Propuesta.

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Estaba agotada, estaba enojada. La persona que menos quería ver era la misma a la que se le ocurría aparecer enfrente de sus narices, sin una pizca de vergüenza. Las cortinas de su habitación estaban completamente cerradas y la joven se encontraba sentada con la cabeza gacha en la cama de la misma. No quería verlo a él, no quería ver nada, no quería ver a nadie.

Toc toc

- ¿Eleonor? -escuchó el susurro de una dulce voz, demasiado conocida.

No se movió ni un centímetro, escuchó con atención las pisadas que poco a poco se fueron multiplicando. ¿Serían ladrones? No lo creía, pues de ser así sería muy poco probable que supieran su nombre.

-¿Erileine? -escuchó otra voz que la invitaba a la realidad, pero ella no quería volver. Ese lugar era demasiado cruel y devastador, lleno de peligros.

Se removió, inquieta. Visualizaba que pronto entrarían por la puerta, aquellas voces que le costaba tanto trabajo reconocer. La manija del otro lado de la puerta se giró y la que estaba por dentro imitó la acción. ¿Quiénes eran? ¿Por qué no la dejaban en paz?

-¿Eli? -esa femenina voz hizo que aquella oscuridad que la estaba abrumando se extinguiera en un parpadeo. El mundo recuperó su color y giró la cabeza con tanta fuerza que sintió que podría haberse roto el cuello de haberlo querido.

Observó a su mejor amiga, acompañada de Chris y Charles, todos le miraban con preocupación. Pero a ella no le gustaba que la miraran de esa forma, ellos no tenían que notar que le afectaba, no quería verse como una estúpida, no quería verse vulnerable.

No quería la compasión de nadie.

-Buenas noches, Chris, Charles, Charlotte -saludó haciendo un pequeño asentimiento con la cabeza -¿Que ocurre? ¿Que hacen todos aquí? -sonrió con falsa autenticidad.

-Eli... -el rostro de Charlotte se deformó en una mueca de tristeza, y comenzó a llorar.

-¿Q-Qué pasa? -Eleonor la miró confundida y se acercó con lentitud. Chris y Charles también le veían, tensos. Eleonor no entendía nada, divago, buscando algo en la habitación que ocasionara el llanto de su mejor amiga hasta que se encontró de frente con un espejo. Ahí se encontraba ella, irreconocible. Su hermoso pelo rubio se veía enredado y maltratado, la ropa que llevaba el día anterior estaba llena de rasgones, su maquillaje estaba corrido y sus ojos estaban rojos. Picaban por una acción que ella no se había dado cuenta, realizó toda la noche.

Estaba llorando.

Cuando cayó en cuenta de lo que hacía, los recuerdos de toda su vida le llegaron de golpe y las lágrimas volvieron a caer con tortuosa lentitud. Sus lágrimas, a pesar de los años, seguían conteniendo el mismo grado de dolor. ¿Por qué no podía superarlo de una maldita vez?

Abrazó a Charlotte con fuerza y se oculto en su hombro, buscando un escondite de todos los ojos curiosos.

Si de algo se avergonzaba Eleonor, era de que las personas le viesen llorar. Porque era el momento en el que estaba más vulnerable, era un momento que preferiría compartir para ella misma, en la oscuridad de su habitación, alejada de todo aquel que pudiese hacerle daño. Como en los viejos tiempos.

Pero Charlotte fue un punto y aparte en su aburrida vida, llena de tristeza. Una tristeza tan monótona que ya le era familiar, que disfrazaba con falsas sonrisas y seguridad, que todo aquel que intentara entrar a un campo más amplio de su corazón era expulsado sin ninguna vacilación. Pero a Charlotte aunque la botó con golpes y palabras hirientes, siempre regresaba con una sonrisa, lista para otra tunda. Pero poco a poco la fuerte coraza que mantenía preso a su corazón se fue rompiendo, de grieta en grieta, pedacito a pedacito, hasta que ésta se destruyo por completo y ella abrazó lo que se encontraba dentro con una ternura tan hermosa, que le fue imposible no llorar.

Just The Two Of UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora