Una gran idea

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Una gran idea

"La vida bohemia" es un conjunto de condiciones e ideales que comparten solo unos cuantos, cuando amas el arte, la escritura, la filosofía, entre muchas otras ramas. 

Toda mi vida pensé que estaba loca por querer vivir del arte. Y, sentir que no encajaba debido  a mis ideales en la sociedad, me hizo tener el coraje suficiente cuando las cosas se pusieron feas en mi querida tierra, poder mandar  a los miedos directo al demonio y tomar las riendas de mi vida por mi cuenta.

Esta historia comienza en Paris, Montmartre para ser más exactos, el rincón bohemio. En el alba de mis veinte y pocos años había decidido que si iba a pasar hambre, al menos seria en París haciendo lo que me gustaba. No me interesaba la fama, pero si ser feliz. Y no hay mayor prueba del éxito que siendo feliz.

Aunque, esa calurosa noche no me sentía en sintonía con ese concepto; y por mucho que quisiera meterme en mi rol de "Ser de Luz" los eventos de esa tarde me impedían repartir buenas vibras y rosas. Baje por Rue Lamarck y gire a la derecha para encontrarme con la calle de mi querido desván.

—Ciertamente lo que a uno le decían —Refunfuñe metiendo las manos en mis bolsillos buscando las llaves—,"Es que estamos en busca de conceptos ultra modernistas" ¡Malditos idiotas! —Grite e inmediatamente me arrepentí debido a los transeúntes que paseaban por la acera, rodé los ojos y volví a mi cartera.

— Lo que me faltaba —Susurré, las llaves no estaban en ningún lado, me aleje de la entrada y silbe con fuerzas hacia la buhardilla— ¡Abe, las llaves!

Del octavo piso del encantador edificio se asomo mi compañero de piso a regañadientes, me echo un vistazo y volvió los ojos mientras preparaba la cestita de las llaves, bajándola con una cuerda.

Cuando entre al departamento, el aroma del café fue lo primero que golpeo mi nariz, cerré los ojos y seguí el aroma al final del departamento en la cocina, un poco más allá descansaba el escritorio de Abe y la impresora incesante continuaba con su trabajo aburrida de tanta faena; a duras penas podía ver un trozo del ese cómodo sofá e imagine la montaña de libros que rodeaban la cama de Abe, mi cuarto era inmediato a la derecha, él y baño a la izquierda.

Cerré la puerta de un trancazo colgué mi abrigo y deje mis zapatillas en la entrada.

—Mal día ¿eh? —La cabeza de mi rubio compañero se asomo por la puerta de la cocina

—Ni te imaginas— Dije encaminándome a la cocina—. Necesito un café y una botella de Vodka

—Wow  —Dijo el dejándome pasar a por la cafetera—, debes estar a punto de quemar la galería

— ¡Nah! —Balbucee mientras servía un poco de café en mi taza—, ¡puras tonterías! —dije mientras intentaba volver a mi "rol de luz y amor"

—Estas usando la taza de la vaca ¿Qué paso?—Dijo, clavándome sus claros ojos interrogantes.

Me volví a él y estaba en el arco de la diminuta cocina con sus lentes de lectura calzados, en ropa deportiva y descalzo. Entrecerré los ojos y abatida camine con él hasta el sofá. Postre mi trasero en el mientras Abe se acomodaba una esquina de su cama.

—Ahora entiendo porque sufro del síndrome de la edad de oro a veces... —Susurre dándole un sorbo al café

—En efecto yo también lo hago —comento despreocupado—, Porque hoy en día no tenemos idea a dónde diablos vamos a parar y eso asusta. Y por los vientos que soplan parece una vorágine de destrucción y libertinaje

— ¡Exacto! —Dije señalando con la taza—, precisamente por actitudes así es que uno termina sufriendo de ese síndrome, hoy prefieren un collage de mierda post-modernista a una obra de arte real y eso me frustra...

—Ya veo y eso te molesta ¿pooooorr.....? —dijo haciendo gesticulando para que continuara

—Mejor vé por ti mismo —dije levantándome de la silla en busca de mi portafolio, le arroje las fotos: valga la redundancia de un compilado post-modernista de culos. 

Así es culos, abiertos, cerrados, peludos, viejos, gordos ¡Joder!.  Aguarde detrás del mueble y Abe luego de examinarlas cuidadosamente agrego:

—No entiendo tu molestia colega, esto es seriamente una obra de arte.

Mi boca se abrió.—No puedo creer que hayas dicho eso en serio. 

Mantuvimos la mirada por un segundo.

— ¡Por supuesto que no! —Dijo arrojando las fotos detrás del montón de libros al pie de su cama—, ¿Estás loca? Sabes que no apoyo las vainas sin así, bueno Dalí es otro negocio pero tú sabes a que me refiero.

Suspire de alivio y me encamine al cuarto de baño con la taza en la mano.

— ¡Necesito un baño y alcohol!—Grite mientras me encerraba en el baño

— ¿Café y alcohol? —Grito en respuesta

—Eso también —dije mientras abría la bañera y me desvestía—. En grandes cantidades.

Comencé a tallar mi cuerpo con el jabón tan pronto entre en la bañera desahogando la rabia que tenia encontrar de lo que me parecía tan injusto, es decir había trabajado semanas en ese proyecto. Tome fotos, pinte, retoque y re-invente el concepto de libertad y vienen a decirme que una exhibición de culos es mejor que la mía... me sumergí hasta la nariz y comencé a hacer burbujas en la bañera.

—¡Quiero una medianoche en París! —Grito Abe desde afuera

—No es una mala idea —Respondí

Un par de minutos más tarde salí del baño envuelta en una enorme toalla dispuesta a meterme en la cama hasta el día siguiente pero Abe estaba de brazos cruzados arreglado y bien peinado en una de las ventanas de la sala.

— ¿A dónde vas? —Le dije de paso a mi cuarto

— ¿Era mentira lo de salir a tomar?.

Oh, lo había tomado en serio. Pero pensando un poco verticalmente, aquellos idiotas no cambiarían de idea y el fin de semana tendría que pasarlo cuidado al bebe de los Labeouf. Así que ¿Cuántas opciones tenia? Quedarme en casa como una perdedora llorica o ir a embriagarme, aunque no me gustara tomar, y disfrutar del París nocturno. La respuesta era clara.

—Dame cinco minutos.

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