El hombre me miró y se arregló las gafas, levantándolas con dos dedos.
-Entonces, si no he entendido mal, deseas la tenencia de tu hijo de cuatro años de edad, Kunishida Makoto, y cambiar el apellido por el tuyo.
-Efectivamente- respondí, tratando de evitar esos penetrantes ojos dorados. Tsukinami Shin, el primo de mi madre, era una persona extremadamente intimidante. A sus treinta y tantos, seguía dándome tanto miedo como de pequeño.
-Está bien, tomaré el caso- dijo, acomodando los papeles que le había dado -Yo jamás he perdido un juicio, Laito, como seas el primero jamás te lo perdonaré.
Ni siquiera me moví de la silla. El primo Shin era la pesadilla de Kanato y la admiración de Ayato; en cuanto a mí, siempre le guardé respeto y temor.
-Te agradezco, Shin- dije por fin.
-Tú déjame las cosas a mí- me extendió una mano y con la otra se acomodó las gafas.
-Nos vemos.
-Adiós.
Salí de su despacho con las piernas tiritando. Al menos ni siquiera mencionó al primo Carla, su amado hermano mayor. Ya, no había más de qué preocuparse. Aunque aterrador, el primo Shin era totalmente competente en su trabajo.
Abrí mi paraguas para caminar bajo la lluvia cuando recibí una llamada. Era Kou.
-Aló, Kou-chan~- saludé en mi usual tono coqueto y juguetón.
-Quiero hablar contigo, Laito...- dijo él desde el otro lado de la línea.
-¿Qué pasa, amigo?- respondí, preocupándome al instante al oír su voz tan débil y descolorida.
-¿Puedes venir a mi casa? No me apetece hablar por teléfono...
-Sí, claro, déjame avisarle a Subaru-kun y a Kanato que me tardaré un rato más.
-Ok... Aquí te espero...
Cortó sin más. Marqué primero a Kanato, quien se estaba encargando de entretener a Makoto en casa de mi madre.
-Entiendo- murmuró Kanato después de oír mi explicación -Adelante, ve, yo me quedaré aquí con Makoto-chan.
-Gracias, hermanito.
-Siempre que lo necesites.
Di la vuelta a la esquina y avisé por mensaje a Subaru; yo bien sabía que entre las tres y las seis de la tarde él daba su taller de pintura en el salón municipal y no pensaba incordiarlo.
Tomé un taxi hasta el edificio de Kou y toqué el timbre correspondiente al penthouse en el que él vivía.
Recibí respuesta de inmediato.
Subí al ascensor y llegué al último piso. Toqué la puerta y me abrió un fantasma, un vestigio de lo que alguna vez fue Kou. Ojeroso, descuidado, con sombra de barba de al menos una semana, embutido en una bata rosada con su nombre bordado en dorado que tenía manchas por doquier, murmuró:
-Gracias por venir...
-Kou-chan, ¿qué te pasó?- pregunté, preocupado.
-¿Qué me pasó? La fama por encima, Laito...
-¿Q... Qué?
Nos sentamos a la mesa y me sirvió café. No podía parar de mirarlo.
-Te venden la fama como algo deseable, ¿sabes?- dijo en un tono lacónico.
-Kou, Kou, qué te han hecho...
-Mi objetivo era ser un idol al que todos admiraban... Ahora solo quiero ser un tipo normal y mediocre como todos los demás...
-¡Explícate bien!
Él suspiró.
-Mi mánager ha estado exigiéndome de más porque después de cinco años de trabajo ya no soy tan relevante como antes y me ha hecho cuestionarme... ¿es esto lo que quiero? Dime, Laito, ¿sabías que no puedo tener una pareja de forma pública?
-¿Qué? ¿Por qué no?- pregunté, extrañado.
-Tengo que mantener la idea de que estoy disponible o algo así... Como si fuera un objeto...
-Eso es estúpido.
-¿Verdad que sí? Y yo me pregunto... ¿vale la pena?
Miré el café dentro de la taza sin saber qué decirle.
-Para ser sincero...- rompió en llanto -No sé por qué no me he suicidado ya...
Lo abrí los ojos como platos y corrí a abrazarlo.
-¡Dime, IDIOTA, qué sería de tus hermanos si hicieras eso!- grité.
-Ellos casi no se preocupan por mí... Ruki está estudiando en la universidad... Yuma está viviendo una vida feliz... Yo solo les estorbo...
No me resistí. Le di una bofetada tan fuerte que le dejé mi mano marcada.
-¡¿PERO QUIÉN TE CREES QUE ERES, AZUSA?!- dije, en un ataque de histeria similar a los de Kanato.
Al oír el nombre, mi amigo rompió en un llanto aún más fuerte.
-¿Recuerdas cuánto te dolió su muerte? ¿Quieres que tus hermanos sigan sufriendo así? ¿¡QUIERES QUE RUKI PONGA DOS PLATOS VACÍOS EN LA MESA?!
Kou se quedó en silencio, llorando sin parar. Levanté su rostro, sequé sus lágrimas y le dije en tono esperanzador:
-Vamos a ponerte bien por fuera para que te pongas bien por dentro.
Ah, la antigua técnica de ir de compras.
777 palabras xdxd
Dato curioso: después de la muerte de Azusa, Ruki seguía poniendo su plato en la mesa.
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Inocencia y Perversión 2 [LaitoxSubaru] (YAOI)
FanficSeguimos la historia de nuestro pervertido favorito y su uke cada vez menos uke. ¿Querían más LaiBaru? Pos yo también. Aquí les traigo la segunda temporada de mi querido Inocencia y Perversión. Quien haya leído la primera parte sabrá cómo funcionan...