horas en ese lugar, y muchas veces rogaba por quedarse allí todo el día; era su refugio contra los inclementes comentarios de Carlotta, la atareada vida de la Ópera y el mundo en general. Había aprendido a amar esas paredes, entre las cuales se sentía cercana a su padre, a su casa.

Y a su Ángel.

Pero esos tiempos habían terminado, y la capilla ahora se parecía a una pequeña celda. No entendía por qué había ido a buscar consuelo allí, cuando ya no trasmitía la paz que solía.

—Pero, Christine, es sólo un hombre, y lo sabes—le dijo Raoul, quien, a pesar de que su voz era suave y amable, ya empezaba a hastiarse del asunto del Ángel de la Música, como Christine bien lo intuía—. Mientras él siga viviendo, nos perseguirá hasta la muerte.

Él no entendía. Nadie lo entendía. ¿Acaso no veía cuando le estaba costando hacerle frente a la situación? ¿No comprendía que su corazón se estaba rompiendo en pedazos cada vez que pensaba en aquel que había sido alguna vez su amigo y su protector, la razón para levantarse cada día? Que la había hecho lo que era.

Pero no, Raoul no lo entendía.

—Así de confundida... ¿Qué decisión puedo tomar? ¿Debo arriesgar mi vida por la oportunidad de venir? ¿Puedo traicionar al hombre que...—Christine intentó que el nudo que tenía en la garganta desapareciera—que inspiró mi voz? ¿Me convierto en su presa... tengo alguna opción? Asesina sin pensarlo dos veces, Raoul. Él mata todo lo que es bueno.

Christine se sorprendió al escuchar el odio contenido en sus palabras, y se asustó de ella misma. ¿De verdad pensaba eso? Sí, su ángel había matado. Había matado a Joseph Buquet; el Cielo sabía que ese desagradable hombre no merecía vivir, la soprano había visto en demasiadas oportunidades sus abusos con las bailarinas. ¡Pero él no tenía derecho a hacer lo que hizo! se recordó la chica.

Aun así, Christine sabía que lo último no era verdad. Por el contrario, todo parecía cobrar vida en sus manos, y en su voz. Su voz... Podía hacer que unas simples melodías se convirtieran en algo nuevo y mejor con sólo desearlo, manejándolo a su antojo. Ella misma había cobrado vida bajo su tutela; todavía no podía reconocer en su persona a aquella niña asustada e insegura que había perdido a su padre.

No, no era verdad. Pero aun así....

—Sé que no puedo resistirme, desearía con toda mi alma poder hacerlo. Dios, si accedo... ¿Qué horrores me aguardan? La ópera del Fantasma... Raoul, nunca había escuchado algo así. Temo que me esté enfrentando a algo más...

—Christine, Christine, no pienses que no me importa—respondió su prometido, intentando tranquilizarla—. Pero todas las esperanzas están puestas en ti ahora.

Christine suspiró, asintiendo e intentando contener las lágrimas cuando Raoul la abrazó, pero sus palabras seguían haciendo eco en su mente.

¿Esperanzas de... qué?

Las Sombras que HabitamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora