Capitulo 3: Un secuestro...posteriormente un aventon.

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Desperté para levantarme e ir al baño y prepararme. Era mi segundo día en la secundaria Mountfriedch. Esperaba tener nuevas direcciones después de lo sucedido ayer, no tenía ni la menor idea de cómo iría eso a pasar, sin embargo, tenía esperanzas de que hoy pudiera ser un día mejor mas eso no lo compensaba mucho en las mañanas yéndome en el antro al cual llaman bus. Era desagradable entrar y sentir las miradas de todos los estudiantes clavadas en ti. Ahí realmente que si me sentía como un fenómeno, como en cualquier secundaria, ser nuevo implicaba el rechazo de muchos y la intriga de pocos. Era una bendición tener a Lucia ahí, conmigo. Aunque ella no se iba en el bus, la pasábamos muy bien cuando estábamos juntas.

Despeje mi mente por unos segundos y me dedique a prepararme. En la Secundaria Mountfriedch eran muy estrictos con el horario de entrada para los alumnos así que debía tener un límite de tiempo para estar lista y tomar el bus. Para mí, era tedioso tener que levantarme todas las mañanas, tener un interminable pelea con mi cabello, esperar al autobús enfrente de mi casa y para colmo calarme el parloteo de todos dentro de ese pedazo de chatarra, sin Lucia, sin Chase. Aquel chico misterioso, aunque ya no era tan misterioso, teniendo en cuenta de que sabía su nombre, era la fuente más cercana para saciar mis dudas y así acabar con la guerra interna en ser normal o ser un fenómeno. Sabía que no era un animal, pero tampoco alguien común. Quería saber más de mí ahora, ya no era Melissa, la niña perfecta. Era alguien nuevo, pero debía saber más de mí y buscar la manera de sentirme cómoda con mi nuevo yo.

Al terminar baje las escaleras que me dirigían hasta la sala, mire por unos instantes directamente al sofá, recordando lo sucedió ayer en la madrugada. Llegue a la cocina en donde me encontré con mi madre preparando unos huevos revueltos con tostadas francesas. Era una delicia aquellos desayunos tan perfectos que mi madre me preparaba, sin embargo, sabía que ella hacia eso cuando quería saber algo. Me senté en la mesa y observe todo lo que había encima, tenía desde mantequilla hasta una alta gama de mermeladas, quesos, etc. Mi mama cuando iba a hacer el mercado siempre procuraba comprar cosas nuevas que llegasen al supermercado y sobre todo las esenciales para aquellos desayunos en casos de emergencia.-A ella no se le escapa ninguna-.Decía en mi mente con tanta certeza-.

Unos segundos después de pasearme con mis ojos por toda la mesa, observe que mi madre pagaba la cocina y se dirigía a mí tendiéndome un plato.-Gracias-. Exclame. Ella me lo devolvió con un simple guiño y se dispuso a servirme los huevos revueltos. Olía y se veía delicioso, tome unos cubiertos que ella había dejado envueltos en la mesa para mí y me dispuse a probar mi suculento manjar. Sin conciencia, de mi boca salió un –Mmm!-. Era delicioso, sin embargo mi mama no se dedicaba a responderme. Estaba muy misteriosa esa mañana.

Al terminar de servirme y de limpiar, se sentó conmigo y analizaba todos mis movimientos con una cara de preocupación, me cargaba estresada y yo, en cambio, bajaba la mirada y seguía terminándome mi desayuno. 

 Ella me observaba continuamente, aunque por unos segundos desvio sus ojos para colocarse de espaldas y poder servirse una taza de cafe tinto, del cual, ella amaba tanto. Se volvio a sentar.-Comete los huevos-.<me espetaba>

Sentia en mi cuerpo un presentimiento de que mi madre le faltaba una pieza para armarse el cuento mental acerca de ¿Que paso ayer? Para mi era muy simple, fui casi asesinada por un rayo, salvada por un egoncentrico, aturdida por un ente extraño en mi propia casa...Ah! Y ahora tengo poderes como esos de las historietas. 

De pronto oia la pregunta menos indicada en el momento menos indicado. 

-Quien era ese chico, Melissa? Mierda!, decia repetitivamente en mi  cabeza.

-Nadie madre, un chico que me lo encontre de paso y me dio un aventon. 

-Enserio? Melissa que diablos pasa por tu mente? Como te metes asi en el carro de un extraño? Hmn...si supieras que no fui yo quien se metio.

FENÓMENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora