Cuando lo raro se vuelve aún mas raro (El agonico caso de Erick Miller, parte 2)

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Tenía doce años cuando encontré el diario que mi madre usaba en la preparatoria. Fue entonces cuando descubrí lo mucho que mi madre había amado a mi padre y todo lo que había hecho por él.

Cada página narraba todas y cada una de las experiencias de su romance autodestructivo. Ella había abandonado sus amistades y las esperanzas de alcanzar sus sueños por complacer todos y cada uno de los caprichos de ese hombre. Demostrar su amor incondicional, le decía ella.

Se entregó a él sin restricciones creyendo que él también la amaba de la misma forma, pero valla que se equivocó. Terminó sola y con un hijo a quien le entregó de la misma forma incondicional todo su amor y su tiempo.

Por eso no creía en el amor. Para mi eso no existía y siempre terminabas sufriendo.

Por eso temía tanto enamorarme.

...

Ethan había notado mi angustia y terminé por contarle mis razones.

—Yo jamás voy a lastimarte —fueron sus palabras justo después de pedirme iniciar una relación con él.

Sus palabras y sus acciones me hicieron creerle. Estaba haciendo todo lo posible por hacerme feliz y cada día de ese verano a su lado fueron los mejores de mi existencia.

Ángela y Tamara se encontraban de vacaciones, por lo que las siguientes semanas restantes a ese verano las pasé por completo al lado de Ethan.

Ni siquiera podía creer que fuera el mismo tipo al que creía odiar ya que era completamente diferente a la persona que creí que era. Divertido, atento y siempre demostrandome su amor.

Cuando cumplí quince años me llevó a conocer a sus padres, quienes me aceptaron de inmediato.

Yo ni siquiera le había contado nada a mi madre, quien estaba completamente complacida de verme con un amigo nuevo. Si supiera lo que pasaba en mi habitación cada vez que Ethan venía a mi casa... Nada subido de tono aún, pero todo el tiempo estaba abrazándome y besándome sin dejar de repetir lo mucho que me amaba. Con él mi felicidad era plena.

Todo era puro y sincero en ese momento, al menos de mi parte.

Quería gritarlo a los cuatro vientos, así como él había prometido hacerlo, así qué, al llegar mis amigas días antes de entrar de nuevo a clases, me propuse revelarles, a ellas y a mi madre, toda la verdad.

Pero no pude hacerlo.

Fue ese mismo verano que Ángela nos confesó a Tamara y a mí lo mucho que estaba enamorada de un chico mayor a nosotros que iba a nuestra misma escuela.

—¡¿Como podría decirle eso?! —pregunté frustrado mientras Ethan me observaba desde mi cama en mi habitación —Se supone que ella es mi mejor amiga...

—Por eso precisamente — me respondió levantándose de su sitio y acercandoce a mí —Si es tu mejor amiga lo va a entender.

Sabía que eso era verdad, pero simplemente no podía hacerle eso.

—N-no puedo...

—¿Entonces lo mantendrás en secreto por siempre?

Miré a Ethan preocupado; parecía molesto. No tenía porque esconderlo, él no merecía eso.

—Sabía que esto era un error...

—¿Un error?

Su voz había salido con desagrado y noté que había malentendido mis palabras.

—¡N-no! Quiero decir... fue un error...

—¿Haberme conocido?

—¡No, Ethan! ¡No quise decir eso! 

Ángel/aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora