4. Muerte

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Hiccup miraba concentrado el atardecer frente sus ojos, su ceño fruncido le expresaba a todos que no estaba teniendo un buen día y tenían razón, el chico estaba teniendo de todo menos un buen día. Había caído de su cama, su prótesis se había dañado, se había perdido el desayuno y para finalizar sus males Astrid no volvía. El chico estaba realmente preocupado, no sabía dónde estaba, si se encontraba bien, mal; si estaba lejos o cerca. No sabía nada acerca de ella y aunque al comienzo no le había puesto cuidado ahora (después de unas cuantas horas) había comenzado a preocuparse. Astrid parecía no querer dar señales de su paradero y la tormenta que se miraba cercana lo tenía enserio bastante abrumado.

—. Quizás se distrajo en su vuelo—. Trato fallidamente Fishleg de calmarlo—. Es Astrid después de todo.

—. Ya estaría aquí de regreso, vamos por ella—. Hiccup dio la orden y caminó hasta su dragón—. Vamos amigo.

Los jinetes abandonaron la isla sobre sus dragones esperando las órdenes de Hiccup, el chico enserio estaba preocupado y preferían no molestarlo. Hiccup miró entre todo el mar gritando el nombre de su amiga en busca de una respuesta. La lluvia había comenzado a caer con mayor intensidad alterando la marea y con ella el oleaje. Observó resignado la extravagante cantidad de agua en la cual había depositado la ligera esperanza de encontrar a su amiga. Dispuesto a ir más allá dio un último vistazo y grito por última vez.

—. ¡ASTRID!—. El sonido del agua caer fue su única respuesta, miro detenidamente el tronco que flotaba sobre el océano y vio un par de brazos depositados sobre este, se alteró demasiado cuando una muy cansada Astrid se subió en este y luego cayó—. ¡Astrid NO!—. El chico bajo a su dragón y sacó a la chica del agua, su piel era fría y pálida, sus labios morados le indicaban que su cuerpo había dejado de producir el calor suficiente para mantener una temperatura adecuada así que la abrazo, tratando de pasarle un poco de su calor—. Tranquila, ya estoy aquí—. Le dijo tratando de calmarla.

—. ¿Por qué tardaste tanto?—. Susurro a duras penas la chica abrazándose a sí misma en busca de calor.

Hiccup regresó a la isla y abrigo a Astrid para luego buscar un té.

—. Amigo, ¿podrías llamar a los demás?—. Pregunto a su dragón a lo que esté asintió—. Te lo agradezco—. La chica tomo el contenido de la taza lentamente y se recostó bajo la mirada de Hiccup—. ¿Te encuentras mejor?

—. Algo, se llevaron a stormfly Hiccup—. Dijo la chica dolida—. Se llevaron a mi bebé. Tengo que recuperarla, tienes que ayudarme.

—. Astrid, estas débil, lo mejor será esperar hasta que pare de llover y depende como te encuentres podremos ir en su búsqueda, te lo prometo.

La chica le dedico una mirada de gratitud y luego se recostó contra la cama.

•••

Cuando stormfly había entrado a su cabaña de improvista y a mitad de la noche no se había sentido de otra manera que no fuera preocupado, la dragona la mayor parte del tiempo se mostraba tranquila, obediente y paciente; pero esa noche en especial esta había entrado preocupada y había alertado a Hiccup.

Hiccup y su dragón la siguieron lo más rápido que habían podido, cuando está ingreso a la cabaña de Astrid Hiccup enserio había dudado si entrar o no, el chico no quería encontrarse a Astrid en paños menores y ser tachado por morboso, pero cuando unos quejidos de dolor llegaron a sus oídos callo sus pensamiento e ingresó a la cabaña. Astrid estaba vestida, sentada en el borde de su cama con su cabeza posada en sus manos y tosía débilmente.

—. ¿Astrid?—. Pregunto el chico tratando de llamar su atención, la rubia al escuchar la voz del infiltrado se apresuró a cubrir parte de su brazo—. ¿qué ocurre? Stormfly entró a mi cabaña, se veía preocupada, ¿te encuentras bien?

—. Sí, solo es una...—. La chica tosió quitando su mano de su brazo y enseñándole el rasguño en este.

—. ¿Qué es eso?—. Pregunto el chico preocupado.

—. Nada grave—. Cuando Astrid dijo esto supo que enserio era algo muy serio y peligroso, entonces temió por la vida de su amiga.

Las horas siguientes Astrid no se había sentido ni la mitad de bien, su rostro se volvía cada vez más pálido y sus ojos se ponían cada vez más profundos, sus labios ya casi pálidos junto con una respiración pausada y lenta eran los rasgos que le prohibían a Hiccup siquiera caminar tranquilo, le dolía que su amiga no pudiera ni ponerse en pie puesto que rápidamente se iba de lado y el por inercia siempre corría a atraparla, hasta cuando solo flaqueaba él iba en su ayuda.

Cuando Astrid por fin había podido recuperarse se había sentido aliviado, pero no del todo, el chico todo el tiempo trataba de estar lo más cerca de ella posible, queriendo evitar que se repitiera el trágico suceso. Enserio le sorprendía lo audaz que podía ser su amiga, siempre quedaba embelesado con cualquier cosa que ella hacía y el considerara espectacular, enserio le gustaba ella.

Y definitivamente no le daría la oportunidad nuevamente de caminar con la muerte.

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