13. ¿Y si te invito a un zumito?

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Se escucha el sonido de la silla de plástico volviendo a su posición original y sé que debo de darme prisa en salir o acabarán pillándonos. Pero no podía suspender aquel examen de Historia, sin embargo me había quedado claro que debía estudiar al día aquella materia.

Me vuelvo a deslizar hacia atrás, hasta que llego de nuevo al conducto inicial y esta vez cambio de dirección hacia la izquierda, probando suerte y encontrándome con la sala de profesores tal y como Kyle me había descrito minutos atrás.

Empujo la rendija con las manos lo más fuerte que puedo y me cuelo dentro. Intento ir lo más rápido que mis piernas lo permiten pero el dolor de mi rodilla cada vez se hace más insoportable. En menos de tres minutos he hecho todo y después de un par de intentos por correr de nuevo hacia el conducto, decido ir más despacio. Sentía palpitaciones en la rodilla del dolor y la respiración agitada cada vez que tenía que rozarla para avanzar en aquel espacio tan estrecho.

— ¿Qué diablos pasa, Jane? —ruge en un susurro Kyle, tirando de mis brazos para sacarme del conducto cuando me ve al final de este. —He tenido que esconderme, el bedel casi me pilla, ¿qué cojones has hecho? —me coloca de pie y me tambaleo.

— Giré a la derecha, Kyle. —le recrimino. —Era a la izquierda.

Y de nuevo se escuchan los pasos acelerados del señor de mediana edad que nos busca. Ambos nos miramos asustados. Kyle descuelga de mis hombros la mochila y se la coloca antes de tirar de mis brazos para comenzar a correr, pero yo me caigo al suelo.

Intento no gemir de dolor, pero es imposible.

— ¿Qué mierda? —exclama agachándose a mi lado. —No me jodas, Jane, levántate. —tira de mis brazos. —Paul está en el pasillo de al lado.

— Vete tú. —le empujo. —Corre, yo me quedo. —sujeta mis brazos para que pare de mover su cuerpo lejos de mí y yo me quejo. —¡Nos van a pillar, Kyle!

Pero él sacude la cabeza y me tira de los hombros, levantándome un par de centímetros del suelo y arrastrándome hasta una de las taquillas dobles del pasillo. Abre la puerta me mete y cierra la puerta después de hacerse un hueco para él.

Mi nariz está completamente pegada a su espalda y sí, estoy esnifando, se podría decir que literalmente, su olor. Ahora no tenía claro si mis rodillas temblaban del dolor o de lo que me estaba produciendo tener su espalda pegada a mí.

— ¿Me puedes explicar ahora que te pasa? —pregunta, girándose con dificultad y quedando frente a mí.

La diferencia de altura hace que mi cabeza quede más o menos a la altura de sus hombros y me doy cuenta de que realmente es demasiado alto. Intento levantar la cabeza, pero me golpeo con su barbilla y ambos no quejamos.

— No creo que sea buen momento para explicarlo. Y no es como si fuera un lugar cómodo para hacerlo. —justo después de hablar analizo mis palabras y me atraganto con mi saliva. —Hablar, digo.

— Lo siento, señorita, es que me dejé las llaves de la taquilla king size en casa. —dice lleno de sarcasmo y yo piso su pie con molestia. —Eh. —resopla. —¿Qué ocurre con tu rodilla?

— Me golpeé.

— Gracias por tu tan fabricada explicación, ahora me queda todo muchísimo más claro. —de nuevo responde con sarcasmo y yo chasco la lengua.

— Cuando vi al bedel me asusté y me golpeé la rodilla con las paredes del conducto. No es nada. —en cierto modo era mentira, podía sentir la zona completamente hinchada.

— ¿Lograste llegar al conducto de ventilación? —pregunta.

— Sí. —espeto molesta. Acababa de hacerme daño en la rodilla por su estúpido plan y lo único que le importaba era la maldita harina. —Eres gilipollas. —susurro rodando los ojos.

— ¿A qué viene eso? —levanta mi mentón con su dedo índice para que le mire. —Acabo de salvarte de un suspenso en clase de Historia.

— Sí, y también me has metido en una taquilla. —le recuerdo levantando las cejas y revolviéndome incómoda. —Estás demasiado cerca, me agobias. Necesito salir de aquí. —echo la cabeza hacia atrás y me golpeo con el aluminio. —Auch.

Kyle ríe y sacude la cabeza. —¿Quieres que nos vayamos a casa?

Le miro incrédula. —No, Kyle. Quiero quedarme encerrada en una taquilla toda la noche, pegada a un gilipollas que hace preguntas absurdas. —digo en tono burlesco, imitando su sarcasmo irritante.

— Ponte cómoda entonces. —le fulmino con la mirada y él sonríe, como si todo aquello fuera un juego para él. —Está bien, sólo era una broma.

Kyle abre la taquilla y mira a ambos lados, sale de ella y extiende su mano para que la coja, pero prefiero salir por mi propio pie, aun que cojee. Caminamos de puntillas hasta la puerta trasera del instituto, por el mismo lado por el que entramos, pero esta vez no tenemos que saltar la valla metálica de fuera, Kyle le da una patada a la cerradura de la puerta de hierro oxidado por la que los familiares entran a ver los partidos y salimos con tranquilidad.

— ¿No podrías haber hecho eso antes? —pregunto molesta, él niega con la cabeza y se encoje de hombros.

— ¿Dónde hubiera quedado la adrenalina de haber saltado la valla? —le miro con una ceja encarada y él pasa uno de sus brazos por mis hombros. —¿Vamos a la fiesta? —me aparto de su agarre y ni siquiera le miro. —¿Eso es un no?

— Kyle, acabamos de colarnos en un instituto, llenar de harina los conductos de ventilación, has hackeado el sistema de seguridad y has roto la cerradura de una puerta. Creo que paso de ir a una fiesta en la que hay alcohol para menores, demasiadas cosas ilegales por hoy. —ruedo los ojos y él se ríe por la nariz.

¿Y si te invito a un zumito?

— Vete a la mierda, Kyle. —le empujo, pero sonrío.

— Al menos me dejarás llevarte a casa, ¿verdad? —pregunta, quedándonos parados frente al coche.

Esta vez puedo ver la marca. Es un Audi y no uno cualquiera, es uno de esos coches que sale en lo documentales de vehículos de lujo que solía ver mi hermano meses atrás.

Acepté. No sé si el dolor en mi rodilla o la sensación de poder montarme en un Audi R8 de color azul fueron los que me llevaron a asentir con la cabeza, pero aquellos asientos eran más cómodos que mi propia cama.

— ¿Te gusta? —pregunta con un ápice de orgullo y suficiencia en la voz.

— Es increíble. Ahora entiendo porqué todo el equipo de animadoras quiere que las lleves a casa. —bromeo apoyando la cabeza en el respaldo, sin apartar ni un solo segundo la mirada de cada lugar del coche.

— Pero ellas no han tenido tanta suerte como tú. —responde rápidamente. —Y las que la han tenido, por lo general las llevo a mi casa, no a la suya. —me sonrojo completamente porque sé a qué se refiere y niego con la cabeza. —¿Quieres algo de cenar?

— ¿Cenar? Son las tres y media de la mañana, Kyle. Además, nos hemos comido una pizza antes. —se encoge de hombros sin importancia.

— Eso fue hace un par de horas. Lo ilegal me da hambre, ¿te gusta el pollo frito?

— Te lo agradezco, pero creo que lo que necesito es descansar, no pollo. —él se ríe y tuerce los labios.

Ambos nos quedamos en silencio un par de minutos. Miro por la ventana, observando las calles solitarias.

Al fin y al cabo, no había sido una aburrida noche de sábado.

(...)

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Att: Marta :)

Mr ArrogantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora