Capítulo VI - El comienzo de...

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—Han transcurrido cinco minutos y no puedes avanzar del primer ejercicio.

—No apresures, mi ritmo de aprendizaje es lento.

—Eres una tragedia como estudiante.

—Se supone que un tutor alienta al tutorado, no lo hace sentir peor.

—Es necesario cuando éste no puede con álgebra básica. Tendrías que dominarlo si pasaste por la secundaria. —La chica de una mayor edad a la mía y apariencia infantil se encuentra realmente desesperada por mi bajo desempeño—. Dios, eres igual de idiota que Diana.

Muchos se preguntarán el motivo por el cual la hermana de mi antigua amiga imaginaria está ayudando a Leonardo Bravo en sus estudios. Es una historia un poco larga, así que resumiré: Hace unas semanas ingresé a la preparatoria, mi objetivo era obtener buenas notas y asegurarme la entrada a una universidad prestigiosa.

Los años escolares están divididos por semestres —siendo un total de seis—, cada semestre está dividido a su vez por tres evaluaciones que conozco como «parciales». Sin embargo, muchas cosas ocurrieron y mi atención fue desviada hacia esa chica llamada Erika Guerrero, cuando llegaron los primeros exámenes mi desempeño fue…

«¡Maldición, solo aprobé dos materias!»

No muy alentadora. Dicen que cuando un amigo reprueba junto contigo alguna materia, la carga se vuelve menos pesada, para mi desgracia tanto Brenda como Nicolás consiguieron notas casi perfectas. Esto causó el inicio de la búsqueda por encontrar un tutor.

No puedo darme el lujo de contratar a uno profesional por falta de dinero, Brenda queda descartada debido a que su presencia me pondría más nervioso que aliviado. Nico no serviría y solo preguntaría más cosas embarazosas acerca de mi hermana; la cual tampoco es una opción, pues tengo una amarga experiencia de esa «ayuda» en la secundaria. Únicamente se burla porque «todo es sencillo y yo soy estúpido al no ser capaz de resolverlo». De hecho, sé que la causante de mi bloqueo mental cuando estudio, es ella. Debido a que desde niño fui opacado por su sombra y mis padres lo mencionaban cada vez que podían, mi cerebro sufrió un trauma que provocó hacer caso omiso de las clases.

Supongo que la idea de «¿Por qué me esfuerzo si nunca voy a alcanzarla?» hizo acto de presencia.

Hace unos días, en uno de mis intentos por llevarme mejor con mi compañera de ojos esmeralda. Mencioné el tema y su hermana mayor en delantal, lo escuchó. Como resultado, obligó a «Ericka» a supervisarme.

—Con un demonio, utiliza el formulario en tu cuaderno.

Digamos que su trato no es mejor que el de Diana pero, por lo menos no me echa en cara su superioridad cada cinco segundos. Apenas han pasado un mes y unas semanas desde que las clases dieron inicio, no obstante, realmente me aterra la llegada de los exámenes finales.

—Suficiente, son más de las ocho de la noche. Dejémoslo por hoy.

—Sí, gracias por todo —digo, mientras froto mi cabeza.

Después de despedirme salgo del departamento. He aprendido bastante sobre la forma de vida de estas tres hermanas con pocos días de pasar la tarde en su hogar:

Erica, la más grande de todas, realiza las actividades del hogar; barre, limpia, lava la ropa, cocina, entre otras. Ericka, además de sus tutorías, se la pasa repasando sus apuntes e investigando sobre lo que verá en sus respectivas clases universitarias. Finalmente, la chica de cabello corto está fuera casi todo el tiempo, al parecer ella es de las mejores alumnas en Taekwondo a nivel estatal.

«Lo que explica el por qué me deja sin aliento cada vez que quiere, además de su complexión atlética. Supongo que desde nuestra despedida hizo algo productivo con su vida, a diferencia de mí»

Odio las Comedias Románticas EscolaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora