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02

«Rutina.

Su rostro claramente cansado y las ojeras de mapache son más que suficientes para saber que a NamJoon el estrés lo estaba consumiendo lenta y dolorosamente. Desde que empezó a trabajar nuevamente, para él no había descanso alguno; su empleo era una cuerda que apretaba el agarre a su cuello para ahorcarlo. 

Estaba tan ocupado todo el tiempo, que ya ni se fijaba en lo que lo rodea. Sólo le preocupaba una cosa además de su empleo: la rutina. Repetía lo mismo cada día, y consistía en despertar mucho más temprano de lo que antes hacía (de allí gran parte de su cansancio), apurarse en ir a la estación a tomar el último tren de la mañana antes de que lo dejase atrás, trabajar, trabajar, seguir trabajando, hacer papeleo, morir trabajando, y finalmente desmayarse apenas tocase su almohada cuando llegaba a casa. 

Es que NamJoon tiene tanta suerte, pero tanta, que los trenes que podía tomar cuando se le pegase la gana dejaron de funcionar, y ahora solo quedaba el turno diurno, cosa que lo tenía muy mal, porque si antes se iba a trabajar a las nueve, ahora tenía que irse a las siete en punto. 

Todo un sufrimiento, la verdad.

Lo único reconfortante para él, eran las mañanas frías que le daban la bienvenida cada día al irse; claro, y que tal vez pudiese ver al chico invierno.

¿Qué había pasado con él?

Nunca supo nada más de aquél chico, lo que hacía que su estrés aumentara, por lo que se regañaba mentalmente por comportarse como un loco. Pero así era él, no podía controlar cuando sus momentos Kim TaeHyung salían al aire (tal vez debería dejar de juntarse con él).

Tal vez se estuviese obsesionando un poco, pues empezaba a buscar con la mirada aquella especial cabellera en todas parte; aunque quisiese evitarlo, resultaba inevitable, era algo que simplemente era imposible de explicar a la perfección, pero si tuviese que ponerlo con palabras, era una sensación que lo obligaba a seguir buscando, casi como si le estuviesen llamando, pero no podía oír con claridad.

Era casi como si ese chico existiera sólo para él, porque NamJoon no dejaba de pensar en él.

El día había comenzado muy a su gusto, más frío de lo usual, por lo que se tiene que abrigar un poco más de la cuenta; su despertador no había sonado y ahora NamJoon estaba luchando (corriendo como si su vida dependiese de eso) para llegar lo más pronto posible a la estación. Había despertado por los ladridos del perro de su vecino, y casi le dio un infarto al ver la hora.

7:45 am.

Sabía de antemano que lo más seguro era que no hubiese ningún tren, pero aún así siguió corriendo.

Bueno, no del todo. Terminó tomando un taxi, pero ese no es el caso. Intentaba ser positivo, y contaba con que habría cualquier cosa que abordar cuando llegase, así fuese un burro.

Aunque no le sorprendió ver que el lugar estaba casi vacío, y tampoco le tomó importancia a los encargados mirarlo con una mueca de burla hacia sus desgracias; no le quedaba más opción que llamar a su jefe y pedirle el día libre, ganándose uno que otro insulto o amenaza de despedirlo por parte de su mayor. No ha dormido bien en días y se siente exhausto, al nivel exagerado, tanto así que no se da cuenta cuando sus ojos se cierran por inercia una vez que toma asiento en una de las bancas. 

A pesar de la incomodidad y el frío, siente que por fin puede descansar un poco apropiadamente; con una vista completamente negra, su mente comienza a reproducir alguna clase de película, que lejos de ser un sueño se siente como una pesadilla. Se puede ver a él mismo en la estación completamente desolada; el lugar se ve muy diferente de cómo realmente es, en lugar de ser deteriorado, se caracteriza por tener tonos blancos, demasiado limpio para su gusto. Frente a él, una persona a la cual no le puede el rostro por tenerlo tan claro como el cielo en ese momento, literalmente. Sin embargo, una sonrisa se asoma en el rostro del extraño, a la cual interpreta como una mueca de burla.