VEINTE Y UNO

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Zach estaba frente a mi, sentado en la orilla de la cama jugando con su labio inferior y mirándome atentamente igual que yo a el. El silencio no era nada incomodo o aburrido. Ya habían pasado cinco días desde que mi mama se fue de nuevo y cinco días de los que no le hablo a Carlotta o Pete, y se sentía bien, bueno al menos me gusta ver como sufren por sentirse culpables. También no he ido al colegio y si falto otro día mas, estoy segura de que me darán de baja.

Mire los ojos de Zach; aterradores, grandes y pestañeados.

Zach era un chico misterioso, después de lo sucedido con Pete y Zach, no le he preguntado que ha pasado con sus padres y no pienso hacerlo, no quiero que el sienta que me estoy metiendo en sus problemas, pero si el algún día quiere hacer, estoy abierta para escucharlo. Realmente Zach era un chico hermoso, tenia ojos enormes y un grisáceo perfecto, su tez era pálida y tiene una hermosa sonrisa. Es alto, algunas tres cabezas mas que yo y labios carnudos. Creo que cada vez que lo miraba me enamoraba mas y mas, y lo mejor de todo, es que me sentía bien con el.

Este se empezó a reir como si hubiese contado un chiste para el solo.

―Basta de mirarme así, se que quieres besarme.―sonrió de lado y se agarro el cabello.

―Que asco, no.―mentí. Por una parte quería lanzarme encima y besarle, por otra, quería salir de mi habitación y correr desnuda.

—¿Como te has sentido?

—Bien.—dije.—Me gusta el hecho de que Pete y Carlotta se sientan culpables y ahora si me den comidas tres veces al día.

—Eres un desmadre.

—Lo somos.

Lo mire, estaba tan hermoso, ¿quien iba a decir que esta seria yo enamorada? Que estúpida me he de estar mirando. Pero no lo soporto.

Me lance encima de el, besándolo y acariciando por debajo de su suéter. El tocó mi muslo. Esto se estaba yendo a otro nivel.

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