El sueño premonitorio continúa desde la última vez. Acabé por llegar a un gran lago y al otro lado continuaba el bosque. Noté algo en el agua que me llamo la atención y me acerque. Solo veía mi reflejo y el de los árboles y de repente, comenzaron a arder. Me di la vuelta y detrás de mí había una chica, más joven que yo, con los ojos cerrados, la cabeza gacha y el cabello rojo brillando con la luz de las llamas. Sostenía con las manos llenas de cicatrices de quemaduras, un arco calcinado. Me acerque a ella sin decir nada y ella me ofreció el arco con el mismo silencio.
Volví a mirarla y desapareció, como los demás. Después oí el rugido de un trueno y del cielo, caía una bola de fuego, o eso era lo que me parecía, y cayó en el incendio. Por supuesto que me adentre, ya que este tipo de sueños no me hacen daño, y confiaba en ello. Encontré un muchacho escuálido y más flaco que un palo e inconsciente.
¡Oye!, ¿Puedes oírme?, ¡Oye!- le decía pero no me respondía. Me di cuenta de que no estaba inconsciente, sino dormido.
Lo quise apartar del fuego y lo lleve en brazos hasta la orilla del lago. Seguía sin abrir los ojos, pero su pulso era normal y se aferraba contra su pecho un cuaderno pequeño. Creía saber quien era, pero esperaba ha saber más cuando me despertara. Mientras tanto, me quedé sentada junto al chico.
En la isla de Mema, el vikingo Hipo y Astrid, quien creo que es su novia, salieron junto con sus dragones a sobrevolar toda la isla. Astrid era muy competitiva a la hora de demostrar quien de los dos era el más veloz. No se lo ponía fácil a Hipo.
- ¡Admítelo, Hipo, no puedes ganarnos a Tormenta y a mi! –decía Astrid. Sacó un trozo de pollo de su morral y el Nader mortífero se lo zampó de un bocado.
- Espera y veras. –dijo Hipo en voz baja y puso una de las marchas en la cola de Desdentao. El chico y el Furia Nocturna salieron disparados como las balas.
- ¡Uoaaah! –Astrid casi se cae de su dragón.- Venga, Tormenta, hay que cogerlos.
Así toda la mañana. Ni siquiera se dieron cuenta de que ya estaban muy lejos de su hogar. De repente, el cielo despejado se llenó de nubes grises oscuras y el viento los arrastraba de manera brutal. En el cielo empezaron a sonar los truenos.
- Vale, se avecina una tormenta. Y de las gordas. –Afirmó el chico.- Deberíamos volver y avisar a mi padre. Ya hemos volado bastante.
Dicho esto, ambos jinetes dieron la vuelta. Pero un rayo se interpuso entre los dos.
- ¡Uoaaah! ¡Ten cuidado, amigo! –dijo Hipo sorprendido.
Otro rayo casi los alcanza.
- Hipo, ¿No llevarás algo de metal encima? –preguntó Astrid.
- Juraría que no. –dijo él.
Más rayos caían cerca de él.
- ¡Sígueme! –la vikinga se pasó delante de ellos.
Volaron en zig-zag, pero apenas se libraban de los rayos, pues el viento era muy fuerte.
- Parece que la tormenta la tiene tomada con nosotros. Thor estará de los nervios hoy. –dijo Astrid. Sí, ellos creen que todo es cosa de su dios del trueno, son vikingos, después de todo.
Pero no era solo una tormenta. Cerca de ellos, empezó a formarse un ciclón. A Astrid le dio un escalofrío su ferocidad.
- Hipo, ese ciclón tiene la pinta de venir hacia nosotros. Y... ¡a toda prisa! –señaló el ciclón muy nerviosa. Hipo también estaba inquieto por la velocidad que se acercaba. Aquello no era normal.
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Woodgate y los cuatro grandes
FanfictionNara Woodgate, una bruja con dones de la premonición, vive su vida tranquila en su pueblo natal. Entre tanto, cuatro jóvenes adolescentes (Jack Frost, Hipo, Mérida y Rapunzel) han sido transportados, a través de portales, a una tierra mágica descono...