seven

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Supe que la ruta del metro era la correcta cuando ésta comenzó a llenarse con jóvenes vestidos con uniforme.
Al contrario de mi, en su mayoría, lucían rostros descansados y libres de ojeras. Suspirando, me froté los ojos con la mano.
Ya había pasado dos noches en el gran rascacielos, y no había conseguido dormir plácidamente. A parte del temor a que alguno de los subclases de Tsubaki me asesinase utilizando mi propia almohada—si, con eso me refiero a Belkia—, extrañas pesadillas me atacaban por las noches.
Mi cabeza reproducía sueños en lugares que nunca había visto, situaciones inexperimentadas... irreales.
Imaginé que aquellas pesadillas serían causadas por todos los hechos de la última semana.
Es decir, no todos los días te conviertes en un eve.

Una sombra animal apareció a mi lado, sobre un asiento vacío. Al parecer nadie pareció percatarse de ella, ya que saltó rápidamente en mi bolsa.

—¿Qué haces aquí?—murmuré disimuladamente, entre dientes.

Sólo faltaba que mis futuros compañeros pensasen que estaba loca, por hablar a un zorro de dos colas como si de un humano se tratase.
Miré a ambos lados, asegurándome de que nadie nos estaba mirando.

—Creía que habíamos quedado en que te alejaras lo máximo posible, sin que haya riesgo—continué de la misma manera.

—Lo se, pero ahí fuera hace frío—se excusó Tsubaki—además, aún queda trayecto.

Yo bufé, pero no me moví.
El día anterior había hablado con el servamp de mis clases, a las que tenía que asistir diariamente.
Él al principio se negó, defendiendo que 'tenía cosas mejores que hacer que estar esperando', pero finalmente conseguí convencerle, a cambio de que yo me mudase al altísimo edificio, dejando mi apartamento de alquiler.
Así que, el plan era estar cada uno en sus asuntos, yo en la escuela y él... bueno, haciendo lo que quiera que hagan los servamps. Estaba todo bien siempre y cuando no nos separásemos demasiado.

Tras la última parada antes de llegar al centro, el metro se puso en movimiento con un gran bandazo. Desafortunadamente, esto hizo que mi tarjeta de estudiante se cayera de mi bolsa. Antes de que pudieses hacer algo más que estirar la pierna para alcanzarla, ésta se deslizó hasta el final del vagón.

—Oh no...—dije preocupada cuando la perdí de vista.

Rápidamente me levanté para buscarla, pero había desparecido.
No podía ser, no el primer día.

—Disculpa...¿esto es tuyo?—escuché una voz a mi lado.

Un chico, también uniformado, mostraba mi tarjeta en su mano. Era muy alto, así que tuve que elevar la vista para poder ver su cara.
Su mirada se posó en la imagen impresa, y luego en mi rostro.

—S-si, muchas gracias—dije avergonzada por el descuido.

—¿Misaki Ruchia?—me preguntó, y yo asentí, mientras él seguía leyendo mis datos—vaya, ¡vamos a la misma clase!

Acto seguido, él sacó su propia tarjeta y me la mostró. La expresión en su foto era igual de sonriente que en la realidad. A simple vista parecía simpático, lo cual me alegró. Tal vez no fuera tan complicado conocer a gente, al fin de al cabo.

—Eso parece—sonreí.

—¡Koyuki!—gritó un otro chico rubio, más bajo, detrás de él—¡ya estamos!

Efectivamente, el metro se detuvo, y todos los estudiantes se arremolinaron en las puertas.
Koyuki, se despidió y salió corriendo hacia los dos chicos que le esperaban.
Al poco tiempo, él, y sus dos amigos caminaban bromeando en dirección al instituto.
Mientras, yo seguía entre la multitud, intentando salir del transporte. La próximas vez tendría que hacer lo mismo que Koyuki.

—Bueno, Tsubaki, ya nos veremos—susurré, abriendo un poco la mochila.
Para mi sopresa, el servamp ya no estaba ahí, se había marchado.

Finalmente, conseguí salir sana y salva del metro, y me dirigí a la que iba a ser mi nueva clase. Con suerte, no me perdí y la encontré rápidamente.
O eso creía yo.

—Señorita, ya casi hemos empezado la clase—dijo el profesor cuando crucé la puerta.

Noté como mis mejillas se enrojecían instantáneamente, y me disculpé.

Sin decir nada más, me senté en el único pupitre libre, al final de la clase.
No sé si fue producto de mi imaginación, pero habría jurado que, a través de la ventana, había visto a Tsubaki sentado en la rama de un árbol.

Negando con la cabeza, decidí pasar un día tranquilo y olvidarme del mundo vampírico por unas horas.

Esta vez miré a mis compañeros, en busca de la única cara conocida.
Era cierto que Koyuki estaba en el aula, pero desgraciadamente estaba situado cerca de la otra pared, junto a sus dos amigos.

•  •  •

Durante el día restante, no volví a ver a Tsubaki en ningún lugar del instituto, y me pregunté que andaría haciendo. A otro que tampoco vi más fue a Koyuki, al que quise agradecer su ayuda.
¿Dónde estarían?

Ahora que las clases habían acabado, empecé a recoger mis cosas, pero alguien me interrumpió.
Una mano efundada en una muñequera a rayas se puso sobre mis libros.
Entre los dedos, el recién llegado sostenía mi tarjeta de estudiante entre los dedos.

—¿Ruchia?—preguntó el chico—Koyuki me ha pedido que te la diera.

Increíble, después de todo había olvidado coger mi tarjeta, que desastre.
Al verlo, recordé que el recién llegado era el otro amigo de Koyuki.

—¡Gracias!— exclamé—y...¿sabes dónde se encuentra él?

—Ha pasado por la enfermería y me parece que ya se ha ido a casa, ¿por qué?—me respondió él.

—Oh, bueno... nada, quería agradecerle su ayuda. Esperaré a mañana—le sonreí, colgando mi bolsa en el hombro—Muchas gracias de nuevo...-

—Mahiru; Shirota Mahiru—terminó él, imitando mis dos gestos anteriores y acompañándome a la salida.

•  •  •
*Un MaMahiru salvaje apareció*
¡Espero que os haya gustado el capítulo!

MY MELANCHOLY ─ SERVAMP。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora