Mala suerte

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Aún recuerdo cuando, a la tierna edad de 5 años,  me propuse esmerarme cada día de mi existencia en tener una adolescencia de ensueño.

Desde mi apariencia, estilo de vida y mi círculo social. Pero nada de eso terminó siendo perfecto en realidad ya que mi aspecto no era más que el de una chica escuálida y sin chiste con un corte de cabello ridículo.

Se supone que tendría un cuerpo y un cabello perfecto, pero en su lugar estaba más plana que una tabla y poco me faltaba para estar calva.

Se supone que sería una gurú de la moda, pero en vez de eso estaba vistiendo ropa de hombre.

Y de supone que sería la chica más popular de la escuela, estando rodeada de amigos y admiradores pero lo único por lo que destacaba en el colegio era por los constantes ridículos que hacía y mi "círculo social" abarcaba a un chico y una chica a los cuales creía conocer a la perfección, pero después de esa fiesta vaya que me equivoqué...

Tamara resultó ser una alcohólica de primera y Erick se estaba acostando con quien se supone sería mi novio...

Sí, esa se supone que debía ser mi vida, pero ahora estaba aquí, en el jardín de mi casa intentando subir por la ventana que da a mi recámara y rezando por que nadie me vea así, vestida de hombre y llame a la policía.

Afortunadamente logré entrar a mi habitación sin ningún problema Y siendo casi las tres de la madrugada mis padres seguramente se encontraban en su cuarto o quinto sueño, así que me dispuse a ponerme mi pijama de gatitos y me metí debajo de las sábanas.

Todo eso lo hice en silencio y sin pensar absolutamente en nada. Incluso, mientras guardaba la ropa que Erick me había prestado en mi mochila, pude sentir como un zumbido azotaba mi cabeza mientras apretaba los dientes.

La comodidad de mi almohada me hizo suspirar al encontrarme completamente rendida por el sueño pero automáticamente los recuerdos de lo que acababa de pasar minutos antes volvieron a mi memoria...

Los labios de Morgan sobre los míos. Sus manos en mis mejillas... y estúpida sonrisa.

Tomé una almohada y la puse sobre mi rostro apretandola con fuerza mientras gritaba para dejar salir toda esa frustración acumulada a lo largo de los últimos días.

Me habían trasquilado el cabello, termine vestida de hombre, tenía la ligera sospecha de que mi mejor amigo se había acostado con mi hombre y Morgan me acababa de besar...

El solo hecho de recordarlo me hizo sentir mi cara arder. No era mi primer beso, pero se había sentido así... Quizá porque era el primer beso de "Ángel".

¡¿PERO QUE MIERDAS ESTOY PENSANDO?! ¡ANGEL SOY YO, MALDITA SEA!

Suspiré pesadamente mientras me acomodaba en la cama. Lo que más necesitaba en ese momento era dormir...

...

¿Saben que es lo mejor de los sábados? El no tener que levantarse temprano.

Claro, eso no aplica si estuviste toda la noche sin poder pegar el ojo, cosa que casualmente me acababa de pasar.

Ya pasaba de medio día y con ojeras dignas de un mapache salí de mi habitación para ir a desayunar. Mi madre estaba pegada a la estufa con el teléfono en su oreja y, por lo que pude escuchar, estaba hablando con la madre de Tammy. Apenas entré a la cocina mi mamá me lanzó una mirada asesina y se despidió para colgar el teléfono.

—¿Tienes algo que decir en tu defensa? —me preguntó con seriedad mirándome fijamente y cruzada de brazos. Yo solo disimulé bebiendo de una taza de café, que supongo era de ella, y mirando hacia otro lado. El café estaba amargo y devolví el sorbo que había tomado haciendo una mueca de asco.

Ángel/aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora