—¡Tsubakkyun!—escuché una voz chillona, que llegaba desde otra habitación.
Bruscamente, una puerta se abrió y dió un gran portazo contra la pared.
En medio de esta, se encontraba una persona con gafas vestida de blanco y rosa. Como Higan, él también llevaba el pelo recogido, y una larga coleta caía sobre su espalda.
En su mano, portaba un sombrero de copa blanco con cinta a rayas.—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así, Belkia?—bufó Tsubaki, haciendo la cabeza hacia atrás.
Él recién llegado le ignoró y siguió hablando.
—¡Creí que volverías antes!—le recriminó.
Luego se dirigió a mi, y noté como mi cuerpo se congelaba. Una gran sonrisa tétrica se alargó en su rostro, mostrando sus colmillos. Podría parecer un gesto de diversión, pero los ojos de Belkia también estaban abiertos, como si pudiesen traspasar todo mi ser.
Su rostro era como el de un mismísimo maníaco.—Imagino que al final no fuiste fácil de convencer—siseó él.
No respondí, si no que seguí pretificada mirando sus ojos, que me reflejaban como si tuviese delante a un enemigo, o peor, una presa.
Noté como todos se fijaban en mí, y fue Higan el que carraspeó y nos sacó a todos de aquella situación tan incómoda.—Y bien, Ruchia, ¿eres de aquí?—me preguntó el hombre.
La calma de su voz me hizo volver a la realidad, y casi tartamudeé al contestarle.
—No, me mudé a la ciudad hace poco de un mes.Después de escuchar mi respuesta Tsubaki hizo una palma y se levantó de la silla, haciendo un ruido estridente.
—Bueno, está bien por hoy.
»Higan y Shamrock, hoy os toca hacer guardia. Otogiri, tú consigue algo de ropa para Ruchia. Belkia, tu y yo vamos a hablar con los demás subclases.Y con esto, todos se levantaron a hacer lo mandado. Yo me quedé ahí sentada, sin saber que hacer.
—Tsubaki—lo llamé antes de que desapareciera con Belkia—no necesito ropa, no me quedaré aquí.
—¿Alguien te espera en tu casa?—preguntó él.
—No, ya viste que vivo sola—admití.
—Entonces no veo el problema. Además, no nos podemos separar demasiado.
—¿Qué?—exclamé—¿por qué?
—Enfermaríamos. Y si nos separamos durante un tiempo, acabaríamos muriendo —dijo, tan tranquilo.
¡Moriríamos!
¿Cómo no me contó algo tan importante?
Apreté los puños, pero luego conseguí relajarme.
Lo hecho estaba hecho.—¿Y no se te ocurrió decirmelo antes?—gruñí, y él se encogió de hombros—Vale, sólo esta noche. Después ya veré lo que hago.
Incrédula, me dirigí a otra habitación, dónde había visto entrar a Otogiri. No era especialmente grande, aunque era enorme en comparación con la mía. Tampoco abundaba la decoración, salvo un espejo colgado de la pared. Me fijé que al otro lado, había una puerta que daba a un pequeño cuarto de baño.
La chica dejó un montón de ropa sobre mis brazos, y ahí fue cuando se fijó en la herida de mi cuello, dónde Tsubaki había sellado el trato.
—Espera—murmuró, y entró al aseo.
Tras rebuscar entre varios armarios, salió con un rollo de venda en las manos.
Suavemente, empezó a colocarla rodeando mi cuello, tapando el mordisco.—Gracias—dije, pasándome cuidadosamente la mano sobre la venda.
Ella me dedicó una sonrisa y me dijo algo que no pude escuchar, y sin más, salió de la habitación cerrando la puerta tras de si.
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MY MELANCHOLY ─ SERVAMP。
Fanfic"Seré tu servamp, y sin importar el qué, te obedeceré." [ animejdr © 2016 ]