La debilidad de Severus

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  Severus y Rose entraron en el oscuro salón, y él encendió una vela para ver por donde caminaba, ya que hacía muchos años que la electricidad no llegaba a esa casa.

-No tardaré mucho -dijo Severus, dirigiéndose hacia un armario-. Lo tengo todo aquí.

Abrió uno de los cajones y sacó los papeles que necesitaba para la boda. Iba a incorporarse para ir a recoger la ropa que quería llevarse, cuando la punta de una varita se clavó en su espalda.


-Suelta la varita -dijo la mujer.

-De prisa, Lily, tenemos que avisar a todos antes de que sea demasiado tarde.
-Pero profesor -jadeó ella, corriendo como podía detrás del anciano-. ¿Nuestra ayuda no sería más necesaria en...?

-Lo de esta noche es sólo una distracción -explicó Dumbledore, girándose hacia ella, pero sin disminuir el paso-. Vóldemort aprovechará que estamos pendientes de lo que pasa en Londres para atacar el Ministerio.

-¡No tenemos ninguna prueba de eso! -protestó Lily. Dumbledore se paró de golpe, y la miró con seriedad.

-Tienes razón, Lily, no tengo ninguna prueba, pero creo conocer bastante a Voldemort para saber que hará algo así -dijo. Sus ojos azules brillaban con fuerza.

-No, si yo no dudaba de usted... -se explicó Lily-. Lo que pasa es que no sé en qué puedo ayudarle yo.

-Lily, no sé si te das cuenta de que la rapidez es nuestra única aliada en este momento -dijo Dumbledore, echando a andar de nuevo-. Debemos darnos prisa en avisar a tantos magos como podamos para que acudan al Ministerio. Es allí donde se producirá el verdadero ataque.

-¿Y por qué no llamamos al equipo de Aurores? -preguntó Lily-. Son los verdaderos especialistas.

-Me temo, Lily, que esta vez los mortífagos nos superan en número -confesó Dumbledore, mirándola con tristeza-. Aunque traigamos a todos los Aurores al Ministerio, no podríamos ni siquiera abrir una brecha entre sus filas. Por eso necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.

Lily asintió, comprendiendo.

-¿Qué quiere que haga, exactamente? -preguntó, dispuesta a todo.

-Yo avisaré al ministro, y como me temo que tardaré bastante en hacerle reaccionar, quiero que tú avises a tantos magos como puedas -dijo-. Explícales lo que está pasando, y asegúrate de que ellos corren la voz. Necesitamos toda la ayuda que los ciudadanos nos puedan prestar.

-¿Y la Orden?

-Ya les he avisado -contestó Dumbledore-. Están allí, preparándose.
Lily y el director llegaron hasta el lugar donde tenían que separarse, y Dumbledore volvió a taladrar a la mujer con sus ojos azules.

-Ve todo lo deprisa que puedas, Lily -pidió-. Gran parte de lo que suceda esta noche dependerá de lo que hagamos nosotros.

-Haré lo que pueda -aseguró ella. Dumbledore era tan consciente como ella de las limitaciones que tenía, al estar embarazada, pero en ningún momento intentó decirle que se quedara atrás, ya que ella no lo habría hecho de ninguna de las maneras.

-Cuando la batalla comience... -dijo Dumbledore.

-Acudiré al Ministerio, pase lo que pase -prometió Lily. Dumbledore asintió, sabiendo que no podría convencerla para que se escondiese.

-Te deseo suerte.

Y sin más desapareció.

-Y yo a usted, profesor -susurró ella-. Y a ellos también -dijo, pensando en lo que les estaría pasando a sus amigos.

After all this time? [Severus Snape]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora