#7 Cambios y nostalgia

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—¿Un amigo celandote?— dijo Elías evidentemente enfadado. Relamí mis labios nerviosa.— no me jodas, Caroline.

Rodé los ojos intentando hacer mi actuación.

—Si me crees o no es tu problema. Yo estoy diciendo la verdad.— dije lo más seria y molesta que pudo estar mi cara.

Elías me miró con el ceño fruncido. No a creía nada de lo que decía y eso... Eso era malo.

—Ya... Y yo te creo.— dijo olfateando el aire.— no me sorprendería que ya no fueras virgen.

Mi cara ardió.

—¿¡Pero que te sucede!? ¡A ti no te importa que soy o no! ¡Maldito metiche!

Él frunció el entrecejo.

—Eres obvia.— dijo rodando los ojos y olfateando nuevamente.— y tenemos que verte. Se supone que eres un vampiro y no tienes sangre. Tu cara parece presa recién cazada.

Bufé. ¿Se había aliado con Tara para mentirme? Estúpido Elías.

Vi olfatear de nuevo a Elías, antes de gruñir y tomarme del brazo bruscamente.

—¿Qué ocurre?— dije de repente con miedo.

Él me miró serio.

—Hay lobos cerca.

Y antes de nada, ya estábamos corriendo. Escuchaba los constantes gruñidos de mi hermano mientras tomaba fuertemente mi mano, las hojas y ramas crujían bajo nuestros pies. Y mi arzón latía con desesperación.

Tenía miedo.

Pero entonces, los pude oler.
Era un olor realmente repugnante. Como a carne muerta y perro mojado. Quizás algo de polvo y rastros de mierda.

Ugh. Que asco. Mi hermano no huele tan mal.

Entonces, todo se detuvo de golpe, cuando pude ver a unos cuantos hombres frente a nosotros. Eran 3. Todos parecían fuertes y robustos. Repletos de heridas.

Me quedé mirándolos por lo que pareció una eternidad, antes de que mis oídos me despertaran de mi trance.

—Mira que tenemos aquí.— dijo un rubio, tenía numerosas cicatrices en el rostro, torso y brazos. Parecía demacrado.— Elías con una vampira.— sonrió de una manera repulsiva.— lejos de nuestro territorio. Traicionando a nuestra especie. ¿Qué? ¿Planeabas fugarte con ella? ¿Tener unos fenómenos?

Arrugué el gesto molesta. ¿Mi hermano y yo? Ugh, enserio no hay respeto por nada.

—Para nada, señor. Ella no es ninguna puta.— dijo mi hermano, en defensa mía.

Se nota que no te conoce.

¡Cállate Elner!

—No me veas la cara de idiota.— dijo el rubio para luego mirarme de pies a cabeza, incomodandome.— ¿y tu? ¿Qué haces tan cerca de la ciudad?

—¿Te interesa?— respondió cortante Elner. Pude sentir su molestia.

Mi hermano me vio sorprendido. Los tres lobos sólo se miraron entre si.

—Claro, estúpida chupa sangre. Estas en mi territorio. Y yo man...

—¿Si?— interrumpió Elner queriendo ahorcarlos. Oh. Estúpida Elner.— ya larguense pulgosos.

El rubio me miró de una manera que, la llenó de más ira.

—¿Quieres morir, idiota? Matarte no me costaría ni medio segundo.

Tentaciones olvidadas® [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora