—Que descanses Carol —dijo mi madre, luego de arroparme y darme el acostumbrado beso de las buenas noches apagó la luz. Así es, a mis ocho años ya no le temo a la oscuridad.
—Hasta mañana mamá —respondí, mientras me acomodaba en la cama y me cubría con la manta hasta las orejas.
Escuché el sonido de una puerta cerrándose, luego se repitió, significaba que mi madre ya estaba en su habitación. ¡Esa era mi señal! salí de mi habitación sigilosamente, y como cada noche, me dirigí a la alcoba de mi abuela.
Mis padres no me dejaban acercarme a ella, decían que solo me llenaba la cabeza con ideas locas. Si me preguntan a mí, prefiero mil veces esas «ideas locas» que escuchar a mis padres discutiendo todo el tiempo.
— ¡¿Por qué no te consigues un mejor empleo?! —suele reclamar mi mamá.
A ella le desagrada mucho que mi padre trabaje de albañil, a mí no me parece algo malo,pero supongo que a mi madre le gustaría que él trabajara en un banco o algo así.
—¡Los empleos no se dan en los árboles, mujer! —responde mi padre, casi siempre. En su defensa, yo lo comprobé. Metí el periódico en donde mi papá busca empleo, dentro de la maceta que tenemos en la entrada, de eso ya hace meses y no ha crecido nada, ni siquiera las flores que mi mamá ya tenía ahí.
Pero cuando ellos dos se van a dormir, comienza lo que yo llamo "la hora de la magia". Es
ese momento en el que todo parece posible, no hay gritos ni discusiones, solo la abuela, yo, una pequeña ventana, y las historias más maravillosas jamás contadas.
Todo comenzó hace casi dos años, yo sabía que no me era permitido entrar a la habitación de mi abuela, pero un día no soporté la curiosidad y lo hice. Cuando abrí la puerta, la vi, estaba sentada en una silla al pie de su ventana, cuando me vio entrar me sonrió.
—Abuela —fue lo único que se me ocurrió decir.
— ¡Oh, Carol, mira lo grande que estás, ven aquí! —me invitó a sentarme sobre su regazo,a
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La ventana de la abuela
Short StoryLa felicidad no depende de cuantas cosas poseas, ni la sabiduría depende de tu cordura. Un cable de luz y un par de zapatos pueden ser suficientes para crear historias maravillosas. Carol es una niña de ocho años con una familia disfuncional, cuando...