Un buen día a su lado

150 9 1
                                    

Era un día normal, un jueves para ser exacto a las cinco menos cuarto  de la tarde, estábamos a finales de febrero, durante las semanas posteriores todo iba muy bien. Ese día fue un muy buen día la verdad, a las cuatro estuve dando clase de inglés, después de aquella clase veía a Pedro y cuando quedaban tan solo quince minutos no podía parar de pensar en que lo iba a ver, aquellos quince minutos se me hicieron eternos, hasta que cuando faltaban solo cinco minutos, Ester me dejó salir a recepción a tomar un poco el aire, yo me senté y enseguida vinieron Pedro y su hermana, Pedro se sentó a mi lado y al lado de Pedro se sentó su hermana no hablamos mucho hasta que entramos en clase, Pedro y yo nos sentamos en  nuestro sitio de siempre y fue entonces cuando nos pusimos a hablar como unos loros no había quien nos parase, aunque nos mirabamos de una forma algo especial y cada vez que yo le miraba y veía su sonrisa de "tonto", era entonces cuando mi corazón se ponía a mil por hora y mi mirada se perdía en sus labios.

Después de aquellas conversación, los dos nos sentamos mirando a Ester mientras que con una mano entrelazabamos  nuestros dedos , y con la otra nos dabamos caricias en la pierna aunque eso nos hacía algo gracia y cosquillas a la vez, de pronto Ester nos dijo de jugar a un juego de  preguntas en inglés, nos fue haciendo preguntas a todos aunque eran preguntas con respuestas cortas, a mi la pregunta que más me incomodó fue la decía que sí tenía novia, entonces Pedro me miró y me puse algo nervioso yo respondí "no, no tengo" y entonces hubo un silencio algo incómodo, luego de aquella pregunta le tocaba a Pedro y fue entonces cuando le preguntó Ester, "¿tiene algún mejor amigo?", él me miró fijamente y dijo "sí, está aquí a mi lado" yo me puse muy pero que muy rojo y la verdad es que no sabía qué decir ni qué hacer así que lo que hice fue quedarme callado y mirar hacia otro lado, luego bajo mi mano hacía la suya que se encontraba debajo de la mesa y nos cogímos de la mano hasta que se acabó la clase, nos levantamos de la silla y yo me puse a hacerle cosquillas mientras que salíamos de la academia y él a mi tambien hasta nos abrazos, aquella hora que estuve con Pedro que decidí acompañarle hacia su casa, su hermana se adelantó y nosotros nos quedamos atrás íbamos muy despacio y a la vez muy pero que muy juntos, nuestras manos se rozaban, era un rocé continuó hasta que de pronto note como Pedro iba acercando poco a poco su dedo meñique hacia mi dedo meñique hasta que llegó a cogerlo, yo le seguí el juego y también le cogí de su dedo meñique él iba acariciando mi dedo meñique y yo igual, hasta que yo decidí cogerle de la mano por completo, primero uniendo nuestros dedos meñiques, luego nuestros dedos anulares, después los del medio, luegos los índices y por último nuestros pulgares y bueno él me dejó coger su mano en plena calle y fue entonces cuando note la temperatura de su mano al aire libre, íbamos por la calle cogidos de mano como una pareja aunque había alguna que otra que pasaba por delante nuestro y después de aquello se daba la vuelta para vernos como nos dabamos la mano. Nuestras manos se balanceaban al ritmo de nuestros pasos con unas sonrisas en nuestras caras, y con unas miradas indescriptibles, éramos como dos tontos que íbamos de la mano por la calle a los que les daba igual lo que dijesen los demás sobre lo que hacíamos, lo único que hacíamos era ser felices haciendo lo que nos dé la gana. No quise que aquello acabe nunca ya que era la primera vez que hacía algo parecido hasta que después de todo aquel momento llegamos a su casa estaba algo lejos como quince minutos pero me daba igual ya que fueron los mejores quince minutos de mi vida. Estábamos en la puerta de su casa solos él y yo sin nadie alrededor, no sabía ni cómo despedirme, solo le dije "adiós" con una gran sonrisa, él también hizo lo mismo y a continuación nos dimos un abrazo era diferente a ningún otro sentí como si abrazase a un oso de peluche, nos abramos un buen tiempo hasta que su mejilla rozó la mía, nos quedamos un momento mirándonos, sus ojos miraban los míos al igual que los míos a los suyos hasta que después de unos segundos nos separamos y yo veía como entraba en su casa, yo me fuí a mi casa muy pero muy contento pensando en él sin quitarme ni un solo segundo de mi mente y cuando llegue a mi casa lo único que hice fue tirarme en la cama y abrazar la almohada imaginando que era Pedro hasta que llegó la noche y dormí pero como no, soñé con él y era la primera vez que lo hacía, se podría decir que ese día fue inolvidable y sin ninguna duda no habría ninguno como ese aunque lo que si quería era otro día igual o mejor pero que sea siempre a su lado.

15 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora