Percibo los primeros rayos de sol en mi cara y el frio de la mañana me indica que es hora de despertar. Bajo a la sala cojeando, al parecer mí rodilla está peor que ayer pero no quiero mirar. Angie está despierta, calzándose las botas de uniforme.
-Buenos días- digo.
Creo que no se había dado cuenta que yo estaba junto a ella y se sobresalta al escucharme.
-Lo siento- me disculpo. -No quería asustarte.
-Está bien, creo que aún estoy dormida-.
-¿A dónde vas?- pregunto.
-A recoger algo para comer, ¿vienes?-
Asiento. Salimos al bosque para buscar frutas y algunas nueces, intento subirme a un árbol pero mi rodilla me recuerda que no estoy en condiciones de hacer esto. Me bajo algo frustrada y tengo que conformarme con lanzar piedritas con Angie al árbol para que algunas nueces bajen. Al volver, los chicos aún no se han despertado y ya es pasado el mediodía. Angie tiene una mirada suspicaz. Creo que trama algo.
-Ven- dice mientras me señala unos baldes vacíos.
-¿Qué haces?-
-Enseñémosles que ya es de día-. Suelta una carcajada.
Vamos al arroyo y recogemos agua en los baldes, entramos en la casa y a la cuenta de tres lanzamos el agua a los chicos, quienes se sobresaltaron y Cristian fue directo al suelo. Ambos estaban bastante exaltados y alterados. Angie y yo compartimos una mirada de complicidad y reímos. Mientras comemos les explico acerca de los dispositivos implantados y que al parecer son rastreadores o algo así. Por suerte no están aferrados a la piel, sólo colocados superficialmente con adherentes lavables, así que cuando lanzamos el agua a los chicos, sus rastreadores cayeron e inoportunamente nos devolvieron la broma unos momentos después. Ahora vamos camino a la ciudad, con la familia de Angie, después de lanzar un dispositivo al rio donde sería llevado por la corriente, otro lo ocultamos en las vías del tren que pasa por detrás de la ciudad, uno lo destruimos y el último lo ocultamos en un bocadillo que después fue digerido por un oso. Así que cuando Jacqueline y su ejército nos rastrearan, parecería que abríamos desaparecido de la faz de la tierra. Lo sé, somos malos.
Llevamos dos horas caminando, el paisaje es algo tétrico: árboles secos, vegetación marchita y unos buitres están descendiendo para desgarrar lo que parece ser un animal descompuesto, y empiezo a creer que estamos perdidos, no veo ni un solo edificio y desafortunadamente el tren no cruza a la ciudad, sólo la rodea y tardaríamos más en llegar. Echo un vistazo al GPS que David tomó del Tower Building, éste indica que aún quedan unas tres horas antes de llegar a la ciudad y unas dos horas más en llegar a la casa de Angie. El viaje parece eterno y sólo llevamos una botella de agua, unas pocas manzanas, dos cuerdas, una lata de "T.N" y dos celulares, uno de ellos tiene la batería muerta. Comienza a caer la noche y encontramos la avenida que da a la cuidad. De hecho creo que el cansancio me produce alucinaciones, creo ver luces a lo lejos, no de los carros que van y viene que por supuesto no se atreverían a llevar a cuatro adolescentes a la ciudad a la medianoche. Las luces parecen pequeñas luciérnagas, titilando sin moverse de su sitio, me parece escuchar el alboroto propio de la ciudad, carros, sirenas, vendedores, música a todo volumen, es un ambiente ruidoso pero que al igual que el silencio del bosque, éste también me hace sentir en casa. Luego de unos minutos compruebo que no es mi imaginación, es verdad, nos estamos acercando a la ciudad. Siento un enorme alivio, y aún más cuando ver el tiempo estimado para llegar a la casa de Angie: 15 minutos.
-Es ahí, aquella casa gris- dice Angie casi sin aliento. - Esperen aquí-.
Ella golpea la puerta, un hombre alto, rubio y con aspecto malhumorado abre la puerta, a juzgar por el parecido diría que es el papá de Angie. Todos observamos en la acera frente a la casa, luego de un rato, Angie nos señala y agita su brazo energéticamente indicando que vayamos hacia donde ella está. Todos se acercan y saludan al papá de Angie, excepto yo, aunque se supone que debo conocerlo. Entramos y Angie está preparando una habitación con litera para los chicos y en el cuarto de ella hay otra litera.
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Para Nunca Olvidar Y Jamás Recordar
RandomKatherine está en la etapa que todo adolescente desea: cumplir los 18 años. Ha llegado el día de su cumpleaños y lo han celebrado en su lujosa mansión situada en Los Ángeles, pero hay un problema, ella no recuerda quién es. Una a aventura con pasadi...