#9 Te extrañé y sangre de más

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Ha pasado exactamente un mes desde que mi padre y mi hermano se mudaron a una cabaña vecina. Las cosas desde entonces han empeorado.

Elías y mi papá viven vigilandome.
Christian no ha parado de  seducirme y perseguirme.
Me he puesto peor. Ahora tengo pequeñas hemorragias nasales. Y... También tengo periodo una vez al mes. Durante... Dos jodidas semanas.

Y ni hablar de lo zombie, fea, y gorda que me he puesto. Parece que hubiese muerto mi lado seductivo.
Pero a Christian no parece interesarle nada de eso.

Bah... Algún día se cansará de mi, y podré caminar por la cocina sin que me toquen el culo.

—Caroline... ¿Estas despierta?

—No. Vete.

Tapé mi rostro con la almohada y bufé fastidiada.

—¡Oh vamos! ¡Estas muy despierta!

Bufé al sentir a Christian sobre mi. Tuve otra pequeña hemorragia por la nariz cuando lo hizo.

—Increíble. Estas tan gordo que me estas desinflando.

Él rió y me puse de pie.

—Tenemos que verte. Estas muy enferma Caroline. Todo por culpa de...

Lo miré mal y limpié mi nariz de la sangre.

—Sabes que desde que llegaron ya no eres la misma duende virgen que eras.

Rodé los ojos y estornudé. Más sangre.

—Así era antes de que se te ocurriera la gran idea de transformarme en una vampiro. Acostúmbrate de una buena vez. Maldita sea.

Me dio un pequeño mareo, pero casi inmediatamente me recuperé.
Christian sonrió. Se puso de pie y sorpresivamente acarició mi mejilla.

—Tienes algo de... Sangre.— dijo para chuparla en su dedo. De una manera bastante provocadora.

Mordí mi labio y luego suspiré.

—Ya basta.— dije mirándolo seriamente.— no voy a follar contigo, entiende eso ¡joder!

Me senté en mi cama y bufé amargada conmigo misma.

—¿Por qué? Nadie lo sabrá...— negué molesta.— Sabes que lo deseas tanto como yo.— negué nuevamente.— deseas gemir mi nombre... Deseas que te llene...

Entonces tomó mi rostro y me besó. De una manera tan pasional, y delicada.
Como había extrañado esos labios... Ese sabor único.
En nada correspondí perdida en el momento. En sus labios. En todo lo que él me causaba.
Profundizamos el beso de una manera mucha más ardiente. Quitándonos el aliento. O al menos, yo sentía ahogarme en el deseo.

Nos separamos agitados.

—Te extrañé.— dijo mirándome a los ojos como hace mucho no era.

Sonreí embobada mirando sus ojos avellana.

—Yo... También...— dije y luego miré el suelo.— pero... No puedo darte más Christian...

Me miró confundido, y tomó mi barbilla.

—¿Por qué?

Negué de repente. Sabiendo que eso le molestaría.
Dios lo deseaba pero no. ¡No!

—Yo tengo un problema hace poco y... Ahora mismo... No voy a follar contigo.

Christian pareció relajarse.

—Me asustaste duende virgen.— dijo sonriendo.— no importa, cuando lo resuelvas, podremos hacerlo.

Me quedé sorprendida por su respuesta. Mas no pregunté más.
Y volvimos a besarnos.

Tentaciones olvidadas® [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora