Nosotros

7. Acontecimientos

Resumen: en donde el lugar de discapacitados esta siendo ocupado por un vehículo cualquiera e Hipo se ve interrumpido en su plan de quejarse.

Edades: 28 Hipo, 25 Astrid.

Clasificación: T.

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Se supone que ese era otro día cualquiera, iría a mi terapia mensual y saldría del hospital en un abrir y cerrar de ojos, hasta que un auto, que auto, una camioneta sin la etiqueta ocupó el espacio de discapacitados que ¡hola! Es para discapacitados, espero no estar molestando tu ocupado día pitándote para que me des el puesto que lastimosamente me corresponde por perder parte de mi pierna en el servicio militar, pero no es mucha molestia, solo defendía a mi nación de cualquier tipo de invasion. Con chimuelo, mi perro de terapia, siguiéndome cerca, Baje de mi auto en medio del estacionamiento porque ¡ese era mi jodido lugar! Y esta señora solo lo ocupo segundos antes de que pusiera mi auto, literalmente había cuatro espacios disponibles al otro lado. Toque la ventana del auto.

-. Disculpe, no sé si lo noto pero este espacio es para personas con alguna discapacidad y alcance a notar que usted no tiene la señalización-. La mujer dentro del auto levantó la mirada del volante y bajo la ventana, sus mejillas estaban rojas y estaba sudando demasiado, se veía furiosa, sus ojos azules furiosos me hicieron plantear darme vuelta y parquear en otro lugar, pero por mal que fuera su día no iba a darme por vencido.

-. ¡A la mierda tu tonta etiqueta!-. Exclamó la mujer en mi rostro, levantó la ventanilla y la escuché gritar fuertemente mientras lloraba, toque de nuevo el vidrio y ella abrió la puerta, tuve que dar dos pasos atrás para no ser golpeado por esta, la mujer bajo muy despacio y no pude quitar mis ojos de su enorme barriga, cargaba una pañalera y su mano aferraba fuertemente en su vientre-. Quítese-. Me empujo bastante fuerte para alguien que parecía estar en labor de parto, lo más rápido que pude la sostuve por los codos ayudándola a caminar.

-. Yo-yo la ayudó, deme el bolso por favor, déjeme llevarla a la cama- a la entrada, dioses, ¿hace cuanto empezó labor?-. La mujer tendió la pañalera a mi la cual termino cayendo al suelo, estaba más interesado en evitar que la mujer cayera al piso-. ¡Un médico! ¡Ella está dando a luz! ¡Ayuda!-. Grite, chimuelo ladraba y daba altos saltos a mi alrededor, no era una hora en la que hubiera mucho movimiento, los médicos ya debían haber cambiado sus turnos, las horas de almuerzo habían acabado y la de visitas aún no finalizaba-. Chimuelo, trae ayuda, corre.

-. Me duele-. Llora la mujer en mis brazos-. Duele demasiado.

-. Lo sé, lo siento, solo respiré, inhale por la nariz, exhale por la boca, hágalo conmigo-. Chimuelo regresó con un enfermero muy descolocado, el inconfundible cabello albino resaltando audazmente, no fue de extrañar que chimuelo corriera por un rostro conocido-. ¡Oye! Ella está dando a luz, ¡Jack!

-. ¡Por Dios Hipo!-. Jack (a quien conocí luego de perder la pierna) corrió hacia el interior, segundos después regresó con una silla de ruedas, chimuelo corría a sus espaldas y la mujer estaba arañando mi antebrazo.

-. Él es jack, el te va a llevar con un doctor o alguien que pueda ayudarte, todo va a estar bien, tendrás a tu bebé y será sano y fuerte, ¿okey? -. Susurré, Jack me ayudo a ponerla en la silla de ruedas, colgué la pañalera en mi hombro y caminé a mi auto, chimuelo siguiéndome obedientemente, acomode la pañalera en el asiento trasero y precedí a parquear mi auto, aún tenía tiempo y vaya que necesitaba decirle a mi psiquiatra esto.

-. El milagro del nacimiento, chimuelo-. Mi perro me ladro, luego señaló a la pañalera puesta en la parte trasera del auto. La pañalera, en los asientos traseros de mi auto. La pañalera cuya dueña estaba adentro, teniendo a su bebé. La pañalera cuyo dueño, no era yo-. ¡Mierda! Chimuelo, debiste avisarme amigo, ¿para que te tengo entonces?-. Mi perro me miro, su hocico abierto mientras respiraba agitado-. Tonto-. Me ladro, lamiendo mi rostro-. Encantador.