Capítulo III - Nieve

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—¿E-Erika?

El ambiente se vuelve silencioso después de mi última palabra, esto es bastante incómodo. 

—¡¿Cómo es posi…?!

Estoy a punto de soltar esa frase típica que he repetido en tantas ocasiones que incluso empieza a molestarme, pero la chica de cabello corto parece leer mis pensamientos, pues antes de terminar mi pregunta ella se levanta y sujeta con gran fuerza el cuello de mi camiseta; llevándome rápidamente hacia la habitación más cercana (por cosas del destino, mi habitación).

—¡Si dices una palabra más, te abriré la cabeza! —dice Erika al mismo tiempo que cierra la puerta con gran fuerza, dejándonos a los dos dentro de esta pequeña y desordenada parte del departamento que considero mi santuario de privacidad y paz.

La chica suelta un suspiro mientras dirige su mirada asesina hacia mí.

«¿Qué se supone que va a hacer? ¡Dios, soy muy joven para perder mi pureza de esta manera!»

Dentro de mi mente surgen todo tipo de ideas, pero no puedo producir ningún sonido. Comienzo a retroceder, sin embargo, ella suelta un golpe en mi estómago que termina dejándome sin aliento; al instante caigo hacia atrás mientras sujeto con fuerza la zona que recibió el ataque. Para mi fortuna, el impacto de la caída se reduce debido a que termino sobre mi cama.

—Así que continúas con tus preguntas estúpidas, solo me haces enfurecer. Para que quede claro, soy una persona real —dice Erika al mismo tiempo que sujeta con gran fuerza mi camiseta.

—E-entiendo, entiendo… de verdad existes, ¿Podrías dejarme ir?

—Espero que no lo olvides —responde, poco después me libera y retrocede unos pasos.

Aún me encuentro adolorido, es por esto que jadeo con gran fuerza. Sin embargo, después de recuperarme por completo, continúo con la conversación:

—¿Por qué, me odias tanto? —pregunto mientras intento incorporarme.

Ella rápidamente se lanza contra mí y coloca sus manos alrededor de mi cuello, sin embargo, no emplea fuerza para ahorcarme o algo por el estilo.

—Tú… —dice mientras mantiene sus ojos cerrados y gira ligeramente su cabeza hacia otra dirección, en su expresión no puedo ver furia, sino tristeza.

«Por favor no me olvides»

Recuerdo la última frase de aquella niña de mi sueño. Ahora todo tiene sentido, realmente soy un idiota.

—Olvídalo, ahora lo recuerdo—. Rompo el pequeño silencio que se apoderó del lugar, esto ocasiona que la chica abra los ojos y dirija su vista con asombro hacia mí.

—¿Realmente lo recuerdas?

Ciertamente no sé todo, y tengo que analizar más a fondo aquél sueño. Pero, lo único que puedo hacer ahora es disculparme por olvidarme de esas últimas palabras.

—Solo una parte, únicamente tengo recuerdos de la última vez que hablamos hace años…

No puedo continuar, pues a mi mente llega esa escena cuando los labios de Erika se juntaron con los míos. Claro, éramos solo niños, pero recordarlo ahora es vergonzoso. Al parecer no fui el único en pensar eso, pues la cara de la chica que se encuentra sobre mí se torna completamente de color rojo.

—Cielos, esto sí que es todo un panorama.

—¡Ah!, ¡Leonardo, te dije que si hacías este tipo de cosas en el departamento te castraría!

—Los años de juventud son maravillosos—. Se oye esta última oración con una pequeña risa en ella.

Después de los tres comentarios ambos volteamos al unísono. La puerta está abierta, Diana y las dos chicas se encuentran en la entrada de mi habitación, de inmediato Erika se aleja con un salto hacia atrás.

Odio las Comedias Románticas EscolaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora