Interrogatorio

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Una potente luz daña mis retinas a pesar de tener los ojos cerrados. Se oye una voz cercana, que poco a poco se hace entendible. —Sr. Snow, sabemos que está despierto. No puede abrir los ojos ni moverse y, le aconsejo que no se esfuerce en hacerlo, solo conseguirá dolor y éste será más intenso cuanto más empeño ponga en no estarse quieto. —La voz retumba dentro de mi cráneo. ¡Maldicion! Mi agitación provoca un aplastamiento en mi cabeza amenazando con hacerla estallar... intento calmarme e inmediatamente la presión craneal cede. Vuelve la Voz —Eso está mejor. Está inmovilizado, acostado en una camilla y conectado a varios equipos que monitorizan todo lo que sucede en su cuerpo manteniendo sus constantes vitales en estado óptimo... usted decidirá por cuánto tiempo sufrirá esta situación. La lucidez vuelve despacio y mi mente recupera parte de sus facultades. La persona que habla ha empleado plural por lo que no debe encontrase solo. Desconozco quiénes son y que pretenden, pero se han equivocado de persona. Me han llamado por un nombre con el que no me identifico, aunque me parece familiar. —Están cometiendo un error... yo no soy esa persona... La Voz me interrumpe —Señor Snow, no subestime nuestra inteligencia. Disponemos de los resultados de los identificadores de compatibilidad, dactilares y oculares, no nos trate como... Otro individuo interrumpe la conversación. —Doctor, los sensores advierten que dice la verdad. —¡Compruébelo! Es totalmente imposible. —La Voz es más autoritaria, tiene un tono nervioso.
Tras unos extraños ruidos y sus posteriores silencios, el subordinado vuelve a hablar. —Doctor, lo he comprobado tres veces. El software y el hardware están funcionando correctamente. —Comenta el individuo muy agitado —¿No es... Snow?. —La Voz pierde energía. —Eso no lo sé, lo que si tengo certeza es que ni siquiera está intentando mentir. —Dice el subordinado. Durante unos instantes no se oye ningún sonido, aunque percibo una cercana respiración agitada y ruidosa. Parece que nadie se mueve esperando que la Voz desarrolle algún plan. —Señor Snow, está siendo muy hábil y hay que serlo para poder engañar a nuestros aparatos. Desconozco como lo ha conseguido, pero es cuestión de tiempo que nos diga la verdad. Vamos a seguir su juego durante unos minutos más, ¿quién es usted? —la Voz ya no suena tan segura y firme. Aunque signifique el final de mi vida no puedo contestar otra cosa. —No... no lo sé. —Doctor, no hay engaño posible, sus vibraciones mentales dan una lectura concluyente, no miente. —Vuelve a la carga el subordinado. —¡No puede ser!, sin recuperar la información sustraída y su confesión o la certeza de que miente, no podrá ser ejecutado, es la ley... ha de ser una trampa. Se produce un silencio, esta vez más prolongado. Probablemente han transcurrido diez minutos cuando se percibe la apertura de una puerta corrediza y una tercera persona habla: —Doctor, el sedante ha dañado las neuronas del lóbulo temporal que están relacionadas con la memoria. —¿Recuperable? —dice La Voz. —Irreversible. —Afirma la tercera persona. La Voz piensa unos instantes. —¡Demonios, tendremos que soltarlo! No podemos justificar por más tiempo su detención. Todo ha sido grabado y está en conocimiento de la población... Les hemos informado de que era el cracker que buscábamos... —Doctor, aunque el sujeto sea Snow, los daños en su cerebro son definitivos, no podrá recordar jamás lo que sabia. La información debió ser memorizada en la parte dañada y ahora ha desaparecido, no la tiene, ni la tendrá... Nada ni nadie nos impide ejecutar el plan, la fase uno puede comenzar según lo previsto. —Insiste la tercera persona. Transcurridos unos breves instantes, La Voz, ligeramente más pausada añade: —Reintégrenlo a la habitación donde lo encontraron y emitan una locución en el Canal Estatal comunicando que hemos recuperado la información sensible que ponía en riesgo la seguridad nacional gracias al arrepentimiento, no forzado, del señor Snow, que ha colaborado voluntariamente y que por ello queda en libertad sin cargos. No olviden pedir disculpas por los problemas causados en el Barrio Chino. La Corporación se hará cargo de todos los desperfectos. La locución ha de terminar diciendo que trabajamos para la seguridad y tranquilidad de todos los ciudadanos. La conversación se ha desarrollado en mi presencia e intento no sufrir más daños controlando mi agitación, ya tengo suficiente con el que se ha producido en mi cabeza. Mis pensamientos se ven interrumpidos por un pinchazo familiar... me han vuelto a sedar. Dicen que cuando despierte no recordaré nada. Extraña paradoja sin resolución, ellos no saben quién soy y yo tampoco... pero sé lo que soy y afortunadamente ellos no han podido reprogramarme.

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