Harry Potter » One Shots.

彡 Fred Weasley

 

  —¡Por la barba de Merlín! Amelie, deja de golpear mi puerta como loca.

   Fred se levantó en la cama y caminó a la puerta.

   —No, abre esa maldita puerta, Fred Fabián Weasley. —Amelie -que estaba descansando su cuerpo en la puerta- casi cayó cuando ésta fue abierta de par en par.

   Miró hacia arriba y vio una no muy buena imagen de Fred Weasley; su antes hermosa y colorida cabellera anaranjada, ahora estaba sucia y alborotada; tenía el rostro muy pálido, similar al de un enfermo; vestía con una playera de Gryffindor mugrienta y gastada; sus labios estaban demasiado secos, como si no bebiera agua desde hace días. Estaba débil.

   —¿Qué quieres, Ame? —murmuró.

   La morena puso la mano en su pecho y lo empujó hacia el cuarto.

   —¿Qué está pasando? —preguntó Weasley desganado.

   —¿Y lo preguntas? —La chica gesticulaba mientras hablaba—. ¡Merlín, Fred! Hace dos semanas que estás encerrado en esta habitación. ¡No sales para nada! Creo que si no fuera porque te subimos comida, morirías de hambre.

   Fred bufó: —¿Y? —murmuró.

   Ella respiró hondo.

   Fred no era un hombre fácil, mucho menos después de la muerte de su hermano, y lo entendía bien, no era fácil perder a la persona que más amabas; le había pasado lo mismo con cierto chico durante el Torneo de los Tres -en ese caso cuatro- Magos. La morena se sentó en el borde de la cama, que antes perteneció a George y apuntó a la cama del gemelo vivo.

   —Sientate. —Fred no se movió—. ¡Que te sientes!

   —No quiero hacerlo.

   —No pregunté si querías hacerlo, dije que te sentaras, entonces sientate.

   El pelirrojo bufó y la obedeció. Sabía perfectamente que no era lo mejor discutir con aquella chica, siempre salía ganando aunque no tuviera la razón.

   Amelie se cruzó de piernas y apoyó la barbilla con su mano derecha: —Ahora sí, jovencito, hableme de su problema.

   Fred rió por la nariz, seguido de eso tosió. Hacía mucho que alguien no le sacaba una sonrisa, desde el día de la batalla de Hogwarts, cuando perdió a George.

   —Sí —comenzó con una sonrisa—. Sabía que te ibas a reír.

   Ella presenció como la sonrisa divertida de Fred se marchaba, y en su lugar dejaba una mueca dolida. Separó los labios para hablar, mientras éstos titubeaban.

   —Sabes cual es mi problema. —Hizo un enorme esfuerzo para reprimir las lágrimas.

   —Él era tu hermano —dijo ella, cautelosa—. Se amaban por encima de todas las cosas. Todo lo que hay en esta habitación te hace recordarlo, y ésta mal. Entiendo que estés tan enojado, frustrado, deprimido. ¿Sabes, Fred? Creo que tienes miedo, miedo de mirarte en el espejo y no verte, sino a él. No importa si es el espejo de Oesed o uno normal, para ti es lo mismo, ves lo que más anhelas y extrañas en el mundo: a George. Pero creeme, él no te hubiera querido ver así. —Lágrimas silenciosas bajaban por los ojos de ambos chicos—.  Pero ahora tienes que dejarlo ir... Va a ser doloroso sí, capaz vas a sufrir, pero George estaría feliz por eso, sabiendo que continuaste con tu vida y siempre lo recordaste con cariño y amor. —Él sonrió y sujetó las manos de la morena—. Y no estarás sólo; tienes unos hermosos padres que te aman, hermanos y amigos que te adora, y también me tienes a mí, que te quiero mucho.

   El pelirrojo soltó un suspiro entrecortado, como si estuviera haciendo fuerza para sostener el llanto. Tragó en seco antes de hablar.

   —Gracias, Ame.

   Fred mordió la parte inferior de su labio, cansado de llorar tanto.

   —Voy a estar mejor. —La miró—. Lo sé.

   El pelirrojo no se resistió más y se inclinó hacia adelante, cerca de sus labios, los separó ligeramente y murmuró un pequeño "gracias", después la besó.
Cuando se separaron, ambos estaban rojos y avergonzados. Fred desvió la mirada. Amelie estaba increíblemente colorada.

   —Bueno... —carraspeó Fred después de unos minutos en completo silencio—, crees que sea posible que tú y yo... ya sabes... ¿suceda algo?

  Ella rió y lo besó nuevamente.

   —Sí lo creo, pero después que te recuperes, ¿de acuerdo?