three

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La luz del sol entraba a raudales a través de la ventana cuando me levanté de la cama. La calle tenía su bullicio habitual, infinidad de vehículos, infinidad de personas, infinidad de situaciones.
Me entusiasmaba vivir en la gran ciudad, es decir, estaba tan cerca, pero tan ajena a las vidas de miles de personas cada día.
Sin duda, aquello estaba bien.
Un recuerdo azotó mi mente justo cuando posé mi mirada en el restaurante de fideos de la noche anterior.
Una hora más tarde de entrar ahí, había recibido una visita de un vampiro.
Un vampiro, que además de no querer hacerme daño, quería convertirse en mi sirviente.
Ahogué una carcajada.
¿A si que al final toda aquella locura de los servamps había sido un sueño?
Estaba segura de que sí. Aún no había desbloqueado ese tipo de movidas paranormales en mi vida cotidiana.

Riéndome de mi excesiva imaginación, me preparé para salir. No tenía un lugar previsto, pero ya lo pensaría durante el trayecto. Estaría bien volver a ver los jardines Hamarikyu.
También debería empezar a conocer gente, pensé.

Cuando finalmente había conseguido encontrar mi teléfono móvil, salí de mi cuarto.
Instantáneamente, mi garganta profirió un grito. Y es que, había alguien recostado en mi sofá.

—Vaya, mira, ya te has despertado. No quería ser yo quién interrumpiera tu hibernación—dijo entre risas.

No podía ser. Era un sueño.
Pellizqué mi brazo para volver a la realidad, pero nada ocurrió.
El servamp que tenía delante era tan real cómo la vida misma.

—Esto debe de ser una broma—susurré, antes de que los hechos de la noche pasada se rememoraran en mi mente.

Después de que el servamp de la melancolía me propusiera ser su eve, y me prometiera obediencia, me había contado muchas más cosas de los suyos.
Que nadie le conocía, e incluso sus dramas con sus hermanos mayores, que tampoco lo hacían.
Yo no respondí a su petición, le pedí más tiempo para asumir toda aquella situación, y él me lo había concedido... con la condición de estar a mi lado hasta que le comunicara mi decisión.
La razón era, según él, que no podía volver con su grupo sin una respuesta convincente.

—¿Cuánto tiempo llevas esperando?—le pregunté.

—Unas horas—respondió— ¿y bien?

—Aún no lo he pensado suficiente. Además, ni siquiera sé tu nombre.

—Mi nombre será el que tu me des, cuando seas mi eve. Actualmente, Tsubaki.

—¿Como la flor?—volví a preguntar, mientras buscaba en el frigorífico algo para desayunar.
Ya casi era la hora de comer, pero, ya sabéis, el desayuno es la comida más importante del día.

—Si, como la flor, pero...—empezó a decir.

—Entonces, te podría llamar Camelia—le interrumpí, masticando una galleta de chocolate.

Él me lanzó una mirada asesina.
—No.

Yo le imité.
—Pero si significan lo mismo.

Tsubaki suspiró, dándose por vencido. Su expresión volvió a cambiar, otra vez pacíficamente divertida.

—Y, ¿qué harás hoy?—se interesó, fijándose en la bolsa colgada de mi hombro.

—He pensado en hacer turismo. Sólo llevo un mes aquí, y me gustaría seguir visitando lugares antes de que empiecen las clases.

Él asintió, pero, acto seguido negó con la cabeza.

—No puedes salir ahí fuera.

—¿Por qué?¿Insinuas que debo estar recluida aquí todo el día?—dije, alzando una ceja.

Tsubaki se levantó del sofá y se alisó el kimono, ya arrugado durante la noche.

—Rectifico; no puedo salir ahí fuera.

Ariculé una risa incrédula y me acerqué a Tsubaki.

—¿Me estás diciendo que el mito de que los vampiros se desintegran con el contacto del sol es real?—pregunté, entre más risas.

—Bueno... no exactamente. Puedo salir, siempre y cuando adopte mi otra forma.

—Entonces no hay problema, vayamos a hacer turismo.

Tras unos minutos de discutir sobre si le apetecía transformarse o no, solté mi respuesta definitiva, la que haría que Tsubaki entrara en razón.

—El nombre de Camelia sigue rondando mi mente... ¿es bonito verdad?—anuncié, justo para darme cuenta de que el servamp había desaparecido.
En su lugar, yacía un pequeño animal negro y blanco, con dos colas.
Es decir, la otra forma de Tsubaki era un zorro oscuro.

—Kyaa, ¡qué adorable!—exclamé burlándome, aunque tenía un poco de verdad.

Una imagen del servamp apartando la vista apareció en mi cabeza.

—Lo sé, ¿nos vamos?—respondió él, con una voz un tanto diferente.

Yo asentí, abriendo la puerta de la casa.
Con Tsubaki, aquel día iba a ser de todo menos aburrido.

•  •  •

Siento la espera, y también lo kk que es este capítulo :v
No he estado escribiendo mucho últimamente, y estas son las cosas que salen cuando escribo en la madrugada T-T
Espero que me perdonen y os guste, aunque sea un poquito.

MY MELANCHOLY ─ SERVAMP。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora