La transformación.
Desperté. Solo veía sangre, sangre en mi ropa, en mi cara, mis manos, mis piernas. Estaba atada a una tabla de madera de mi tamaño, abriendo bien los ojos miré hacía todos lados y solo ví oscuridad. Una sola luz había en la habitación y era la que me quemaba toda la cara, yo era como la luz en tanta oscuridad.
- ¡AYUDA! - El instinto de toda persona era gritar por ayuda aún cuando seguro no había ni una minima posibilidad de que te escucharan. Escuché que algo cayó y se partió en mil pedazos, alguien se acercaba y sus pasos se escuchaban tan lentos que parecía venir modelando.
- Callate, por favor, me duele la cabeza. - No me había dado cuenta de lo mucho que me dolía el cuerpo y de lo cansada que estaba hasta que note que alguien me hablaba. Era un chico, no mayor de 25 años. Miró mi cuello y sus ojos azul claro de repente se tranformaron en rojo, empezó a arderme el cuello. Me dolía demasiado como si me hubiesen enterrado dos agujas.
- ¡Detente! - Retumbó otra voz, femenina. - Ella está a punto de transformarse, Rick... lo ha hecho. - El chico a mi lado parpadeó muchas veces y me miró como si fuera un extraterrestre, se alejó poco a poco hasta desaparecer en la oscuridad.
Estaba paralizada, sola y no sabía que hacer. De repente sentí todo frio, como si estuviese adentro de un congelador, mis uñas comenzaban a crecer sin parar y me dolía, mi cuerpo empezaba a tomar una palidez sorprendente, algo comenzó a crecer en mi boca, de repente ya no sentía dolor alguno pero aún así mis lagrimas no dejaron de salir. Solté un grito desgarrador mientras mi cuerpo comenzaba a cambiar rápido, quise salir de los amarres pero no pude, empecé a gritar pensando que alguien vendría a ayudarme y no fue así.
Entonces las lagrimas se secaron, y sentí como si toda la felicidad del mundo se acabara, como si ya no pudiera llorar, como si ya no pudiera sentir dolor, como si no pudiera reír, como si ya no tuviera sentimientos. Fue entonces cuando todo se tornó negro y me dí cuenta que en realidad había quedado totalmente insconciente.
(...)
Estaba en mi casa, de nuevo. No sabía como. Me levanté y entonces ví mas sangre de lo normal, como si el mundo se hubiese hecho cortadas en la yugular y las hubiesen depositado en la cava que ahora se encontraba frente a mis pies. Por alguna extraña razón sentí mucho deseo de beberla, habían dos pajitas a un lado y tome las dos para empezar a beber.
- Brenda... - Escuché la voz de mi madre, en cuanto pude ubicar desde donde me llamaba la noté asustada y a punto de llorar. - Hija... tu... tu... no... no puedes... - Soltó un sollozo con el cual antes me hubiese largado a llorar con ella, pero esta vez ya no sentía nada. Ignorandola por completo empecé a beber de nuevo la sangre que era como tomar mucho chocolate caliente, así espeso y sabroso. - Brenda, tenemos que hablar. - Paré de beber y limpié mi boca que tenía una gota de sangre.
- ¿Qué es lo que me pasa? - Dije sin pensar dos veces, no es normal que te despiertes y tengas tantos deseos de beber... sangre.
- Eres... eres una... una vampira. - ¿QUÉ?
- ¿QUÉ? - Sin querer las palabras que estaban en mis pensamientos salieron sin permiso de mi boca.
- Sabía que esto iba a pasar tarde o temprano. - La miré confundida. - Hija, escuchame hasta el final y por favor no me juzgues. - Asentí para tranquilizarla y luego de que ella calmara sus sollozos empezó a hablar. - Tu padre y yo... no somos tus padres en realidad. Tu solo llegaste una noche a nuestra casa y como yo siempre quise tener una hija te recogí, te crié y te eduqué lo mejor que pude. Una noche tu padre se sentó a hablar conmigo y me dijo que tendría que irse por una semana, que no le dijera a nadie de su partida y que no saliera de casa.
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Soy Un Monstruo
VampireElla era fria, sin una pizca de sentimientos. Pero no siempre habia sido asi, ella tenia un pasado pero a diferencia de todos su pasado era terrible. Algo que muchos deseaban pero ella sabia que a la hora de enfrentarlo no serian capaces.