Capitulo 2

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Petter

La comida tenia un mejor olor que sabor, siempre era así con los Brovemott. Ellos fingían que sabia delicioso para aparentar una muy buena vida, pero sus hijas comían la mitad y el resto se lo llevaba el perro, para que al final el señor y la señora Brovermott hablaran supuestamente en secreto sobre contratar un nuevo cocinero, cosa que al parecer no ocurre nunca, logrando así que la siguiente comida sea solo un poco menos penosa que la anterior, pero yo no podía quejarme. Era mejor de lo que comíamos en casa los días en que ellos nos visitaban. 

Las señoritas Brovemott se habían sentado a mi lado, junto con sus padres en la larga mesa del comedor, nuestros respectivos padres se habían acomodado en las cabeceras de la mesa y sus respectivas esposas se habían acomodado a un lado de ellos, frente a nosotros. No había una persona hablando, ni siquiera algún susurro discreto, solo el sonido de los alimentos siendo masticados bajo el desagradable sonido de Padre al tragar la comida a mi lado, quien se había convertido en un hombre viejo y avaricioso, lo único que le importaba ahora era el costo que implicaba hacer la comida y no el sabor.

- Delicioso, como siempre, Margaret. - Mintio Madre a la señora Brovemott, seguida de las risas mal disimuladas de Elizabeth y Lydia a mi lado de mi.

- Patrañas. - Le respondió después de asertarme una patada mal dirigida que aguante con una mueca en el rostro que ella no notó, pero Lydia sí, quien se disculpo por lo bajo mientras la señora Brovemott seguía: - No tienes que ser amable, la comida es un asco siempre que vienen, creo que por fin despediremos al cocinero.

El señor Brovermott le dirigio una mirada sorprendida, al igual que yo mientras Elizabeth decía en un susurro: - Creo que ha encontrado el vino de papá. -, comentario del que no pude evitar reír, logrando así que las hermanas me vieran apenadas pero divertidas.  Pero tenian algo de razon, nunca antes había admitido que no le gustaba la comida en su propia casa, al menos no delante de Madre.

- Aunque la comida no es el motivo de esta cena. - Intervino Padre para dirigir la atención a él después de una segunda ronda de risitas de las señoritas Brovemott. - Señoritas. Querido hijo. - Pude ver por el rabillo del ojo, como Elizabeth parecía decirle algo a Lydia, prestando solo un mínimo de atención a Padre. - Hemos arreglado la boda de Petter y Elizabeth, para dentro de 30 días.

Un quejido se hizo escuchar desde mi garganta, pero eso no fue lo único que se hizo oír, si no también sonoro: <<¿¡Qué!?>>  de parte de Lydia, quien estaba roja cual ciruela ante la reprimenda que  la Señora Brovermott soltó a su hija, mientras  que por su parte Elizabeth soltaba un sollozo ahogado que también se vio reprimido por la madre.

Lydia salio dando fuertes pisadas mientras corría hasta atravesar el portón de madera. Un susurro salio de la boca de Elizabeth, en un breve: <<Disculpen.>> antes de que se parara y caminara casi corriendo hacia la puerta para ir detrás de su hermana con la cara palida tan blanca como el papel.

La reacción de ambas hizo que la señora Brovemott les gimiera su nombre a cada una como un nuevo intento fallido de reprimenda mientras trataba de segirlas sin perder la delicadeza de la dama que era.

Me paré para tratar de seguirlas, pero no conseguí dar un paso gracias a la mano de Padre, que me sujetaba por el brazo con fuerza mientras que Madre me miraba como si suplicara que no me molestara.

- Sabes lo importante que es para nuestra familia esta unión. - Me dijo con una  miraba severa pero en su voz había algo de tristeza. Se detuvo un segundo y continuo en un susurro: - Tu puedes devolvernos lo que tu hermano, egoistamente, nos arrebató.

Asenti con la cabeza lentamente mientras en sus ojos pude ver temor, temor de que escapara al recivir la noticia como Trevor, con la excusa del amor lejano, el amor que le costo la dignidad a nuestra familia.

Egoista: La Vida Que Escogí Para MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora