5. No te vayas.

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Nunca había notado lo importantes que eran los pequeños frascos que la abuela tenía sobre su mesa, nunca imaginé que eran la razón por la cual seguía viva; nunca nadie me dijo acerca de todas las enfermedades que padecía mi abuelita, nunca pensé e...

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Nunca había notado lo importantes que eran los pequeños frascos que la abuela tenía sobre su mesa, nunca imaginé que eran la razón por la cual seguía viva; nunca nadie me dijo acerca de todas las enfermedades que padecía mi abuelita, nunca pensé en que ella pudiese irse algún día, nunca... hasta hoy.

Cuando regresé de la escuela vi una ambulancia estacionada frente a mi casa, y como era de esperarse prácticamente todos los vecinos estaban amontonados alrededor de esta. Me preocupé, pensé que quizá papá se había lesionado.

Me acerqué y vi que estaban subiendo a mi abuela a la ambulancia, ella se veía muy mal, estaba pálida y respiraba con dificultad, todo pasó muy rápido, mamá me dijo que me quedaría con la vecina hasta que ellos regresasen del hospital.

Y ahí estaba yo, sentada en casa de la señora Margarita, mientras ella y varias de las vecinas no paraban de hablar de la razón por la que se habían llevado a mi abuela.

—Pobres, yo no creo que la anciana se libre esta vez— Dijo una de ellas

—Tienes razón, pero quizá sea lo mejor, y no creo que su familia lo note mucho, yo escuché que no salía de su cuarto desde que se empezó a volver loca— comentó otra a quien reconocí como una de las mejores amigas de mi mamá. No entendía cómo se atrevía a decir que no notaríamos si algo le pasara a mi abuela.

—Tienes razón, yo solo la vi una que otra vez cuando se asomaba por su ventana y se ponía a hablarle al aire, parecía loca— No sé que me molestaba más, lo que decían sobre mi abuela o el hecho de que hablaran como si yo no estuviese ahí.

—Lo que pasa es que de verdad está loca, su nuera me dijo que hace varios años le diagnosticaron demencia senil, es por eso que sus otros hijos ya no quisieron cuidarla y a ellos no les quedó de otra que hacerse cargo— Volvió a hablar la amiga de mi madre.

Y así se pasó mi tarde, escuchando a las señoras de mi barrio hablar sobre mi familia, parecía una competencia de quien tenía el chisme más completo.

Cuando mis papás llegaron, yo esperaba que me diesen noticias sobre mi abuela, escuché que tocaban la puerta, Doña Margarita fue a abrir, cuando escuché la voz de mi padre caminé hacia la puerta.

—Como lo siento, era una muy buena persona— Dijo doña Margarita, al escuchar esas palabras no necesité más explicaciones, ya sabía qué había ocurrido.

La ventana de la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora