Algún día, Para siempre

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El tiempo podía ser un auténtico caos cuando se detenía para unos y seguía fluyendo para otros.

Lois razonó mil veces sus deseos e inquietudes, después de volver a ver a su padre y poder hablar con él largo y tendido, algo que en antaño hubiera sido una idea tan imposible y descabellada que ni siquiera se le pasaría por la cabeza, y vivir una mágica luna de miel con Belial haciendo turismo por diferentes lugares del mundo mientras se demostraban su verdadero amor segundo a segundo, solo entonces tuvo tiempo de reflexionar sobre todo lo ocurrido y el futuro en el palacio de Belial, dentro del infierno, aquel hogar del rey demonio también se había convertido, de alguna forma, en el suyo.

Era algo tétrico para su gusto, pero se había terminado por acostumbrar a la escasa luz y al fuego refulgir apresado en las numerosas antorchas disgregadas por las paredes. La ausencia de decoración en las zonas comunes ya no le parecía un delito, pero a pesar de ello, Belial le había prometido que la dejaría modelar el castillo a su gusto más adelante.

A Lois le gustaba tal que así, ya que una parte de ella era fría y oscura como los pasillos que constituían el castillo y las estancias, sin embargo, estaba bien que en algunas zonas de él se pudiera encontrar luz, calidez y belleza, para recordar que todo lo nombrado existe y que no hay que dejarlo absolutamente apartado.

La muchacha, tras una extensa meditación sobre el tema que le rondaba constantemente el pensamiento, acudió impaciente al despacho de su marido. Sonaba tan raro decir aquella palabra, y a la vez resultaba tan real. Nunca había si quiera imaginado que con solo dieciséis años estaría casada, pero básicamente así era, solo que los demonios lo llamaban de otra forma: Marca, una acción que dejaba una huella invisible pero permanente en dos individuos, de forma que solo se puede romper si el marcado se suicida o si el que lleva a cabo la acción de marcar asesina a su marcado. Por lo general solo se puede marcar una vez y si no se destruye esa marca será para siempre, pero algunos demonios como Fragor tenían la capacidad de hacerlo más veces, y además seguidas. Belial, por su amigo, lo primero que hizo fue abolir la ley que impedía a los demonios marcar a más de un solo ser. Los que pudieran marcar más veces seguidas tendrían la libertad de hacerlo siempre que la otra parte estuviera de acuerdo.

Lois deseaba exponer a Belial su petición aún existiendo el riesgo de que el rey del infierno la declinase sin dar beneficio a la duda. Finalmente, había tomado una decisión. Del duro debate en su cabeza había obtenido una conclusión que conseguía equilibrar sus propios anhelos y su serie de responsabilidades como reina.
Belial la recibió con un "pasa, mi reina" de lo más entusiasta.
El rey demonio de un momento a otro alzó a Lois en vilo y le brindó un apasionado beso en la boca que la hizo olvidar por un segundo sus preocupaciones.

– ¿Sabes? todavía espero ese tour que me prometiste.-mencionó ella, entre besos. Él paró sus caricias en ella y la miró a los ojos intensamente, su semblante parecía pensativo. Lois iba a decírselo pero se arrepintió en el último segundo y en cambio, había propuesto algo totalmente distinto.
– el infierno no es un lugar muy agradable, deberías saberlo.
– Después de todo lo he he pasado creo que podré soportarlo. ¿o acaso es un burdel gigante como suponía?

Belial se rió a carcajadas, ante la ocurrencia de su reina. Tenía unas ideas de lo más descabelladas. Lois sonrió por el hecho de haber divertido a Belial.

Él le había contado diferentes cosas básicas de su mundo, por ejemplo a diferenciar los demonios por su apariencia y capacidades. No obstante, aún le quedaba mucho por aprender, y cómo más podía absorber los conocimientos era viéndolo con sus propios ojos.

– De acuerdo. Salgamos. Estoy harto de hacer los deberes de un rey, cansa mucho, Lois. - en la mirada de Belial era obvio el agotamiento, tenía que ponerse al día de todo en un corto espacio de tiempo y sin mentor, porque su padre, el anterior y único rey, ya no existía.
Solo él mismo sabía el esfuerzo que le estaba suponiendo. Había tenido la colaboración de sus consejeros más allegados Koras y Lifur, pero aún así era duro hacerse un rey y cumplir con todas sus funciones sin faltar a ni una sola de ellas, era mucha responsabilidad y más para alguien que había estado acostumbrado a no tenerlas.

La Guarida del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora