#16 Un tarde, para el amor

168 11 0
                                    


0 meses, 0 días, 0 horas , 9 minutos.

—Shh. Silencio niños. Despertarán a Terra.

Todos los pequeños niños rieron. Algunos hicieron incluso, más ruido. Sin importar las consecuencias.

—¿Hoy nos leerá el último capítulo?— preguntó una linda niña de rizos rubios. Con su fina voz infantil.

La anciana asintió dulcemente.

—Hoy es el día. Ahora callaos. O no os contare nada.

Todos comenzaron a codearse entre sí. Logrando un silencio temporal.

—Bien... Es hora...

—¡Ah!— se quejó, al tiempo que se retorcía de una manera diabólica sobre las sábanas.

—Tranquila, está por venir.— le dijo Key, dándole un apoyo invisible en aquellos momentos. Pues sus palabras, no ayudaban.

La mujer cerró los ojos con fuerza, e hizo un ovillo en las sábanas con sus manos. Apretándolas con fuerza. Y reteniendo un alarido de dolor.

—¿Don-donde está? ¿Por ¡AHH!— bufó de impotencia.— ¿por qué tarda tanto?

Key bufó.

—No tengo idea.

—¡APRESURESE!— gritó. Al tiempo que intentaba no llorar.

El joven doctor hizo lo que pudo, apresurando su paso. Se sentía presionado de mil maneras por la pequeña bruja...
La cual lloraba de una manera penosa en el suelo.

—¿Don-de esta?— tartamudeo el doctor, al terminar.

Tara, poniéndose de pie como pudo. Roja como la sangre viva. Lo miró.

—Sígueme.

—¡AHH!— gritó de golpe. Había sentido un dolor inexplicable en el fondo de su vientre. Algo que nunca había sentido.

—Ya esta. Tu... Respira. Inhala, exhala, inhala, exhala, inhala, exhala.

Trató de hacerlo. Pero un punzada detuvo sus acciones.

—¡AHHHHH! ¡NO NO NO NO! ¡COMO DUELE ESTA MIERD...! ¡QUE VENGA DE UNA MALDITA VEZ!

—¿Será posible...?— se preguntó a si mismo, al tiempo de alzar la mirada, mirando al manto negro alumbrado sólo por algunas escasas estrellas ¿Acaso... Hoy era el día?

—¡Llegué!— gritó el doctor, tranquilizando a la pobre joven. Quién no podía creer lo doloroso que era.

Dejo su maleta en la silla y caminó hasta llegar a la posición indicada.
Donde vio algo que lo paralizó.
En sus ya, VI siglos, trabajando en medicina. Jamás había visto nada igual.
Una cama manchada de sangre, sangre roja carmesí. Mitad de la cama cubierta por este líquido. Y para añadir, un pedazo de carne enorme, yaciendo frente a la joven mujer. Quién no paraba de retorcerse del dolor.

—¿Que-que le paso?— dijo Tara sorprendida.

Key los miró.

Tentaciones olvidadas® [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora