Día 1

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Mis piernas han dejado de funcionar, me caigo y ahora estoy recargada con mis rodillas y manos en el suelo, cómo fue que todo esto llegó a pasar, no sé que sentir, no sé que pensar, no sé que demonios hacer.

Cierro los ojos para imaginar que no es real, que no esta pasando, no está pasando, lo repito y lo repito a ver si así se llega a convertir en verdad.

Sin embargo, no lo logro, sigo con las manos y el cuerpo cubiertos de sangre, esperando por respuestas, pero no me dicen nada, hace 2 horas que la ambulancia nos trajo hasta aquí, pero nadie parece notar nada, apenas puedo escuchar lo que la demás gente dice, son las 11:42 pm y me dicen que debo de retirarme a casa, que debo estar cansada, que ellos ya llamaron a tus familiares, que ellos se harán cargo.

No puedo y sobre todo no quiero dejarte atrás, así que decido quedarme. De repente, cuando me estoy quedando dormida, entra alguien a la sala de espera, llorando, es ella, es Emily. ¿Qué hace aquí? ¿Quién le aviso? Yo no dí el número de ella, ¿O sí lo hice?.

Dejo de pensar porque al hacerlo me duele la cabeza, al intentar levantarme, me tropiezo, mis piernas vuelven a fallar y ahí es cuando llamo su atención.

Voltea y al momento en que lo hace bajo la mirada, como siempre.

—¿Que haces aquí?— Suelta, lanzándome una mirada de irritación.

—No tengo porque contestarte nada, Emily.

—Lo voy a repetir solo una vez más, ¿Qué haces aquí, Pam?— Vuelve a mirarme.

—El que salgas con Michael no significa que también salgas conmigo, por lo tanto no tienes ningún derecho a pedirme explicaciones, aun que, en mi opinión, tampoco a él. Pero eso ya no es de mi incumbencia.— Estoy por alejarme, pero me lo impide, tomándome del brazo.

—Tienes razón, Michael no es de tu incumbencia.

Me sacudo, de manera que suelta mi brazo y me volteo para darle la espalda, no quiero que vea que estoy por desmoronarme.

Me ha marcado Karen, al parecer ya le han llamado de el hospital, habla para saber si estaba contigo, le he dicho que si, como en todo momento, ella se escucha desesperada, me ha pedido que me quede contigo, lo cual planeaba hacer incluso si ella no me lo preguntaba.

Sacó mi teléfono, para distraerme en algo y esperar a que Karen llegue para no tener que soportar de la compañía de Emily yo sola. Miro la hora y ya pasan de las 12:00pm y sigo sin noticias, estoy empezando a querer gritarle a todo el mundo.

—¿Pam?— Volteo y es Karen quien me llama. No sé como es que voy a explicarle todo lo que pasó.

—Karen, yo—titubeo, pues no sé que decir—yo lo siento mucho, no pensé que esto fuera pasar, fue todo mi culpa, no debí dejar que tomara las llaves y se fuera así, te juro que trate—comienzan a salir las lagrimas, de nuevo—trate de que no se fuera así... de verdad traté. Y ahora nadie me dice nada, me han dicho que me vaya pero no puedo dejarlo aquí él, él es...— Cuido mis palabras cuando me doy cuenta que es lo que estaba apunto de hacer.

Karen me mira y baja su mirada a mi cuerpo y ropa, repletos de sangre. Se acerca a mi sin signo de cualquier expresión en su rostro, no sé que es lo qué piensa o qué es lo que hará. Se queda así unos segundos, con su mano en mi hombro, la cuál cubro con la mía, que a su lado parece tan pequeña, se queda otros minutos eternos mirando nuestras manos, debería ser poco, pero sé que en esta situación, unos minutos, a cualquiera le parecerían horas.

Finalmente, dejo que la desesperación me consuma y me decido a hablar, ya no puedo con esto ni un segundo más.

—¿Karen?—  Digo, no responde y tiene la mirada clavada en el piso, así que trato de nuevo—Karen, háblame por favor.— Le suplico. En estos momentos estoy rogando porque me grite o incluso que me golpee en la cara, pero sigue inmóvil, ahora no sé por cuál de los dos Clifford me tengo que preocupar más.

Después de otros minutos, que de nuevo parecen demasiado largos, ella habla.

—Pam, vamos a tranquilizarnos ¿Si?— Sonríe, pero sé que no lo siente, pues conozco a Michael, y ella tiene la misma expresión que él cuando algo no va bien—Aún no nos han dado noticias, no hay que predisponernos a cosas que no son— Y ahí está sonríe de nuevo pero no le llega a los ojos.

Karen, Emily y yo estamos en la sala de espera, las tres con mirada de angustia, Emily y yo no podemos mirarnos siquiera, pero eso ya es común y al parecer Karen lo sabe, porque se ha sentado en medio de nosotras dos. Me recargo un poco en el asiento y miro a Emily de reojo, que nota mi mi mirada y de nuevo, suelta esa expresión que siempre me hace querer ser pequeñita.

Sin poder decir o hacer nada me levanto, me duele la espalda de estar tanto tiempo sentada, así que me preparo para ir a comprar algo, ya me empieza a doler el estómago pues ya llevo tiempo sin comer. Aun que, honestamente, con esto que está pasando, no creo que pueda comer nada.

—Karen, voy a ir a comprar algo para comer, ¿Quieres algo? no creo que haya comida rica aquí, pero puedo traerte un café o algo.

Levanta la cabeza muy lentamente para así mirarme, se talla los ojos como señal de sueño para contestar.

—Me vendría bien un café, gracias, Pam.

Entrecierra los ojos un poco, como si la luz de la habitación fuera muy brillante.

Cuando estoy apunto de empezar a caminar recuerdo que en mi casa me han dado valores y volteo a ver a Emily, para preguntar si quiere algo.

—Em, ¿Quieres que te traiga algo? ¿Café también?— Sale más como un susurro, lo cuál odio porque demuestra el temor que Emily genera en mi.

—No me llames Em, Pamela, tu no eres mi amiga.

Dice eso y se levanta, yendo a no sé donde. Miro a Karen, esperando que se haya perdido todo lo que había pasado justo hace un instante y sólo me sonríe, ignorando la situación, que es mejor así.

No entiendo porque me ha llamado Pamela, hace unos momentos me había dicho "Pam", como todo el mundo lo hace.

Ruedo los ojos y doy un largo, largo suspiro y toco el hombro de Karen y me retiro para así poder ir a comprar su café.

Miro todas las pizarras que muestran qué es lo que hay en la cafetería y nada me abre el apetito, así que me acerco para solo pedir el café de Karen y decido llevarle uno a Emily.

Camino al final del pasillo, donde está la sala de espera y no veo a Karen, me adentro más y ahí están ella y Emily que parece ser la única que nota mi presencia. Karen está inmóvil, viendo a la nada, mientras que la mirada de Emily está posada en mi, su rostro emanando ¿Qué?, ¿Frustración? ¿Enojo? ¿Ira?.

Y entonces entiendo todo, el café me se me resbala de las manos y de nuevo, mis piernas están en el estado anterior en el que estaban hace tres horas.

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Hola, como decidí editar el chico de los tenis azules voy a estar publicando está novela con Michael Gordon Clifford que no le gusta la comida mexicana, como protagonista, espero les guste y bueno, muchas gracias a todxs por leer. <3



REGRESA A CASA | M.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora