Capítulo 3

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Un hilo de saliva se deslizó por la comisura de mi boca. Sólo podía pensar en una cosa: quiero desgarrar ese atuendo.

-Ya, ya, Su-ba-ru-kun, deja de desnudarme con la mirada y desnúdame en serio~
-Joder, sí- gruñí mientras me echaba sobre él como un depredador. Y un depredador nunca mejor dicho, puesto que me dediqué a devorarlo por completo.
  Mordí su cuello y bajé por su pecho hasta topar con la lencería. Miré a Laito, rogándole tácitamente que me dejara romperla.

-Sabía que querrías~ Hazlo~- cerró los ojos y se mordió el labio.
  Tomé la tela con ambas manos y jalé hasta desgarrarla, quedando él ahora con el torso descubierto y a mi merced.
  Seguí descendiendo, dejando chupones que durarían semanas esparcidos por la pálida piel de Laito. Por fin llegué al lugar que me importaba: su miembro a punto de estallar. Lo introduje en mi boca sin pensar. Sabía perfectamente cuánto le gustaba al desgraciado. Sus gemidos inundaron la habitación. ¿Estaba más sensible que de costumbre?
   Apoyé el índice en su entrada e hice presión para introducirlo. Él se estremeció sobremanera y soltó un chillido cargado de placer.
  Después de hacerlo gemir como perra un rato decidí que era buen momento para usar la artillería pesada. No me tomé demasiadas delicadezas para penetrarlo.

-¡Oh, SUBARU-KUN!- gritó de una forma muy homosexual. Tal vez demasiado homosexual.
-Vamos, grita más fuerte... Hay un par de esquimales que no te oyeron- ronroneé en su oído. Por respuesta sólo rió de esa forma tan suya.
-Pues haz que me oigan~

Embestí suavemente, no porque quisiera, si no para evitar hacerle daño. Se mordió el labio y murmuró algo con tono meloso. Paulatinamente aumenté el ritmo, haciéndolo gemir y gritar aún más. Otra vez, ¿por qué estaba tan excesivamente sensible?
  Acaricié sus costados, sabía que esa zona lo hacía estremecerse. Se llevó una mano al rostro para cubrirse los ojos. Estaba muy sonrojado.

-Qué lindo~ Siempre pones las caras más adorables~- gemí. Tan solo me lanzó una mirada lujuriosa. Me empujó para darnos la vuelta, quedando él encima mío. Puso una mano sobre mi pecho, impidiendo que me incorporara, y me miró desde arriba con expresión arrogante.

-Vaya, te dejo darme un par de noches seguidas y ya olvidas quién es el seme aquí~- acarició uno de mis pezones -Déjame recordártelo.- lo pellizcó con poca delicadeza, haciendo que me arqueara. Aprovechando la posición se levantó, me tomó las piernas y las apoyó en sus hombros.

-La... Laito... ¿q-qué haces?- lo miré, asustado. Mierda. Iba a doler.
-¿Qué parece que hago, Su-ba-ru-kun?- me penetró de una sola embestida. Grité y alcé instintivamente una mano hacia la cabecera de la cama para aferrarme a ella. Él se inclinó sobre mí, mientras me embestía una y otra vez, para morderme el cuello. Tragué la mayoría de mis chillidos, pero la sensación era embriagante. Nunca había sido tan agresivo.

-A... A... Al menos usa lubrican... ¡Ah!~... Lubricante, idiota...- espeté entre gemidos.
-Así no es... Mmhh~... Divertido, Su-ba-ru-kun- susurró, gimiendo cada sílaba de mi nombre.

Gruñí varias veces seguidas antes de correrme abundantemente. Una vez Laito hizo lo propio, deslizó dos dedos por mi abdomen manchado con mis propios fluidos y se los llevó a la boca como si fuese un manjar de los que habíamos cenado esa noche en casa de Cordelia.

-Delicioso~- dijo, mirándome con sus ojos gatunos. Casi no le puse atención, estaba muy ocupado recuperando el aliento -Ahora ponte en cuatro.

Abrí los ojos como platos. No, no, no. Dios, apiádate de mí, haz que de repente pierda la erección y no pueda recuperarla, haz que de repente le duela la cabeza y no quiera seguir, pero ¡¡¡NO ME DEJES A MERCED DE ESE ANIMAL!!!

-Vamos, vamos, Su~ba~ru~kun~ ¿O te da miedo?- rió en su típico tono burlón. Maldición.

A regañadientes me apoyé sobre mis manos y rodillas, quedando en una posición que me hacía sentir vulnerable. Cerré los ojos y esperé a lo que viniera. Mejor dicho, a que se viniera.
  Sentí su punta en mi entrada y tragué saliva.

-Sé gentil...- murmuré.

Un líquido frío se deslizó por esa zona tan sensible, haciéndome bajar la guardia. El lubricante. Gracias, Dios, no habías evitado la situación pero aún así te apiadaste un poco de mí.

-¿Pensaste que lo haría así, sin más?- susurró Laito en mi oído mientras suavemente se adentraba en mí. Me abrazó, besándome el cuello. Un gemido largo y entrecortado se escapó de las profundidades de mi garganta.
 
-Y, dime, ¿te gusta?~

-S... Sí- dije, esforzándome por articular la palabra. Bajó una de sus manos hacia mi miembro para masturbarlo delicadamente.
-Aah~ ¿Y ahora?- tragué saliva para responder.
-Ah~ A... Aún más...~

Todo se sentía muy bien. Sus besos, su pecho cálido pegado a mi espalda, sus manos dedicándose a darme más placer del que podría imaginar.

-La... Laito...- gemí -Te amo- articulé con voz ronca. Tenía la boca seca.

-También... Te amo... Su~ba~ru~kun- susurró en mi oído antes de correrse por segunda vez. Bajó la velocidad de las embestidas hasta que también lo hice.

  Me dejé caer en la cama, exhausto. No podía recuperar el aliento por más que intentara, y tener la boca seca no ayudaba. Recordé el licor que Laito tenía en la mano antes de mi ataque depredador. Se había caído, pero mágicamente no estaba roto.
  Abrí la botella y di un trago corto. Casi de inmediato sentí el alcohol en mi estómago. Se la tendí y él hizo lo propio.
  Nos quedamos jadeando sin hablar un buen rato. Luego Laito se acurrucó en mi pecho, murmuró un "te amo" y se durmió.

-Yo no te amo, Laito, tú eres mi vida- susurré, acariciándole el pelo.

Inocencia y Perversión 2 [LaitoxSubaru] (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora