Capítulo 2

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Así que, sí... Aquí estoy... En un solitario banco, de un solitario parque... Con mis maletas y un gato que se me ha acercado.

Hace un frío de muerte y el viento cada vez se hace más fuerte, y no, todavía no me muevo del banco.

Los niños que estaban jugando por los alrededores, se han marchado hace horas, probablemente a comer.

Hablando de comer...
Tengo hambre.

Me levanto y empiezo a andar, con la esperanza de encontrar algo que comer, antes de que se me ocurra volver y comerme al gato.

*********

Me dirijo a un puesto de helados con todas mis cosas colgando.

Tras casi una hora andando, he llegado a una pequeña y deshabitada plaza en la que a lo lejos se ve el puesto de helados.

Gracias Dios mío.

Al acercarme más, me doy cuenta de que quien atiende es una mujer mayor con pinta de estar muy aburrida. Demasiado diría yo.

- Hola- sonrío amablemente.

La mujer parece oírme ya que deja de 'cazar' a esas moscas que vuelan alrededor suya.

Me devuelve la sonrisa alegremente, supongo que feliz de por fin tener un ser vivo cerca, que no sean moscas.

- ¿Qué desea tomar?- pregunta dulcemente.

Le pido mi helado y miro detenidamente los anuncios que hay pegados por todo el carrito.

- ¿Le suelen dejar muchos de estos por aquí?- señalo los cartelitos que hay pegados.

La anciana deja de hacer lo que estaba haciendo y mira hacia los carteles.

- A veces...- se encoge de hombros.- No suele venir mucha gente- dice triste.

No me extraña... Pone un puesto de helados en una parte del mundo deshabitada a la que a la única persona que se le ocurre acercarse es a mí.

Sigue haciendo sus cosas y mientras tanto, leo algunos anuncios.

Clases particulares, restaurantes baratos, compañeros de piso...

Sigo mirando los anuncios y pienso un poco en lo que acabo de ver.

Clases particulares...

Restaurantes baratos...

Compañeros de piso...

¡COMPAÑEROS DE PISO!

Me vuelvo rápidamente a buscar ese anuncio y lo leo varias veces.

"SE BUSCA COMPAÑERO/A DE PISO"

Que anuncio más largo.

Abajo pone un número de teléfono así que busco entre mi bolso hasta encontrar un boli, con el cuál, me escribo en la mano el número y vuelvo a guardarlo.

- Dos ochenta y cinco.- me dice la anciana.

Pago el helado y vuelvo a mirarla con alegría.

- Muchas gracias, señora.- le digo feliz antes de irme de allí.

¿Quién sabe? Puede que en un par de horas tenga una nueva casa.

********

Marco el último número y espero a que de tono.

- ¿Sí?- pregunta la voz de un chico.

- Hola, llamaba por lo del compañero de piso...

*********

Bajo del taxi y miro detenidamente la casa.

Inmensa.

Así es la casa.

Simplemente, inmensa.

Empiezo a andar hasta llegar a la puerta, y después de llamar un par de veces, me abre un chico moreno de ojos oscuros que lleva un pañuelo en la cabeza.

- Hola.- sonríe abriendo más la puerta- Tú debes ser Scarlett- asiento y abre más la puerta- Pasa.

Le hago caso y...

¿Alguien me explica cómo la casa puede ser más grande por dentro?

Llegamos hasta una gran sala en la que el chico hace que tome asiento.

- Soy Taylor- me sonríe con sus perfectos dientes blancos- Espera un minuto que aviso a los demás- asiento distraída mientras miro embobada la sala.

Espera... ¿Demás? ¿Qué más?

- ¡¡¡CHIIIIIICOS!!!- grita, creo que con todas sus fuerzas, Taylor.

El silencio abundaba por toda la casa...

- ¡¡¡HAY PIIIIZZA!!!- vuelve a gritar con el doble de fuerzas.

Y yo que creía que no tenía ....

¿¡QUÉ ES ESO?! ¿¡TERREMOTO!?

Cinco segundos después miles de chicos llegan corriendo, gritando y empujándose, a la sala.

- Chicos... Ella es Scarlett, Scarlett... Ellos son tus nuevos compañeros de piso.

Dios... Ya sé que me odias... Pero, ¿vivir con miles de dioses griegos rodeando la casa? ¿Tantas ganas tienes de que muera?

LET ME GODonde viven las historias. Descúbrelo ahora