CAPITULO V

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Abro los ojos despacio y veo a Angie junto a mí, detrás de ella están David y Cristian.

-Ey, ¿cómo estás? ¿Qué fue todo eso?- dice Cristian riéndose.

-¿De qué hablas?- digo mientras me levanto del suelo.

- Bueno- dice David. –Mientras Angie abría la puerta, tú estabas gritando como si te estuvieran golpeando, aunque me atrevería a dar unos cuantos nombres- dice riéndose y señalando disimuladamente a Angie

-Cállate- dice Angie golpeando con el codo a David.

-Pero en serio Kate, ¿te sientes bien?-, pregunta Cristian, acomodándose los lentes. -Casi te matas ahí bajando las escaleras, estuviste algo así como inconsciente, intentamos calmarte y te desmayaste, fue extraño. Déjame ver tu rodilla.

¿Rodilla?, lo había olvidado, me lastimé golpeando la puerta de madera. Aunque bajando las escaleras no había sentido dolor, ahora sí era bastante notorio. Me arremango el pantalón y mi rodilla, esta vez se ve peor que la primera. Intento doblar la pierna pero la rodilla está inflamada, aunque no hay mucha sangre, me dan ganas de vomitar.

-Oh... por Dios- digo mientras alejo la mirada de mi rodilla herida.

-No llores, no está tan mal, no creo que necesites muletas ni que jamás vuelvas a caminar- opina Angie. ¿O sí?

-Claro Angie- se burla David. -Tú y tu espíritu optimista de siempre-.

Cristian y David me ayudan a ponerme de pie, me levanto y camino cojeando, no quería que esto pasara y tampoco pensé que un día me pasaría: Prófuga del hábitat de una mujer que parece una villana de Disney, sin memoria, herida, extraviada con unos extraños, bueno algo así, ¿qué más podría salir mal? Casi lo olvido, la razón por la que me subieron al helicóptero: mi mamá.

-Tengo que encontrar a mi mamá- digo.

-No, es muy peligroso, además acabamos de salir de ahí- aconseja David.

-Sí, él tiene razón- argumenta Angie. –Lo más probable es que ella ya salió y está esperando a uno de sus jets privados-.

Esto último me supo amargo, como si hubiera rencor o algo así.

-Angie... cálmate- le susurra Cristian.

-Es la verdad, lamento que haya sonado de mal gusto pero debía decirlo hace ratos, es sólo que no es justo-.

Su voz se quiebra y la observo, pienso que en cualquier momento comenzará una rabieta de niña de 7 años, pero no. Sólo se aparta de nosotros, sigue caminando, pateando las piedritas del camino, limpia sus mejillas con el borde de su chaqueta.

-Deberías hablar con ella, ya sabes....- le dice David a Cristian.

-Lo sé, como el buen amigo consejero que soy y debo ser. Esto es difícil.- alega Cristian y se dirige a Angie, caminando a su lado. David suelta una risa discreta. Creo que está dando resultados y quiero escuchar lo que le dice pero el dolor en mi rodilla no me deja avanzar lejos de David, quien me ayuda a caminar, a decir verdad estos chicos son geniales. Luego de un rato, Cristian vuelve con Angie, tiene los ojos rojos y tristes. Todos permanecemos en silencio durante un tiempo.

-Entonces- digo. ¿A dónde vamos? Dos secuestros en un día no serían justos para nadie.

Todos reímos, pero nadie responde a mi pregunta, así que seguimos caminando. Llegamos a una pequeña cabaña junto a unos árboles.

-¿Qué es esto?- pregunto.

-Mi hermana mayor tenía esta casa como su "guarida"- relata Cristian. –Así que esta será ahora nuestra guarida, bueno, mientras volvemos a casa. Estoy casi seguro que ya te había contado la historia de esta cabaña.-

-A lo mejor fue hace mucho y no lo recordaba.- digo, pensativa.

La "guarida" se ve acogedora, es pequeña, hecha de madera, junto a un gran roble que nos brinda su sombra, entramos, tiene en la sala cuatro sofás hechos de madera también, una mesita en el centro que no se ve muy funcional pero es linda. Hay unas escaleras que dan a la terraza, donde hay tres hamacas colgando de las ramas del árbol, éste es lo suficientemente grande como para alcanzar el techo de la cabaña. Cristian va a buscar agua a un pequeño arroyo cerca de aquí. Angie, David y yo buscamos ramas para encender una fogata, también algunas frutas si tenemos suerte. El sol aún no se ha escondido pero está cerca a la cima de las montañas, lo cual hace que lo árboles tengan un aspecto otoñal y tranquilo, a pesar de que estemos en pleno verano. Pero yo aún sigo pensando en mi mamá, dónde estará o qué tipo de experimento harán con ella. No lo sé, tengo nuevamente una visión de mi mamá, es más como un recuerdo, la veo a ella en un bosque como este, con una niña pequeña y alguien que parece ser el papá de la pequeña, hay un neumático colgando de un manzano, en forma de columpio, donde la niña juega y se balancea suavemente junto a la brisa que mece sus cabellos, adelante, atrás, adelante, atrás...

-¡Katherine!- grita Angie. –El sol se está poniendo, vamos, no te lo querrás perder-.

Ésta vez la visión no me causa mareo o dolor de cabeza, sino una sensación de tranquilidad, alivio de alguna manera, así que camino hacia la casa, donde ya llegaron todos.

Subimos las escaleras, veo que han desatado las hamacas y están preparando brochetas de fruta, se ve delicioso. Me acomodo en el borde de la terraza, dejando mis pies descolgar hacia el vacío, apoyo mis manos detrás de mí y observo el atardecer, es impresionante, a pesar de todo lo que sucedió hoy y lo que haya sucedido que no recuerde, aun así me siento en casa.

-Impresionante, ¿verdad?- dice Cristian, quien se sienta a unos pasos de mí.

- Si, lo es-.

-Oye, lamento que no pudiéramos encontrar a mamá, sé que es duro para ti, para mí lo es, pero siento que mi deber es ser valiente. Espero que lo entiendas-.

¿A qué se refiere?, ¿Somos hermanos? El hecho de pensar que tengo un hermano mayor se siente reconfortante, eso explicaría por qué supo lo que iba a decir en el edificio o la visión que tuve en ese momento.

-Bueno, voy adentro con los demás, si quieres entrar, dejaré la puerta abierta ¿de acuerdo?-

-Sí, está bien- asiento.

En realidad no tengosueño aún, quiero encontrar respuestas, necesito saber dónde está mamá y salirde esta confusión, y la razón de esas alucinaciones o visiones, lo que sea. Nome siento tranquila, sabiendo que Jacqueline puede estar por ahí con suejército, acechando el bosque tal vez. Jacqueline... el hecho de pensar en ellame provoca escalofríos y siento algo en el cuello. Paso mi mano y hay algo,como metálico. Tengo un mal presentimiento de esto. Sospecho que soy la únicaque tiene esto, pero para estar segura bajo las escaleras con cuidado, todosestán dormidos. Veo a Angie acostada sobre su lado izquierdo y me asomo a sucuello, recojo su cabello a un lado y ahí está: un chip diminuto que parpadealentamente, casi al ritmo de sus respiraciones, supongo que es un rastreador, ytambién los chicos tienen unos de estos en el cuello. Al parecer Jacqueline sabíaque podríamos escapar, así que no nos subestima como pensamos. Intentodespertarlos para advertirles sobre esto, pero es inútil, están agotados, laverdad es que caminamos bastante para llegar al refugio y recolectar la maderapara la fogata no fue fácil, los entiendo. Así que los dejaré dormir, consuerte Jacqueline no intentará buscarnos hasta que vea la celda vacía y los chicoshabían desactivado el sistema de alarmas. Son unos genios. Subo nuevamente a laterraza y me acomodo sobre una hamaca. Siento mis párpados de plomo, elsilencio del bosque me arrulla, el suave silbido del viento meciendo las ramasdel roble me hace sentir tranquila, segura. Como en casa. Recuesto mi cabezasobre una almohada que hay en la hamaca y pronto concilio el sueño que tanto necesito.

Para Nunca Olvidar Y Jamás RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora