Perdida en el bosque

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Lois estaba bastante asustada. El espectáculo estaba tomando un matiz que no le gustaba nada.

Aquella aventura además de un problema, le iba a costar varias noches de pesadillas.

Los personajes de vestido tradicional comenzaron a entonar una melodía tenebrosa, de esas que recitaban las sectas satánicas a lo largo de sus rituales, que puso los pelos de punta a la chica inglesa.

Aquella canción era tan realista que pasó por su cabeza la loca idea de que invocaban realmente a un demonio. Miró de nuevo hacia abajo sintiendo un vértigo multiplicado, al menos tres metros separaban el escenario superior de aquella península selvática en la cual estaba uno de los dos escenarios inferiores. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, y no pudo evitar soltar un triste suspiro, ¿en que lío se había metido? Si la empujaban ahí adentro como mínimo iba a romperse algún miembro. 

El cántico de los actores la estaba crispando de tal forma, que su conciencia más asustadiza le advirtió de que efectivamente ella sería un sacrificio humano, que el demonio aparecería de la nada con unos afiladas fauces, unos cuernos exuberantes y un rostro antinatural y se la llevaría con sus temibles garras al interior del bosque para saborearla con paciencia.

Otro gruñido, aún más cercano que el anterior, la hizo intentar zafarse de los tres hombres que la agarraban tan firme como el hierro, sin resultado.

- por favor, no, no me soltéis ahí. ¡yo no he elegido esto! -suplicó la muchacha, saboreando el agua salada de sus lágrimas, que se introducía entre los resquicios de las comisuras de sus labios.

- Alguien tiene que morir para que muchos vivan -expuso la anciana de hebras blancas, alzando el mentón de Lois con una de sus manos callosas para observarla con detenimiento.

La niña que momentos antes había juzgado a la anciana como amable e incluso benevolente, ahora no sabía como juzgarla, su semblante había cambiado de manera drástica, parecía una loca de atar, rezando a un demonio de mentira y con una sonrisa tan desagradable que parecía poseída, antinatural. Su mirada era vacía.

Te estás autosugestionando, se dijo Lois a sí misma, esto es solo una obra de teatro bien financiada. pensó la adolescente tratando de consolarse, a pesar de su esfuerzo cada vez era más difícil.

Aquello no le gustaba nada.

- al demonio le encantas -le dijo la anciana al oído, aspirando el aroma de su tembloroso cuello, Lois contuvo la respiración, si aquello era una broma quería que acabara ya. -dice que disfrutará mucho contigo -añadió la mujer, atenta a algún sonido imaginario. Lois solo podía oír el crepitar de las llamas de las antorchas y la melodía satánica que la hacía querer vomitar allí mismo, frente a todos.

Lois tragó saliva, sentía su boca seca, estaba paralizada por el miedo. La anciana soltó su mentón y dejó de mirarla. 

- dénsela. Él ya está aquí -confesó la anciana al pueblo.

Y los hombres que la agarraban la lanzaron sin vacilar desde el alto desnivel, sin ella siquiera esperarlo. Lois gritó histérica, imaginando sus huesos colisionar contra la tierra y crujir, rotos.

Sin embargo, nunca sucedió, alguien o algo, ya dudaba sobre qué o quién podía precipitarse contra ella, la cogió con una agilidad sobrehumana y se la llevó a la más absoluta oscuridad.

Aunque aquel no era el final de la vida de la muchacha, ella se preparó para lo peor y cerró los ojos fuertemente.

El demonio o lo que ella suponía que lo era la dejó tirada en el pasto verde del suelo, Lois se hizo a la idea de que él se la comería viva. En vez de un mordisco, la joven notó que le acariciaban el cabello, abrió los ojos intentando ver entre las penumbras.

La Guarida del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora