Me desperté con un escalofrío provocado por el aire helado de la noche.
Las cortinas blancas ondeaban junto a la ventana abierta, y tras el alféizar, se extendía una inmensa oscuridad.
Sólo el brillo de la luna iluminaba el cielo, porque las estrellas, ahora invisibles, habían sido sustituidas por unos nubarrones que parecían estar a punto de enviar una tormenta.
Salí de la cama y me moví pesadamente para cerrar la ventana. Me dispuse a ello, pero otra luz inundó mi campo de visión.
Desde abajo, en la calle, un cartel de neón algo destartalado, refulgía con poca intensidad.
La iluminación provenía de un restaurante de fideos situado justo enfrente del edificio en que yo vivía desde hace un mes.
Nunca había visto aquel local abierto, no en la noche. Busqué mi telefono para mirar la hora, pero ni rastro de él. Supuse que eran ya pasadas las cuatro de la madrugada.
Con curiosidad, me puse un chándal negro sobre mi pijama y cogí un paraguas, por si acaso.
Fuera de mi habitación, la casa olía a rancio, y también a tabaco.
Hacía días que mi padre se había marchado de su visita, pero aquel olor no lo había hecho.
Como siempre, su estancia allí había sido más que nula, se había pasado el tiempo en bares, bebiendo y bebiendo.
Hice una mueca y salí del apartamento dando un portazo.A diferencia de mi casa, aquel local olía de maravilla. Una larga barra se extendía por el lado izquierdo del restaurante. A la derecha, habían varias mesas, vacías.
El lugar no tenía muchos clientes- lo normal a estas horas- sólo dos personas sentadas en la barra se giraron cuando sonó la campanita de la puerta accionada por mí.
Uno de ellos era un adolescente, tal vez de mi edad. El otro era adulto.
Por supuesto, no los conocía. No llevaba mucho tiempo allí, pero esperaba que eso cambiase cuando empezara la clases en los próximos días.
Saludé educadamente y me fijé el carta que me dió el vendedor.
Finalmente, escogí uno de los muchísimos tipos de ramen que ofrecía y salí de la tienda.Me dirigí al edificio, pero no me detuve en el quinto piso, dónde se encontraba mi hogar, si no que seguí subiendo la escalera hasta llegar a la azotea.
El aire acarició mi rostro cuando abrí la puerta metálica, que provocó un chirrido estruendoso.
Desde que descubrí aquel sitio, siempre subía cada noche, para ver la ciudad desde arriba, y sobre todo, aclarar mis pensamientos. Últimamente había estado de bastante mal humor, y estaba segura de que eso tenía que ver con mi padre.
Cuando estaba con él, me sentía vacía. Vacía de sentimientos, de felicidad.
Con un suspiro, me tumbé en el frío suelo, y cerré los ojos.
Acto seguido, mis oidos captaron un esperado chasquido suave a mi lado.
Otra gota cayó sobre mi mejilla, esta vez, silenciosa.
Las nubes tormentosas ya empezaban a descargar el agua.
Con el cuerpo inmóvil, dejé que la lluvia me empapase de arriba a abajo, calando mis huesos. Tal vez eso, más tarde, me haría resfriar o algo incluso peor, pero se sentía tan agradable...
Inspiré profundamente el poco aire puro que había, me incorporé y abrí los ojos.
En lo primero que me fijé fue en la gran luna blanca que se abría paso entre la oscuridad y la llovizna. Si no la estuviese viendo, no lo habría creído.
¿Por qué el astro era visible en esa noche nublada?, pensé.
A forma de respuesta, recibí un sonido repiqueteante detrás de mí.
Dirigí la mirada hacia el lugar donde provenía el sonido, y ésta se topó con un par de sandalias de madera.
Mis ojos se elevaron casi involuntariamente, visualizando un kimono negro, rematado con un manto blanco y rojo.
Lo siguiente que encontré fue una boca curvada en una sonrisa, que en poco tiempo empezó a moverse.—Que noche tan espectacular, ¿no crees?—dijo el recién llegado.
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MY MELANCHOLY ─ SERVAMP。
Fanfiction"Seré tu servamp, y sin importar el qué, te obedeceré." [ animejdr © 2016 ]