Puertas

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Oscuro.

Alister continuaba cayendo. Desde hace un rato se había perdido cualquier rastro de luz y el miedo inicial había desaparecido casi por completo. Él ya no gritaba como inicialmente había estado haciendo, no tenía sentido que lo hiciera ya que nadie lo escucharía. Pasó un rato hasta que su visión pudo adaptarse a la oscuridad, una vez que sucedió, alcanzó a distinguir varios objetos que cruzaban a su lado a una gran velocidad los cuales, después de comprobarlo un par de veces, decidió llamar "objetos que caían hacía arriba".

Como si se hubiera acostumbrado a la sensación de estar cayendo, Alister intentó alcanzar los objetos que pasaban a su lado para aclarar su pequeña duda de si los objetos también se movían o sólo era él. Aunque era algo imposible de comprobar en su posición.

«¿Cuánto tiempo llevo... cayendo?» se preguntó después de un rato«¿algún día llegaré al final?». En uno de sus intentos por alcanzar algo sintió como sus dedos chocaban contra algo que se mantenía cayendo como él, es decir, en la misma dirección, que estaba a unos palmos sobre su cabeza. Rodeó el objeto con su mano para tratar de ver qué era. Sintió una cuerda delgada conectada al objeto y tiró de ella con delicadeza por temor a romperla. Todo el lugar se lleno de, por unos momentos, una insoportable luz.

Una lampara. Cayendo a su lado había una lampara que irradiaba una incandescente luz azulada. De estar a lado suyo, la lampara comenzó a ascender hasta desaparecer de la visión de Alister. Lo había hecho de la misma forma que los objetos que caían hacia arriba hacían.

Aunque la lampara ya no estaba, la luz azulada aún permanecía alumbrando el lugar. Mesas, sillones, tableros, sombreros, libros, instrumentos e incluso algo de ropa. Esas fueron las cosas que pudo ver en el agujero. Estas cosas pasaban a su lado, como si fuera él el que iba en una dirección contraría a la debida. Incluso él había comenzado a creer eso.

La luz azul se tornó violeta y después, roja. Juguetes, libros y algunas tazas seguían pasando a su lado. Aquella "caída peligrosa" se había convertido en un suave descenso con mucho viento. En cierto punto, Alister pensó en sentarse en uno de los muchos sillones aterciopelados e ir a donde sea que éste lo llevara, tal vez y salía del agujero. También pensó en tomar los libros que pasaban y ponerse a leer alguno para matar el tiempo hasta que llegara al fondo, pero siempre que lo intentaba se escuchaba alguna especie de ruido raro que, inevitablemente, hacía que soltara lo que fuera que había tomado.

–Esto es aburrido– Exclamó, y casi al instante el lugar se congeló. Los muebles, juguetes y demás cosas dejaron de moverse, y la luz, ahora verde, comenzó a titilar lentamente hasta extinguirse por completo. Todo el lugar se hundió en una oscuridad en la que le era imposible divisar algún objeto–. Pero...

Shhhhhh

Una tenue luz dorada iluminó un poco el lugar. Una vela encendida frente a él. Otra vez los objetos se movían, pero ahora era más lento; la luz los hacía verse bastante aterradores y tétricos. Alister pudo ver su reflejo algo distorsionado en un espejo que estaba inmóvil entre él y la vela. Ojos ojerosos, cabello aún más largo y desordenado del que tenía en realidad, labios partidos y piel tan pálida que parecía enfermo. En el reflejo, Alister tenía su indice sobre sus labios resecos, como si hiciera una señal para que guardara silencio. Sus ojos y los del reflejo mantenían contacto, como si estuvieran jugando a ver quien parpadeaba primero. Ambos se miraban mientras la luz comenzaba alejarse con lentitud. Un grito por parte del reflejo hizo que Alister se exaltara y parpadeara sin más, dandole la victoria a su versión dentro del espejo. Después de eso, una risa histérica inundo el lugar. La tenue luz que quedaba desapareció, y la risa se escuchaba cada vez más estrepitosa y parecía no sólo venir del espejo, sino también, de todos lados. Sin saber que hacer, Alister golpeó el espejo que ahora se encontraba frente a él; escuchó como el cristal se destruía bajo sus nudillos. La risa histérica había sido remplazada por un jadeo acompañado de un suave sollozo. Una luz lo suficientemente brillante como para ver lo que había hecho, apareció de repente. El espejo estaba roto y el reflejo ante él era el de un Alister asustado que se abrazaba a sí mismo tembloroso. Cuando el miedo se borró del rostro del reflejo, éste mostró una retorcida sonrisa que parecía sacada de un manicomio, parecía que iba a decir algo, pero antes de que lo hiciera el espejo se perdió en la oscuridad. La luz volvió a apagarse y Alister quedó otra vez solo en la oscuridad.

Alister in WonderworldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora