Capítulo Seis

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-Vamos, hazte cargo de ella, está sola, a media noche.-

-Calla Sombra! Debemos mantenernos sigilosos y muy silenciosos...-

-Entendido, ahora ve, mátala!-

-Contrólate, calma tu sed de sangre, y tu hambre de carne. Sé que no hemos tenido una víctima en días, pero en lo que nos debemos centrar ahora es atemorizar al chico.-

-Aquel mocoso solo da molestías. No va ceder hasta encontrarte, sabe que tienes algo que ver con esas muertes. No debiste escojer víctimas que eran familiares.

-La madre y el padre estaban mal, el abusaba de ella, pronto se le iba a pasar la mano. La vieja ya iba a morir luego, cuanto le quedaba? Dos? Un año? Debió haber muerto el chico también en ese auto. El sospecha demasiado que tenemos algo que ver con esas muertes. Ahora vamos a cenar.

El Vigilante y su fiel Sombra, caminaron sigilosamente hasta la mujer, el vigilante saco su cuchilla del bolsillo, asomando un poco la hoja muy afilada. Venía el tren. Se colocó detrás de ella, la mujer no vió ni sintió su presencia. Pasó el tren en frente de ellos. Cayeron las gotas de sangre al suelo. La cuchilla incrustada en el cráneo. La mujer se iba a desplomar en el suelo, cuando el Vigilante la tomó. Sombra con una sonrisa oscura y maliciosa, seguía a su Vigilante, caminaron no muy lejos hasta su casa. Una casa como cualquiera por fuera y por dentro.

Entraron, bajaron al sotano y dejaron el cuerpo en la Mesa de Desmembramiento.

-Eso es.- Dijo Sombra, con la baba corriéndole por la boca.

-Empecemos.-

El Vigilante sacó una sierra colgada junto a más artefactos filosos. Pasó la sierra suavemente y firme sobre el brazo izquierdo, se deshizo de las capas de piel, y llegó a la carne y traspasó el hueso. Depositó el brazo en una bandeja de plata sobre una gran mesa, la Mesa de Preparación. Repitió las acciones con cada extremidad. Luego con la cabeza. Pero esta la colocó en una pescera redonda, y la posicionó junto a otras en una repiza, ahí se encontraban sus trofeos, cada cabeza significaba un logro, una víctima.

Se dirigió a la Mesa de Preparación. Cojió un alicate. Procedió a arrancar las uñas de las manos y piés.

Con una sustancia limpió cada centímetro de la piel, la limpió muy bien hasta dejarla como nueva. Por último dejó cada parte del cuerpo en el horno, por unos minutos para quemar cada bello y dorar la piel, como a él le gustaba.

-Oh... que sabor- Dijo sombra.

-Esta deliciosa, que bien que no la dejamos pasar...-

El VigilanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora