La verdad.

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La verdad.

- No lo ocultes más, al menos no conmigo. - Dijo rompiendo el silencio que hubo mientras yo procesaba lo que me estaba diciendo. - Yo sé que eres vampira... - Me congelé de repente, no podía moverme, no podía hacer nada. Solo estaba ahí, viendolo, cayendo en cuenta que él sabía que era. Él sabía que clase de monstruo habitaba en mí.

- ¿Que estupidez estas diciendo? - Dije sin gagear.

- ¿Estupidez? ¿Quieres ver como te quito la palabra estupidez de la boca? - Sí, besame. Sin querer mi subconsciente hablo, y quedé sorprendida con lo que había dicho. - Uno. Nadie sale todos los dias de su casa por la ventana de madrugada. Dos. La plata te quema. - Tomo uno de mis brazos y alejandose un poco de mí, bajó la manga y me mostró la herida. - Amanda te quemó cuando te tomó del brazo con su anillo. Y tres. Veamos como reaccionas a esto. - Se alejó completamemte y por primera vez quise que no lo hiciese, sentirlo tan cerca me daba calor y desde que yo me volví... lo que soy, ya nada me daba calor.

- ¿Qué... vas a hacer? - Pregunté muy confundida cuando ví que el abría una pequeña nevera que había en un rincón de la habitación y que al momento de entrar, no la había visto. Él sacó una bolsa transparente que tenía un liquido rojo adentro, yo sabía que era ese liquido.

- ¿No te da ganas de probar un poquito Brenda? - Desvié la mirada y sentía como mis colmillos comenzaban a crecer, necesitaba la maldita sangre. Se empezó a acercar a mi tanto como antes y en su mano aún estaba la bolsa de sangre que se movia. - Mira esos afilados colmillos. - No sé si los habia visto o no, pero ya sentía que no me podría controlar más y me abalanzaria a la bolsa de sangre. - Y esos hermosos ojos rojos, ¿ahora me vas a negar lo que eres? - Solo quería la sangre, solo eso. Quería que dejara de hablarme y darme la bolsa. Traté de quitarle la bolsa de sangre sin aguantar más pero el la quitó.

- Por favor... ya lo sabes. Ya, damela... - Dije en un pequeño susurro. Se formó una sonrisa de sastifacción en su rostro y me dió la bolsa, no me importo verme ridicula por estar tan deseada de sangre pero clavé los colmillos en la bolsa y bebí placenteramente. Cuando terminé no levanté la mirada porque no quería ver de nuevo esa sonrisa en Blake que me daba ira, salí de la habitación y ví una puerta abierta, entre y me dí cuenta que estaba en el baño, me ví en el espejo y me sorprendí, estaba totalmente llena de sangre y no podría salir así a la calle, la gente se preguntaria cosas estupidas.

Brenda... - Dijo Blake tras la puerta, estaba cerrada. - ¿Te llevo a casa o piensas quedarte aquí para siempre? - Rodeé los ojos porque lo odiaba despues de hacerme suplicarle por... sangre. También lo odiaba por ponerme nerviosa cada vez que estaba tan cerca de mí, ¿y que chica no se hubiese puesto nerviosa con la cercanía de un chico tan guapo?

- Necesito un favor. Buscame una camisa o algo, estoy... solo buscala y mañana te la devuelvo. - Dije suspirando. Escuché unos pasos y supuse que él se alejaba de la puerta para buscarme la camisa. Tocó la puerta y la abrí para quitarle la camisa que tenía en manos, iba a decirme algo pero rápido tiré la puerta en su cara. - Gracias. - Dije molesta. Me quité la camisa porque la chaqueta la había dejado en su habitacion, la camisa que tenía en manos era de cuadros rojos y negro, algo así estilo carpintero y por ver el tamaño supe de inmediato que era de Blake. Me la puse facilmente y metí lo que sobraba dentro de mis jeans, no me veía mal...

- ¿Lista? - Escuche su voz de nuevo y suspiré, lista para afrontar que alguien más que no conocía en absoluto supiera quien era yo. Abrí la puerta y fui directo hasta su habitación sin mirarlo a él que se había quedado mirandome y tomé mi chaqueta y mi bolso.

- Vamonos. - Dije cuando llegue a su lado aún sin mirarlo. Bajamos por las escaleras que conducian a la sala y salimos por la puerta, en todo el camino no hablamos y yo no me sostuve para nada de su abdomen, puse mis manos a los lados de mis piernas rogando por no caer.

(...)

No sabía como decirle a mi mamá o a mi papá que alguien más a parte de ellos sabía sobre mi secreto. Era un secreto entre nosotros, nadie más debia saber.

- Mamá... - Dije llegando a la cocina donde estaba ella poniendo los platos y vasos en la mesa. - Tengo que contarte algo muy importante. - Ella me miró y sonrió. - Alguien más... - No podía, no podía decirle así sin más, se pondría histerica y me encerraría para siempre en mi cuarto con una pequeña rendijita donde me pasaría mi "comida".

- Habla ya, Brenda. - Miré hacía abajo. No debía decirle.

- Alguien más... es mi amigo, ahora tengo dos amigos. Lily y Blake. - Dije sonriendole para que se creyera esa mentira tan estupida.

- Me alegro que hagas amigos, hija. Ahora, ayudame a servir la comida.

Terminamos de comer y cada quien fue a su habitación. Me senté en la cama y tomé mi telefono, tenía un WhatsApp.

Blake:

Te olvidaste del trabajo.

Revoleé los ojos, esto era una estupida excusa para escribirme porque el podía llevar el trabajo el viernes.

Brenda:

No pasa nada, el viernes tu tambien puedes llevarlo 😉

Bloqueé mi telefono y me tiré en la cama mirando al techo, fruncí el ceño y se me vino una pregunta instantanea a la cabeza. ¿Qué hacía Blake con una bolsa de sangre en su habitación? ¿Y por qué parecía de hospital?

Soy Un MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora