Recuerdos del pasado parte 3.

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Gracias a él pude salir sin complicaciones de allí esquivando todas las trampas, como parte de la recompensa le llegué al pueblo que me pidió y una vez allí me dijo una información muy valiosa:

-La princesa se reunirá con el príncipe de aquí al atardecer.

Sorprendido abrí más mis ojos, mi boca era incapaz de articular palabra, ¿entonces ella amaba a ese chico desde siempre? Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos al pensar en eso.

-¿Dónde y cómo llego allí? -me seque con el brazo mis lágrimas.

-En el castillo, -lo señaló en lo alto de la colina- pero ve por la cueva para evitar trampas.

El soldado hasta me dijo donde estaba tal cueva y sin reparos le deje marchar, antes de ir me había percatado que seguía desnudo y seguramente llamaría la atención así que conseguí un poco de ropa, uno de los soldados del otro castillo que se encontraba patrullando el pueblo me vio, dispuesto a dar la voz de alarma hizo galopar a su caballo con rapidez pero le fue inútil porque yo le alcance justo antes de que siquiera el caballo galopara diez pasos corriendo.

-Desvistete -sujete en el suelo a su caballo procurando no hacerle mucho daño.

-Traidor -desvaino su espada alzándola hacia mi.

-Rápido -pare su ataque con una de mis manos y destroce su espada.

EL soldado seguía negándose y termine matándole, una vez conseguida la ropa, la cual se parecía mucho a la que llevaba en el reino de Ophelia, busque tal cueva encontrándola rápido, ese lugar me era muy familiar, enseguida recordé el por qué, fue allí donde la princesa me encontró en mi forma de erizo herido, unas lágrimas resbalaron por mis mejillas, aún la amaba y sabía lo peligroso que era acercarme a ella ahora, pero tenía que resolver eso y verlo con mis propios ojos aunque me arrepintiera, ya estaba harto de huir y aunque no correspondiera mis sentimientos quería saber el por qué por muy doloroso que fuera para mí escucharlo. Me adentré en aquella oscura cueva sin necesidad de fuego pues tenía mis ojos recuperados y me sabía el lugar de memoria, nosotros íbamos allí siempre que podíamos por lo que no me perdería ni aunque estuviera debilitado, pronto llegue al final y allí busque otro agujero el cual encontré y seguí hasta finalmente llegar al castillo donde te encontrabas. Me transforme en erizo para entrar dentro sin dificultad, los guardias ni siquiera se fijaron y pude entrar por la puerta principal sin problemas, aunque algo pintaba mal...

-¿Estas segura de que ese chico morirá? -oí la voz del príncipe acercándose a mí.

Me volví humano por un segundo y use mis poderes de volar para estar sobre sus cabezas, de todos los vampiros yo era el único que pasaba desapercibido cuando usaba ese poder aunque fuera por un largo tiempo, pero también me resultaba difícil porque mi corazón no debía dudar o me caería al suelo y ese sería mi fin.

-Oh seguro amor, ya sabes que no me agrada la gente sucia como él -contestaste- ¿cómo te sentirías si descubres que un esclavo...?

-Le mataría, solo nosotros decidimos si nos aman o no.

Pasaron de largo y les seguí a una distancia prudente, cada vez que usaba eso no podía evitar que hubiera aire y allí al estar todo sin mucha corriente me descubrirían sin no tenía cuidado con eso.

-Es indecente que piense siquiera que él me importa -vi que hacías una mueca de desprecio.

-Lo que más le afecta es el agua bendita ¿verdad? -el príncipe tenía una sonrisa siniestra en su rostro.

-Sí, no ha querido decirme como ser inmortal, desagradecido -murmuraste con desprecio.

-¿Inmortal? -el príncipe detuvo su paso mirándote con desconfianza y tú respondiste rápido.

-Romeo es en realidad un vampiro y quería que me dijera su secreto para nuestro amor inmortal.

Te acercaste al príncipe y le besaste, él correspondió el beso mientras que yo tan solo observaba la escena.

-*En verdad te amo princesa...* -pensé conteniendo mis lágrimas- *solo quiero que tú seas feliz y vivas...aunque no sea conmigo*

No aguante más y descendí atrayendo su atención al tocar el suelo con mis pies.

-¿No habías dicho que moriría allí? -te empujó contra la pared con fuerza- ¡¡Mentiste!! -gritó y desenvaino su espada atacando con ella.

-No miente -intervine deteniendo su ataque antes de que te acertara.

Recibí en golpe de lleno perforando mi hígado.

-¿Estas bien princesa? -sujete con ambas manos la espada mirando al suelo intentando contenerme las lágrimas.

-Muere.

Agua bendita me cayo encima y mi vista se volvió imposible de usar, estaría ciego temporalmente.

-¿Sabes princesa? -me aparte a un lado antes de que ella me clavara algo más- Nunca te conté lo suficiente sobre mí -saqué la espada del príncipe de mi cuerpo y la cogí para usarla.

-¿A qué te refieres vampiro? Tan solo alardeas -oí al príncipe.

Me centré todo lo posible en mis otros sentidos para saber en donde estaba y contestar al mismo tiempo.

-Que si la hubiera dicho mi autentico punto débil ahora estaría realmente en peligro -me moví rápido esquivando su ataque sin soltar la espada.

-Desgraciado... -se quejo y volvió a intentar atacarme.

-¿Pero sabes? Te doy las gracias -me posicione detrás suya y con rapidez le dí una patada que le dejo en el suelo.

-¡¡Toma esto vampiro!!

Intentaste cortarme la cabeza pero me agache y retorcí un poco tu muñeca hasta que finalmente pude oírla tocar el suelo.

-¿Te has olvidado ya que no sabes casi nada de mí aunque te amo de verdad...princesa?

-Eres un vampiro y una maldición para nuestro pueblo, ¡¡muerete!! -respondiste con odio en tu voz.

Mis lagrimas aparecieron de nuevo sin que yo lo pudiera evitar y mis ojos se abrieron pero seguían sin ver absolutamente nada.

-Sé feliz con él...adiós... -te solté y volé de nuevo.

-Esta...volando -hablo el príncipe- ¡¡no le dejes escapar, debemos matarle!! -gritó tu verdadero amor.

-Príncipe, -alce mi voz- es verdad que ahora soy vulnerable, -me giré a donde sentía su presencia- pero nunca dije que huiría. El contrato debe romperse ahora o tu amada esposa -no pude evitar llorar más al pronunciar esa palabra- morirá en un día si me alejo de aquí.

Toque por todos sitios de mi cuerpo hasta encontrar lo que la princesa me había dado, una especie de flor hecha con oro que ahora llevaba colgada a modo de collar, me quite tal objeto y lo arroje cerca del príncipe.

-Si en verdad quieres que viva lejos de mí rompe esa flor de oro.

La historia de Lich y Lawlees.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora